¡¿Cuál es la magia de esta mujer?!
Oliver llevaba media hora atascado en el mismo documento, de hecho ni siquiera le había dado la vuelta a la primera página. Por mucho que intentaba concentrarse, su mente siempre lo llevaba a todas las situaciones absurdas que vivió ayer en ese pequeño restaurante. Al final, tuvo que admitir que esa gruñona mujer cocinaba demasiado bien y eso que solo probó un simple pan. Se fue del lugar sin trato, con la moral por el suelo, pero con el estómago lleno. En su vida se habían burlado tanto de su persona, no la iba a perdonar, aunque tuviese una de las sonrisas más hermosas que había visto nunca. Cómo podría una mujer tan carismática ser tan malévola. Un golpe en la puerta lo sacó de sus problemas existencialistas, indicó con mal humor que podía pasar y el secretario Stuart hizo su aparición. - Presidente, vengo a recordarle que hoy es la celebración de bienvenida en el hall de edificio, para presentarse a todos sus empleados- le anunció siempre con su tono profesional y eficiente.
“¿Pero será hijo de put@ el muy cabrón? Se comió su comida como si nada y nunca le dijo su identidad, dejó que ella lo malinterpretara totalmente, debería estarse descojonando de la risa mientras ella hacía de tonta. Te odio totalmente y no me importa que te veas tan apuesto y sexy, ¡m@ldición!”.Iba peleando mentalmente, mientras se retiraba de esa absurda fiesta, donde no pudo ni tomar un sorbo de champán. Sus altos tacones resonaban en el vacío pasillo de salida del edificio. - ¡Srta. Miller! – escuchó como la llamaban y pasos acercándose, pero no se detuvo, estaba demasiado molesta y a la persona que menos quería ver ahora mismo, era a ese arrogante hombre. - ¡Espera Valerie!- sintió como Oliver la detuvo de su andar frenético, tomando su brazo, que ella separó con brusquedad y se giró para enfrentarlo. - ¿Te divertiste bastante mientras me veías la cara, verdad?- le preguntó apretando los dientes. - La verdad es que intenté decirte mi identidad muchas veces, pero siempre oc
Oliver, sin poder encontrar a Valerie y sin tener ni siquiera un número de teléfono donde llamarla, llegó a su nivel máximo de irritación. Tenía que desahogarse con alguien y quien mejor que la culpable de todo el asunto. - Oliver, no sé por qué reaccionó así, cuando claramente yo no dije nada que no fuera cierto, ella es…- comenzó Elizabeth a dar las explicaciones que había preparado durante estos 15 minutos en los que se quedó estupefacta, parada como una tonta en el pasillo desierto, sin poder creer que Oliver la había dejado plantada por ir a perseguir a esa obesa. Había pensado en reclamarle en cuanto regresara, pero cuando vio la cara de Oliver mientras se acercaba por el pasillo hacia ella, decidió inteligentemente callarse todos sus agravios y enfrentar esta situación desde otro enfoque. Conocía lo suficiente a este hombre, como para saber hasta donde podía estirar la cuerda con él, nunca jamás se atrevería a tocar sus límites y en estos momentos, estaba totalmente molesto
- Valerie, he querido verte todos estos días para disculparme, pero Elena me dijo que tenías un problema familiar, ¿está todo bien?- comenzó Oliver la conversación, aprovechando esta oportunidad obtenida, después de mucho perseverar. Ya está todo bien, agradezco la preocupación y no tienes que disculparte por nada, así que si era todo, te dejo para que sigas trabajando- le respondió Valerie tajante. En realidad todavía estaba con ira, por todo lo que había sucedido en esta tienda, le había pasado tantas veces, que cualquiera pensaría que ya debería estar acostumbrada. Pero nunca se iba a acostumbrar a que la insultaran por su peso, al que no le gustara mirarla, que se sacara los ojos. - Valerie, espera…- suspiró Oliver deteniendo el rápido escape de esta orgullosa mujer, a la cual nunca sabía cómo se iba a enfrentar, era la más difícil adversaria, que había tenido en mucho tiempo- Sé que debes estar molesta por muchas cosas, lamento profundamente lo que sucedió aquí, te puedo asegu
Oliver se sentía frustrado y no se conformaba con haber tenido solo unas pocas palabras de disculpas con Valerie, quería invitarla a salir y hablar con más calma, si no era hoy, porque estaba en compañía de otra amiga, entonces quedar para otro momento. Con la decisión tomada, le dijo a la gerente que continuarían el recorrido otro día, debido a que necesitaba resolver un asunto privado urgente. Se dio media vuelta y regresó, con pasos rápidos, a la tienda de lencería, rezando porque Valerie siguiera ahí, sin haberse ido del centro comercial. Cuando la dependienta le dijo que estaba aún en la tienda, suspiró con alivio, preguntó donde se encontraba ahora y la dependienta le indicó el sitio, sin especificarle que Valerie se estaba cambiando, pensando en las indicaciones de la cliente, de que si alguien la buscaba que lo pasara directamente. La empleada no conocía a Oliver y pensó que era el novio de Valerie y que esta quería mostrarle el conjunto para pedir su opinión. Aunque era u
Valerie se incorporó en los días siguientes a trabajar como siempre lo había hecho. De vez en cuando tenía un nuevo cliente que bajaba y le pedía que cocinara exclusivamente para él, como si fuera también su jefe. Pero a pesar de sus respuestas sarcásticas y del juego de palabras ingeniosas que siempre mantenían, Valerie terminaba haciéndole al exquisito de Oliver, los platos que este le pedía, incluso algunos que estaban hasta fuera del menú del restaurante. Mientras ese día, Valerie estaba cerrando su restaurante y cuadrando las cuentas del día para irse luego a descansar a su departamento, Oliver estaba en la celebración del cumpleaños de su suegra, en la gran mansión de los Johnson. - ¿Entonces puedes creer cómo esa gorda estaba queriendo hacer ejercicios en nuestro gimnasio?- escuchaba Oliver, con fastidio, a una de las chicas del grupo de “amigos” de Elizabeth, ya que se había visto arrastrado a esta conversación, en vez de estar hablando de negocios con otros empresarios -
Valerie estaba con mucha energía positiva esa mañana en su camino al trabajo. Iba en su pequeño mini Cooper escuchando al dúo Davichi y aunque no sabía absolutamente nada de coreano, eso no impedía que disfrutara de la hermosa melodía y de las canciones de amor. Pero esa combinación de romance y Asia, la llevaba a pensar en esos ojos verdes intensos, que siempre la seguían por todo el restaurante, cada vez que cierto hombre iba a hacer sus pedidos estrafalarios de comida e incluso pagaba por su tiempo para que comiera con él. ¡Capitalista despilfarrador! Las hermosas voces de Davichi, se vieron silenciadas por el tono de una llamada entrante de Elena. - Dime amiga, ya estoy llegando al restaurante- le respondió con el manos libre, a pocas cuadras del local. - Que bueno que ya vienes- le respondió con un suspiro y ya Valerie comenzó a preocuparse. - ¿Qué sucedió? - Creo que mejor lo ves con tus propios ojos cuando llegues- le dijo con pesar y Valerie aceleró para estar en el edi
- Disculpa que te haya estropeado todo el traje- le dice Valerie a Oliver, observando a través de sus ojos avellanas, enrojecidos y hasta medio hinchados, debido al arrebato de llanto que había tenido no hace mucho. Después de hablar con Oliver, recuperó un poco más de fortaleza y salió para hacer frente al interrogatorio policial. Aunque en realidad ninguno de ellos tenía nada importante que confesar. Ayer habían terminado como siempre de trabajar y cuando Valerie se fue de última, se aseguró de que todo estuviese bien cerrado. El principal detalle que sí los perjudicó completamente, fue que la cámara de vigilancia que daba a la puerta de entrada y en realidad era la única con la que contaba el restaurante, se había estropeado de forma extraña hace unos días y Valerie aún no pagaba su arreglo, esperando a hacer las cuentas a finales del mes. Pensó que se había roto por una fuerte lluvia que hubo hace unos días, a pesar de tener su protección, pero parece que no era el caso. Ahor