Valerie iba cantando un tema de BTS que sonaba en la radio, mientras manejaba su pequeño Mini Cooper negro.
Le gustaba mucho ese grupo y pensar en esos cantantes, la hacía recordar a cierto empleado con rasgos asiáticos que se había colado anoche en su restaurante.
Después de comerse el sándwich, se hizo el digno, pero Valerie divertida, podía ver que si le encantó su comida, incluso se le había quedado una mancha de la salsa en la esquina de la boca, pero ni siquiera se lo dijo, solo para ver risueña, como se iba con la evidencia en la cara.
La chef sonreía, mientras manejaba de camino a la aburrida fiesta de bienvenida del nuevo jefe recalcitrante del edificio.
Iría solo por compromiso, porque no le hacía ninguna gracia hacerle la corte a ese pomposo.
Se daría una vuelta, como para hacer acto de presencia y de paso, conocería el rostro detrás del famoso dueño de medio San Francisco.
El enorme hall del edificio estaba muy bien decorado en una combinación elegante de negro y dorado.
Solo permitían la entrada al edificio con la invitación, o a menos que fueras uno de los empleados o dueños, como ella, de los pocos negocios privados que quedaban.Se acercó a la larga mesa del catering, no porque tuviese hambre, sino como chef al fin, quería ver que pensaba servirles el nuevo jefecito.“Quizás había algo venenoso para deshacerse de las molestias como ella”, pensó sonriendo de su propia idea tonta.- ¿Hay algo gracioso entre las langostas?- escuchó una voz baja conocida a su espalda y se giró para hacerle frente a ese sexy asalariado, que se había colado de noche en su restaurante.- Estaba viendo si tu jefe había puesto veneno en la comida- dijo así sinceramente y Oliver sintió como un tic nervioso saltaba en su ojo.“¿Veneno en la comida?, esta mujer está completamente loca, ¿por qué tuvo que acercarse a ella en primer lugar?”, pensó con pesar.Pero luego recordó como bajando del elevador, entre tantas personas, vislumbró un vestido rojo enfundando en unas sexis curvas.Por supuesto que toda su atención se centró en esa persona.A pesar de los muchos invitados que lo conocían e intentaban comenzar a entablar una conversación, por supuesto siempre encaminada a los negocios y a sus intereses.Él los fue despidiendo con educación, pero cortante y sus pasos se dirigían irremediablemente hacia la mujer, que ahora revisaba la mesa de bufete libre.Como estaba de espaldas a él, pudo ver de primera mano como el vestido rojo, demasiado corto para su gusto, se ceñía a esa silueta de caderas anchas, cintura más estrecha y el trasero en un límite peligroso entre la tela y la blanca piel.Cuando habló con Valerie y esta se giró para verlo con esa cara de fanática de dorama que ponía, pudo vislumbrar como casi la mitad de sus elevados senos se mostraban a través del pronunciado escote en V.Tenía a más de uno babeando y casi en un impulso se quita la chaqueta y la cubre, pero desechó totalmente esta absurda idea, cuando una frase de la chef le recordó, que esta mujer lo odiaba y que estaban en una disputa por su restaurante.- En serio eres increíble, ¿cómo crees que yo voy…? – comenzó a explicarle Oliver y a dejar en claro de una vez y por todas, su identidad.- Presidente, ya es hora de dar el discurso de apertura- lo interrumpió la voz del secretario Stuart.- ¿Presidente?- repitió Valerie con incredulidad y asombro, interrogando a Oliver con la mirada.Entonces Oliver vio la oportunidad de vengarse de todos los agravios sufridos, y tenía una lista hecha:" Una fregona apestosa en su cara, ser llamado ladrón, asalariado, infeliz, explotado, muerto de hambre.Eso sin contar todos los insultos directos a su persona, un capitalista egocéntrico, tacaño, engreído, que mataba de hambre a sus empleados y además, acusado de intentar envenenar a sus invitados".Sonrió con malicia en su interior y sin responderle, comenzó a caminar hacia la plataforma donde estaba montado el podio con el micrófono.- Buenas tardes a los presentes, les agradezco que hayan asistido a esta fiesta de bienvenida, me presento ante todos, ya que algunos me conocen, pero otros no han tenido el placer- dijo sarcásticamente mirando hacia Valerie y disfrutando inmensamente su cara de asombro y desconcierto.Esto estaba quedando fenomenal.- Mi nombre es Oliver Lee, el nuevo dueño de este edificio comercial y CEO de Cityscape Realty Group- concluyó mirándola fijamente.“¿A quién vas a llamar ahora pobre recadero?”
“¿Pero será hijo de put@ el muy cabrón? Se comió su comida como si nada y nunca le dijo su identidad, dejó que ella lo malinterpretara totalmente, debería estarse descojonando de la risa mientras ella hacía de tonta. Te odio totalmente y no me importa que te veas tan apuesto y sexy, ¡m@ldición!”.Iba peleando mentalmente, mientras se retiraba de esa absurda fiesta, donde no pudo ni tomar un sorbo de champán. Sus altos tacones resonaban en el vacío pasillo de salida del edificio. - ¡Srta. Miller! – escuchó como la llamaban y pasos acercándose, pero no se detuvo, estaba demasiado molesta y a la persona que menos quería ver ahora mismo, era a ese arrogante hombre. - ¡Espera Valerie!- sintió como Oliver la detuvo de su andar frenético, tomando su brazo, que ella separó con brusquedad y se giró para enfrentarlo. - ¿Te divertiste bastante mientras me veías la cara, verdad?- le preguntó apretando los dientes. - La verdad es que intenté decirte mi identidad muchas veces, pero siempre oc
Oliver, sin poder encontrar a Valerie y sin tener ni siquiera un número de teléfono donde llamarla, llegó a su nivel máximo de irritación. Tenía que desahogarse con alguien y quien mejor que la culpable de todo el asunto. - Oliver, no sé por qué reaccionó así, cuando claramente yo no dije nada que no fuera cierto, ella es…- comenzó Elizabeth a dar las explicaciones que había preparado durante estos 15 minutos en los que se quedó estupefacta, parada como una tonta en el pasillo desierto, sin poder creer que Oliver la había dejado plantada por ir a perseguir a esa obesa. Había pensado en reclamarle en cuanto regresara, pero cuando vio la cara de Oliver mientras se acercaba por el pasillo hacia ella, decidió inteligentemente callarse todos sus agravios y enfrentar esta situación desde otro enfoque. Conocía lo suficiente a este hombre, como para saber hasta donde podía estirar la cuerda con él, nunca jamás se atrevería a tocar sus límites y en estos momentos, estaba totalmente molesto
- Valerie, he querido verte todos estos días para disculparme, pero Elena me dijo que tenías un problema familiar, ¿está todo bien?- comenzó Oliver la conversación, aprovechando esta oportunidad obtenida, después de mucho perseverar. Ya está todo bien, agradezco la preocupación y no tienes que disculparte por nada, así que si era todo, te dejo para que sigas trabajando- le respondió Valerie tajante. En realidad todavía estaba con ira, por todo lo que había sucedido en esta tienda, le había pasado tantas veces, que cualquiera pensaría que ya debería estar acostumbrada. Pero nunca se iba a acostumbrar a que la insultaran por su peso, al que no le gustara mirarla, que se sacara los ojos. - Valerie, espera…- suspiró Oliver deteniendo el rápido escape de esta orgullosa mujer, a la cual nunca sabía cómo se iba a enfrentar, era la más difícil adversaria, que había tenido en mucho tiempo- Sé que debes estar molesta por muchas cosas, lamento profundamente lo que sucedió aquí, te puedo asegu
Oliver se sentía frustrado y no se conformaba con haber tenido solo unas pocas palabras de disculpas con Valerie, quería invitarla a salir y hablar con más calma, si no era hoy, porque estaba en compañía de otra amiga, entonces quedar para otro momento. Con la decisión tomada, le dijo a la gerente que continuarían el recorrido otro día, debido a que necesitaba resolver un asunto privado urgente. Se dio media vuelta y regresó, con pasos rápidos, a la tienda de lencería, rezando porque Valerie siguiera ahí, sin haberse ido del centro comercial. Cuando la dependienta le dijo que estaba aún en la tienda, suspiró con alivio, preguntó donde se encontraba ahora y la dependienta le indicó el sitio, sin especificarle que Valerie se estaba cambiando, pensando en las indicaciones de la cliente, de que si alguien la buscaba que lo pasara directamente. La empleada no conocía a Oliver y pensó que era el novio de Valerie y que esta quería mostrarle el conjunto para pedir su opinión. Aunque era u
Valerie se incorporó en los días siguientes a trabajar como siempre lo había hecho. De vez en cuando tenía un nuevo cliente que bajaba y le pedía que cocinara exclusivamente para él, como si fuera también su jefe. Pero a pesar de sus respuestas sarcásticas y del juego de palabras ingeniosas que siempre mantenían, Valerie terminaba haciéndole al exquisito de Oliver, los platos que este le pedía, incluso algunos que estaban hasta fuera del menú del restaurante. Mientras ese día, Valerie estaba cerrando su restaurante y cuadrando las cuentas del día para irse luego a descansar a su departamento, Oliver estaba en la celebración del cumpleaños de su suegra, en la gran mansión de los Johnson. - ¿Entonces puedes creer cómo esa gorda estaba queriendo hacer ejercicios en nuestro gimnasio?- escuchaba Oliver, con fastidio, a una de las chicas del grupo de “amigos” de Elizabeth, ya que se había visto arrastrado a esta conversación, en vez de estar hablando de negocios con otros empresarios -
Valerie estaba con mucha energía positiva esa mañana en su camino al trabajo. Iba en su pequeño mini Cooper escuchando al dúo Davichi y aunque no sabía absolutamente nada de coreano, eso no impedía que disfrutara de la hermosa melodía y de las canciones de amor. Pero esa combinación de romance y Asia, la llevaba a pensar en esos ojos verdes intensos, que siempre la seguían por todo el restaurante, cada vez que cierto hombre iba a hacer sus pedidos estrafalarios de comida e incluso pagaba por su tiempo para que comiera con él. ¡Capitalista despilfarrador! Las hermosas voces de Davichi, se vieron silenciadas por el tono de una llamada entrante de Elena. - Dime amiga, ya estoy llegando al restaurante- le respondió con el manos libre, a pocas cuadras del local. - Que bueno que ya vienes- le respondió con un suspiro y ya Valerie comenzó a preocuparse. - ¿Qué sucedió? - Creo que mejor lo ves con tus propios ojos cuando llegues- le dijo con pesar y Valerie aceleró para estar en el edi
- Disculpa que te haya estropeado todo el traje- le dice Valerie a Oliver, observando a través de sus ojos avellanas, enrojecidos y hasta medio hinchados, debido al arrebato de llanto que había tenido no hace mucho. Después de hablar con Oliver, recuperó un poco más de fortaleza y salió para hacer frente al interrogatorio policial. Aunque en realidad ninguno de ellos tenía nada importante que confesar. Ayer habían terminado como siempre de trabajar y cuando Valerie se fue de última, se aseguró de que todo estuviese bien cerrado. El principal detalle que sí los perjudicó completamente, fue que la cámara de vigilancia que daba a la puerta de entrada y en realidad era la única con la que contaba el restaurante, se había estropeado de forma extraña hace unos días y Valerie aún no pagaba su arreglo, esperando a hacer las cuentas a finales del mes. Pensó que se había roto por una fuerte lluvia que hubo hace unos días, a pesar de tener su protección, pero parece que no era el caso. Ahor
- ¡¿… Cómo que no puedo pasar?!, ¿quién te has creído que eres para detenerme?... ¡solo eres un secretario asalariado!- gritaba Elizabeth muy molesta. Había venido hasta aquí, no a ver precisamente a Oliver, sino a contemplar su obra maestra, porque sí, por supuesto, que había sido ella quien le había pagado a esos tipos de una banda organizada, para que le destruyeran el negocio mala muerte ese, a la cerda de la dueña. El día de la fiesta, donde su querido novio la había dejado totalmente de ridículo, se dio cuenta de que le había molestado el comentario sobre la chica del gimnasio. Ella no le veía el problema a ese chiste, pero Oliver era muy sensible con el tema de las críticas a los demás. Elizabeth no lo entendía, todos no podían nacer perfectos, para que el mundo fuera mundo, tenía que haber también personas feas, gordas, bajitas, apestosas, todo tipo de cosas desagradables, que solo hacían que personas excelentes como ellos destacaran mucho más. Pensaba que con esa conversa