- ¡No pienso firmar este papel absurdo!- dijo enojada Valerie, mientras tiraba unos documentos que cayeron totalmente desorganizados sobre una de las mesas de entrada de su restaurante.- Le dices a tu jefe que no envíe a más personas a molestarme, este restaurante ha pertenecido a mi familia por varias generaciones, siempre ha estado así como lo ves- agregó, señalando con las manos en alto, para que el hombre de traje que tenía delante, pudiese observar su entorno.- Y mientras yo sea la dueña, no pienso cambiarlo solo porque al prepotente de tu jefe le da la gana de “modernizar” el edificio que acaba de comprar. - Pero Srta. Miller, si lo que le preocupa es el acuerdo financiero, podemos llegar a una cifra que a usted le convenga, el señor Lee… - ¡Le dice a su jefe millonario, que todo en la vida no tiene un precio como él piensa, que es la última vez que trato a las personas que vienen con algo de amabilidad y educación, pero que si siguen de pesaditos molestando todos los días y
- Bien chicos, cierren la puerta al salir- grita Valerie desde el baño, despidiéndose de todos sus empleados. Como siempre terminaron de limpiar y recoger el restaurante tarde en la noche, su horario era hasta las 12 pm.Como era costumbre, Valerie era la última en irse, en ocasiones Elena se quedaba hasta el final con ella.Pero su amiga tenía a un niño en casa que la esperaba, así que generalmente terminaba de ayudar y se iba corriendo a atender a su pequeño. - Bien, todo en orden- se dice Valerie mirando su reflejo en el espejo. Siempre concluía el día media despeluzada y sudorosa, así que había que refrescar y acicalar a esta hermosa jefa para que saliera radiante de su negocio. Se recogió en una coleta alta su pelo castaño ondeado, mientras examinaba su cuerpo con sus hermosos ojos color avellana. - Elena tiene razón, he vuelto a subir de peso, ese m@aldito ricachón me va a hacer perder mis sexis curvas con tanta insistencia- murmuraba mientras se miraba el trasero en el espe
Oliver respiró hondo y sacó paciencia de donde no la tenía, para hacerle frente a esta mujer que lo sacaba de quicio y estaba prácticamente seguro de que era la dueña del restaurante. No se había tomado ni el trabajo de revisar la fotografía anexada a la investigación que hizo el secretario Stuart, de los dueños de cada local que le interesaba comprar. Nunca se imaginó que tendría que bajar personalmente a tratar con ella y mucho menos que tendría esta bienvenida. - Es cierto que es tarde en la noche, pero hay un asunto urgente que tengo que hablar con usted- comenzó su negociación bajando un poco el tono. Ya habían comenzado con el pie izquierdo, así que estaba seguro de que ahora el esfuerzo sería el doble, pero él era un hombre de negocios, cerrar acuerdos era lo que hacía día a día.- Necesito que piense detenidamente en la propuesta que le traigo, es insuperable y nunca… - ¡No puede ser!- exclamó Valerie interrumpiendo totalmente el discurso de Oliver al que se le contrajo un
Valerie sacó todos los ingredientes necesarios para hacer sus sandwiches especiales, que tanto le gustaban a todos y estaba segura de que este hombre no iba a ser la excepción. Comenzó a preparar su salsa especial y vio, como se acercaba, el empleado del dueño neurótico del edificio, viniendo del baño. Tenía la piel de la cara roja, se imaginaba que de tanto que intentó lavarse e incluso su pelo negro arreglado, despreocupadamente sexy, estaba mojado. Lo sentía un poco por el incidente de la fregona en su cabeza, pero el solito se lo buscó. - Ok, ¿Qué prefieres, pavo, atún ahumado, pechuga de pollo?- comenzó a hacerle un interrogatorio sobre sus preferencias mientras señalaba los alimentos limpios, y ordenados sobre la superficie de trabajo. - Prefiero el salmón ahumado- respondió Oliver, ya un poco más relajado porque aunque hubiese preferido darse un baño de cabeza y todo, por lo menos se había dado una buena limpieza y ya no podía oler ese nauseabundo olor. Además, tenía que a
Oliver llevaba media hora atascado en el mismo documento, de hecho ni siquiera le había dado la vuelta a la primera página. Por mucho que intentaba concentrarse, su mente siempre lo llevaba a todas las situaciones absurdas que vivió ayer en ese pequeño restaurante. Al final, tuvo que admitir que esa gruñona mujer cocinaba demasiado bien y eso que solo probó un simple pan. Se fue del lugar sin trato, con la moral por el suelo, pero con el estómago lleno. En su vida se habían burlado tanto de su persona, no la iba a perdonar, aunque tuviese una de las sonrisas más hermosas que había visto nunca. Cómo podría una mujer tan carismática ser tan malévola. Un golpe en la puerta lo sacó de sus problemas existencialistas, indicó con mal humor que podía pasar y el secretario Stuart hizo su aparición. - Presidente, vengo a recordarle que hoy es la celebración de bienvenida en el hall de edificio, para presentarse a todos sus empleados- le anunció siempre con su tono profesional y eficiente.
“¿Pero será hijo de put@ el muy cabrón? Se comió su comida como si nada y nunca le dijo su identidad, dejó que ella lo malinterpretara totalmente, debería estarse descojonando de la risa mientras ella hacía de tonta. Te odio totalmente y no me importa que te veas tan apuesto y sexy, ¡m@ldición!”.Iba peleando mentalmente, mientras se retiraba de esa absurda fiesta, donde no pudo ni tomar un sorbo de champán. Sus altos tacones resonaban en el vacío pasillo de salida del edificio. - ¡Srta. Miller! – escuchó como la llamaban y pasos acercándose, pero no se detuvo, estaba demasiado molesta y a la persona que menos quería ver ahora mismo, era a ese arrogante hombre. - ¡Espera Valerie!- sintió como Oliver la detuvo de su andar frenético, tomando su brazo, que ella separó con brusquedad y se giró para enfrentarlo. - ¿Te divertiste bastante mientras me veías la cara, verdad?- le preguntó apretando los dientes. - La verdad es que intenté decirte mi identidad muchas veces, pero siempre oc
Oliver, sin poder encontrar a Valerie y sin tener ni siquiera un número de teléfono donde llamarla, llegó a su nivel máximo de irritación. Tenía que desahogarse con alguien y quien mejor que la culpable de todo el asunto. - Oliver, no sé por qué reaccionó así, cuando claramente yo no dije nada que no fuera cierto, ella es…- comenzó Elizabeth a dar las explicaciones que había preparado durante estos 15 minutos en los que se quedó estupefacta, parada como una tonta en el pasillo desierto, sin poder creer que Oliver la había dejado plantada por ir a perseguir a esa obesa. Había pensado en reclamarle en cuanto regresara, pero cuando vio la cara de Oliver mientras se acercaba por el pasillo hacia ella, decidió inteligentemente callarse todos sus agravios y enfrentar esta situación desde otro enfoque. Conocía lo suficiente a este hombre, como para saber hasta donde podía estirar la cuerda con él, nunca jamás se atrevería a tocar sus límites y en estos momentos, estaba totalmente molesto
- Valerie, he querido verte todos estos días para disculparme, pero Elena me dijo que tenías un problema familiar, ¿está todo bien?- comenzó Oliver la conversación, aprovechando esta oportunidad obtenida, después de mucho perseverar. Ya está todo bien, agradezco la preocupación y no tienes que disculparte por nada, así que si era todo, te dejo para que sigas trabajando- le respondió Valerie tajante. En realidad todavía estaba con ira, por todo lo que había sucedido en esta tienda, le había pasado tantas veces, que cualquiera pensaría que ya debería estar acostumbrada. Pero nunca se iba a acostumbrar a que la insultaran por su peso, al que no le gustara mirarla, que se sacara los ojos. - Valerie, espera…- suspiró Oliver deteniendo el rápido escape de esta orgullosa mujer, a la cual nunca sabía cómo se iba a enfrentar, era la más difícil adversaria, que había tenido en mucho tiempo- Sé que debes estar molesta por muchas cosas, lamento profundamente lo que sucedió aquí, te puedo asegu