El avión donde iban Abi, su familia, Roy y Dominic junto a sus padres, aterrizó en Santorini en la mañana del día siguiente de la graduación de Abigail, la boda iba a ser intima, algo solo para las personas más allegadas, y ¿Qué mejor lugar para una boda que una isla paradisiaca?
-No entiendo porque teníamos que salir corriendo, ustedes son los únicos locos que se casan después de una graduación – dijo Vanessa frustrada porque se le habían quedado en casa los zapatos que había encargado desde parís para usar en la ceremonia.
-Cariño, deja de refunfuñar – el padre de Dominic le acarició el brazo e intento calmarla, igual a como habia estado haciendo durante todo el vuelo – estamos en Santorini, se seguro aquí encuentras una tienda donde puedas encontrar unos zapatos aun mas bonitos que los que tenías – solt&o
Seis meses después. -¿Qué es esto? – preguntó Abi mientras un mesero se acercaba a ella a darle uno de los muchos canapés que estaban sirviendo en la fiesta de compromiso de Heather y Roy.-Langostinos en salsa teriyaki – explico Heather con obviedad – ¡Están deliciosos! ¿Qué es lo que te pasa? – cuestionó la chica, al ver que su hermana hacia un gesto de desagrado por el aperitivo.Abigail negó con la cabeza y trató de mantenerse en pie, pero su estómago prácticamente la estaba doblegando, tenia nauseas, sentia que iba a vomitar, y estaba a parte de todo, mareada, tal parecía que haber usado unas plataformas de ocho centímetros no habia sido una buena idea.No debió haber sido tan tonta, después de todo, esos mareos no eran solo de ese día, últimamente le daban muy a menudo, y
Cinco años después. -Heather, por amor a Dios, deja esa bandeja ahí – la regaño Roy mientras la chica sostenía la bandeja con el pavo que partirían esa noche.Era cena de navidad y toda la familia Page y Salvatore estaba reunida en la casa que compartían Dominic y Abigail, había luces decorando todo el espacio, habia un gigantesco árbol de navidad y muchos regalos para los mas pequeñitos de la casa, aunque naturalmente Dominic y Roy tambien se habían encargado de comprarle bonitos obsequios a sus respectivas esposas.-Es que es demasiado terca – dijo Abi rodando los ojos mientras agarraba de la mano a su hija mayor, Amy, una pequeña que había heredado los ojos de su padre y el color de cabello de su madre.-¿Por qué le dices terca a la tía, mami? – preguntó la pequeña Amy.-Porque tu madre
-Abigail, tu antifaz – le dijo Heather, entregándole la mascara negra.-Gracias, cariño – ella le sonrió, puso el antifaz sobre sus ojos, y se lo ato detrás de la cabeza.-¡Salgan ya! – exclamo Arnold, empujando a una de las chicas que estaba en la fila.Las chicas caminaron hacia el escenario, y entonces todo comenzó, el lugar estaba sumido en el mas absoluto silencio, lo único que se escuchaba era el repiqueteo de los tacones de las mujeres, todo estaba oscuro, y lo único que Abigail podia sentir era su corazón golpeteando con fuerza contra su pecho, tenía el corazón acelerado, igual a todas las noches en que se presentaba ahí, a pesar de haberlo hecho casi por cinco años ya.De repente, las luces se encendieron y se escuchó un vitoreo fuerte de los hombres que estaban sentados frente a ellas, la música comenzó a sonar, y tant
Dominic se levantó de la silla negra en la que estaba, y entonces se acerco a Arnold que seguía allí custodiándolo como si se tratara de su guardaespaldas.-Tenemos que hablar – dijo el hombre, caminando a su lado, guiándolo hasta una de las muchas salas en el club nocturno.-Por supuesto que si – Arnold lo siguió, seguido del guardaespaldas de Dominic que nunca lo dejaba solo y lo acompañaba a todas partes.-Quiero a la chica del antifaz negro – soltó de golpe.Arnold abrió los ojos con sorpresa, Abigail, la chica del antifaz negro, a parte de ser su hija, también era la mejor chica que tenia en el sitio, era por eso que nunca había que querido que Dominic viera ni a Abigail ni a Heather, ellas dos eran sus minas de oro, las dos chicas eran las superestrellas del sitio, todos los hombres las amaban, a Heather, porque no tenía escrúpulos, Heather e
-Abigail, él es Dominic – Arnold presento a su hija con el hombre frente a ellos, sin embargo no lo presento por su nombre y apellido porque en realidad Arnold no conocía el apellido de Dominic. -Como le va – respondió Abigail, ni siquiera como una pregunta, ella simplemente soltó las palabras de mala gana. -Dominic, ella es Abigail Page – volvió a decir Arnold, mientras Dominic miraba fijamente a la chica. Ella se llevó un cabello detrás de la oreja, y trato de mirar a otro sitio que no fueran sus fríos ojos, pero ellos eran como un imán, y ella no tuvo otra opción más que verlo fijamente, igual a como estába haciendo él. -Abigail, es un placer conocerte – el hombre tomo la mano de la chica, y le dio un beso en la delicada piel. Ella se quedó observando la manera en la que él acerco sus manos a su boca y la beso, y entonces sintió el mismo escalofrió que sintió antes cuando lo vio por primera vez, ese mismo frio recorriendo todo su cuerpo, él
-¿De que estas hablando? – preguntó Heather, viendo con horror hacia su padre. -Lo que has escuchado, me ha vendido – aseguro Abigail. -¡Esto tiene que ser una jodida broma! Tú no puedes dejarme sola Abi – a Heather se le llenaron los ojos de lágrimas, la chica, que nunca fue demasiado inteligente, mucho menos autosuficiente, siempre había dependido de su hermana mayor, y saber que era muy posible que fuera a quedarse sola la hacia sentir a la deriva. No estaba preocupada por Abigail, estaba preocupada mas por si misma que por otra cosa, no sabia como iba a vivir sin la guía de su hermana, y lo cierto era que tampoco queria averiguarlo, Heather siempre fue alguien demasiado dependiente. -No voy a dejarte sola, Heather – la chica se alejo de su padre, y fue con su hermana que estaba llorando. -Si vas a dejarme sola – repitió – vas a irte a Dios sabe dónde, ¿Dónde vas a estar? – inquirió asustada. -No lo sé, papa no se ha molestado en pr
-Roy, ya sabes lo que tienes que hacer – le dijo Dominic mientras caminaba en dirección a la casa en cuyo frente estaban los tres. -Por supuesto, señor. -¿Qué es lo que tienes que hacer, Roy? – le pregunto Abigail al mastodonte, aun cuando sabía que lo más probable era que no fuera a revelarle ninguna información. Roy era como una caja negra, si Dominic Salvatore era impenetrable entonces su guardaespaldas no era más que una piedra fría disfrazada de hielo, Roy era extremadamente grande, y extremadamente fuerte, y aunque sus ojos eran dulces, el resto de su expresión no era nada afable. -El bolso – le pidió Roy con firmeza a la chica que estaba frente a él. -¿Para que necesitas mi bolso? – ella intento detenerlo. -Son ordenes – Roy no espero hasta que Abigail le diera el bolso, y tampoco tenía tiempo para chorradas, asi que antes de que ella soltara alguna otra palabra que enfureciera a Dominic, le arrebato el bolso a la chica, causánd
-¡Abigail detente! – le grito Dominic a la chica que estaba corriendo más rápido de lo que había hecho nunca en su vida. Pero, aunque Abigail era rápida, Dominic era mas alto, y sus pasos equivalían a dos de los de Abigail, era mas rápido, mas ágil, y más atlético también, su estilo de vida siempre lo había obligado a ser un hombre con destreza. -¡Joder Abigail! – siguió gritando. Ella escuchó los gruñidos del hombre tras de sí, pero por nada del mundo pensaba detenerse, no hasta sentirse a salvo, no hasta que pudiera escapar de ese infierno en el que Dominic tenía metidas a todas las chicas que había comprado en el pasado. Porque sin duda, eso era mucho mas de lo que ella sentía que podia soportar, una cosa era el baile exótico, y otra muy distinta la prostitución, y ella realmente no planeaba llegar hasta esos extremos. Había mil y un demonios en la cabeza de la chica, sentía su corazón golpeando contra su pecho, y su cuerpo caliente tras cada paso