Pero antes de que se pudiese presentarse como el dueño de la compañía y no un recadero, su traidor estómago que estaba completamente vacío de no comer en todo el día por estar trabajando, decidió que era el momento oportuno para hacer su acto de aparición con una sinfonía de sonidos completamente vergonzosos, que a pesar de la acalorada discusión, se escucharon perfectamente en todo el salón.
- Ja, ja, ja, ja- comenzó a reírse Valerie sin ninguna misericordia de la cara de total vergüenza de Oliver.El magnate apretaba con fuerza los documentos en sus manos y estaba que echaba humo por su cabeza de la indignación, nunca en su vida había tenido un encuentro más horrible que este, con ninguna otra persona.Esta propietaria era como su archienemiga y mira que había lidiado con muchos otros empresarios importantes y huesos duros de roer, pero nada en el mundo se parecía a la señorita Valerie Miller.Decidió que se iba a retirar por hoy, para ver si recuperaba un poco la cara y regresaba otro día con una mejor presentación.O mejor aún, le soltaría a esta problemática mujer al secretario Stuart y que él fuera el que se quedara sin lengua tratando de convencerla.Pero al parecer hoy nada iba a salir como lo tenía planificado.- Bueno, en mi restaurante nadie se queda con hambre- le dijo Valerie finalmente después de reír de lo lindo y aprovecharse de la tragedia de este apuesto y hambriento hombre.- Ya estamos cerrados, pero me da lastimita que te tengan trabajando hasta esta hora y seguramente ni has almorzado, así que ven, comamos algo, que yo tampoco he cenado.- No tienes que darme comida, no soy ningún mendigo- le respondió Oliver rescatando algo de dignidad- Como no podemos hablar del asunto por el que vine, entonces me retiro.- Vamos hombre, no seas tan rencoroso, que en cualquier caso, la ofendida aquí debería ser yo - le dijo Valerie tomándolo con total confianza del brazo y arrastrándolo hacia la cocina.Oliver se asombró ante el cambio tan brusco de actitud de la dueña y además quién le había dado la confianza, para que lo estuviera tocando así con tanta libertad.Si había algo que odiaba era a las personas que se tomaban más atribuciones de las que le permitía y mucho menos que una desconocida, invadiera totalmente su espacio personal y estrujara su impecable traje, como lo estaba haciendo esta gruñona mujer.No obstante a eso, como todo lo estrambótico y raro que había sucedido desde que pisó este m@ldito restaurante, se vio siendo arrastrado sin protestar hasta el área donde una amplia y pulcra cocina esperaba.- Bien, puedes sentarte aquí mientras me pongo el delantal y preparamos algo rápido y sencillo, pero delicioso- le dijo Valerie señalándole un taburete alto de bar que estaba al lado de la encimera donde haría las preparaciones.- No quiero comer nada, además no ingiero alimentos en cualquier sitio- respondió finalmente Oliver saliendo de su estupefacción y decidido a retirarse de este sitio embrujado, lo más rápido posible.- Estoy segura de que no has comido en todo el día, no seas cabeza dura, además si tienes miedo que te envenene, por eso te indiqué que te sentaras justo al lado de donde haré las preparaciones- le dijo Valerie sin sentirse para nada ofendida mientras se lavaba las manos y se colocaba uno de los delantales limpio, color blanco roto- te puedo asegurar de que no te vas a arrepentir y te gustará mi comida- agregó con narcisismo.Y eso fue lo que definitivamente encendió la chispa de la venganza en Oliver.
La dejaría preparar su ridícula comida y después de dar una pequeña mordida le diría que era una bazofia lo que cocinaba, que no se creyera tan buena chef, que era pésima y por eso debería vender este restaurante mediocre.Con el plan malévolo en mente decidió quedarse.- Está bien, gracias por el servicio, entonces- le respondió poniendo los papeles sobre una esquina de la encimera- ¿puedo pasar al baño a lavarme las manos y la cara?- preguntó.Ya no podía aguantar más el mal olor, que para él le salía por todos lados gracias a la bienvenida con la fregona que había tenido y mucho menos comer cualquier cosa, lleno de bacterias.
- Claro, saliendo de la cocina a la derecha están los baños- le indicó Valerie caminando en dirección al cuarto de refrigeración para sacar los materiales frescos- ¿tienes alguna preferencia para el plato, algo que no te agrade comer o alergias a alimentos?- preguntó deteniéndose a mirar a Oliver.- Padezco de gastritis- le soltó sin más el empresario, como hacía cada vez que iba a comer a un restaurante y quería que tuviesen en cuenta este aspecto a la hora de la preparación del plato.Pero acto seguido se arrepintió, ¿para qué le estaba dando tantos detalles de su vida si al final daba lo mismo lo que hiciera?.- Mmm, así que gastritis- murmuró Valerie pensativa, seguro con el estrés que debería ser trabajar para el explotador de su jefe, el pobre, cualquiera tuviera problemas en el estómago- sabes, por la hora, creo que lo mejor es que prepare uno de mis sándwiches especiales- le dijo- te va a gustar, cuando vengas del baño hablamos de tus preferencias, te espero entonces- concluyó sin más, dándose la vuelta y dejando a Oliver sin la oportunidad de responder, ni replicar.Con frustración se fue al baño a ver si podía quitarse un poco de inmundicia de arriba y recargar las baterías para hacerle frente a esta fuerza adversaria.Iba a ser memorable cuando se riera en su cara como ella había hecho con él.
Era un hombre que no dejaba pasar una ofensa y ya esta propietaria le había propinado unas cuantas, en menos de una hora.Valerie sacó todos los ingredientes necesarios para hacer sus sandwiches especiales, que tanto le gustaban a todos y estaba segura de que este hombre no iba a ser la excepción. Comenzó a preparar su salsa especial y vio, como se acercaba, el empleado del dueño neurótico del edificio, viniendo del baño. Tenía la piel de la cara roja, se imaginaba que de tanto que intentó lavarse e incluso su pelo negro arreglado, despreocupadamente sexy, estaba mojado. Lo sentía un poco por el incidente de la fregona en su cabeza, pero el solito se lo buscó. - Ok, ¿Qué prefieres, pavo, atún ahumado, pechuga de pollo?- comenzó a hacerle un interrogatorio sobre sus preferencias mientras señalaba los alimentos limpios, y ordenados sobre la superficie de trabajo. - Prefiero el salmón ahumado- respondió Oliver, ya un poco más relajado porque aunque hubiese preferido darse un baño de cabeza y todo, por lo menos se había dado una buena limpieza y ya no podía oler ese nauseabundo olor. Además, tenía que a
Oliver llevaba media hora atascado en el mismo documento, de hecho ni siquiera le había dado la vuelta a la primera página. Por mucho que intentaba concentrarse, su mente siempre lo llevaba a todas las situaciones absurdas que vivió ayer en ese pequeño restaurante. Al final, tuvo que admitir que esa gruñona mujer cocinaba demasiado bien y eso que solo probó un simple pan. Se fue del lugar sin trato, con la moral por el suelo, pero con el estómago lleno. En su vida se habían burlado tanto de su persona, no la iba a perdonar, aunque tuviese una de las sonrisas más hermosas que había visto nunca. Cómo podría una mujer tan carismática ser tan malévola. Un golpe en la puerta lo sacó de sus problemas existencialistas, indicó con mal humor que podía pasar y el secretario Stuart hizo su aparición. - Presidente, vengo a recordarle que hoy es la celebración de bienvenida en el hall de edificio, para presentarse a todos sus empleados- le anunció siempre con su tono profesional y eficiente.
“¿Pero será hijo de put@ el muy cabrón? Se comió su comida como si nada y nunca le dijo su identidad, dejó que ella lo malinterpretara totalmente, debería estarse descojonando de la risa mientras ella hacía de tonta. Te odio totalmente y no me importa que te veas tan apuesto y sexy, ¡m@ldición!”.Iba peleando mentalmente, mientras se retiraba de esa absurda fiesta, donde no pudo ni tomar un sorbo de champán. Sus altos tacones resonaban en el vacío pasillo de salida del edificio. - ¡Srta. Miller! – escuchó como la llamaban y pasos acercándose, pero no se detuvo, estaba demasiado molesta y a la persona que menos quería ver ahora mismo, era a ese arrogante hombre. - ¡Espera Valerie!- sintió como Oliver la detuvo de su andar frenético, tomando su brazo, que ella separó con brusquedad y se giró para enfrentarlo. - ¿Te divertiste bastante mientras me veías la cara, verdad?- le preguntó apretando los dientes. - La verdad es que intenté decirte mi identidad muchas veces, pero siempre oc
Oliver, sin poder encontrar a Valerie y sin tener ni siquiera un número de teléfono donde llamarla, llegó a su nivel máximo de irritación. Tenía que desahogarse con alguien y quien mejor que la culpable de todo el asunto. - Oliver, no sé por qué reaccionó así, cuando claramente yo no dije nada que no fuera cierto, ella es…- comenzó Elizabeth a dar las explicaciones que había preparado durante estos 15 minutos en los que se quedó estupefacta, parada como una tonta en el pasillo desierto, sin poder creer que Oliver la había dejado plantada por ir a perseguir a esa obesa. Había pensado en reclamarle en cuanto regresara, pero cuando vio la cara de Oliver mientras se acercaba por el pasillo hacia ella, decidió inteligentemente callarse todos sus agravios y enfrentar esta situación desde otro enfoque. Conocía lo suficiente a este hombre, como para saber hasta donde podía estirar la cuerda con él, nunca jamás se atrevería a tocar sus límites y en estos momentos, estaba totalmente molesto
- Valerie, he querido verte todos estos días para disculparme, pero Elena me dijo que tenías un problema familiar, ¿está todo bien?- comenzó Oliver la conversación, aprovechando esta oportunidad obtenida, después de mucho perseverar. Ya está todo bien, agradezco la preocupación y no tienes que disculparte por nada, así que si era todo, te dejo para que sigas trabajando- le respondió Valerie tajante. En realidad todavía estaba con ira, por todo lo que había sucedido en esta tienda, le había pasado tantas veces, que cualquiera pensaría que ya debería estar acostumbrada. Pero nunca se iba a acostumbrar a que la insultaran por su peso, al que no le gustara mirarla, que se sacara los ojos. - Valerie, espera…- suspiró Oliver deteniendo el rápido escape de esta orgullosa mujer, a la cual nunca sabía cómo se iba a enfrentar, era la más difícil adversaria, que había tenido en mucho tiempo- Sé que debes estar molesta por muchas cosas, lamento profundamente lo que sucedió aquí, te puedo asegu
Oliver se sentía frustrado y no se conformaba con haber tenido solo unas pocas palabras de disculpas con Valerie, quería invitarla a salir y hablar con más calma, si no era hoy, porque estaba en compañía de otra amiga, entonces quedar para otro momento. Con la decisión tomada, le dijo a la gerente que continuarían el recorrido otro día, debido a que necesitaba resolver un asunto privado urgente. Se dio media vuelta y regresó, con pasos rápidos, a la tienda de lencería, rezando porque Valerie siguiera ahí, sin haberse ido del centro comercial. Cuando la dependienta le dijo que estaba aún en la tienda, suspiró con alivio, preguntó donde se encontraba ahora y la dependienta le indicó el sitio, sin especificarle que Valerie se estaba cambiando, pensando en las indicaciones de la cliente, de que si alguien la buscaba que lo pasara directamente. La empleada no conocía a Oliver y pensó que era el novio de Valerie y que esta quería mostrarle el conjunto para pedir su opinión. Aunque era u
Valerie se incorporó en los días siguientes a trabajar como siempre lo había hecho. De vez en cuando tenía un nuevo cliente que bajaba y le pedía que cocinara exclusivamente para él, como si fuera también su jefe. Pero a pesar de sus respuestas sarcásticas y del juego de palabras ingeniosas que siempre mantenían, Valerie terminaba haciéndole al exquisito de Oliver, los platos que este le pedía, incluso algunos que estaban hasta fuera del menú del restaurante. Mientras ese día, Valerie estaba cerrando su restaurante y cuadrando las cuentas del día para irse luego a descansar a su departamento, Oliver estaba en la celebración del cumpleaños de su suegra, en la gran mansión de los Johnson. - ¿Entonces puedes creer cómo esa gorda estaba queriendo hacer ejercicios en nuestro gimnasio?- escuchaba Oliver, con fastidio, a una de las chicas del grupo de “amigos” de Elizabeth, ya que se había visto arrastrado a esta conversación, en vez de estar hablando de negocios con otros empresarios -
Valerie estaba con mucha energía positiva esa mañana en su camino al trabajo. Iba en su pequeño mini Cooper escuchando al dúo Davichi y aunque no sabía absolutamente nada de coreano, eso no impedía que disfrutara de la hermosa melodía y de las canciones de amor. Pero esa combinación de romance y Asia, la llevaba a pensar en esos ojos verdes intensos, que siempre la seguían por todo el restaurante, cada vez que cierto hombre iba a hacer sus pedidos estrafalarios de comida e incluso pagaba por su tiempo para que comiera con él. ¡Capitalista despilfarrador! Las hermosas voces de Davichi, se vieron silenciadas por el tono de una llamada entrante de Elena. - Dime amiga, ya estoy llegando al restaurante- le respondió con el manos libre, a pocas cuadras del local. - Que bueno que ya vienes- le respondió con un suspiro y ya Valerie comenzó a preocuparse. - ¿Qué sucedió? - Creo que mejor lo ves con tus propios ojos cuando llegues- le dijo con pesar y Valerie aceleró para estar en el edi