- Valerie, he querido verte todos estos días para disculparme, pero Elena me dijo que tenías un problema familiar, ¿está todo bien?- comenzó Oliver la conversación, aprovechando esta oportunidad obtenida, después de mucho perseverar. Ya está todo bien, agradezco la preocupación y no tienes que disculparte por nada, así que si era todo, te dejo para que sigas trabajando- le respondió Valerie tajante. En realidad todavía estaba con ira, por todo lo que había sucedido en esta tienda, le había pasado tantas veces, que cualquiera pensaría que ya debería estar acostumbrada. Pero nunca se iba a acostumbrar a que la insultaran por su peso, al que no le gustara mirarla, que se sacara los ojos. - Valerie, espera…- suspiró Oliver deteniendo el rápido escape de esta orgullosa mujer, a la cual nunca sabía cómo se iba a enfrentar, era la más difícil adversaria, que había tenido en mucho tiempo- Sé que debes estar molesta por muchas cosas, lamento profundamente lo que sucedió aquí, te puedo asegu
Oliver se sentía frustrado y no se conformaba con haber tenido solo unas pocas palabras de disculpas con Valerie, quería invitarla a salir y hablar con más calma, si no era hoy, porque estaba en compañía de otra amiga, entonces quedar para otro momento. Con la decisión tomada, le dijo a la gerente que continuarían el recorrido otro día, debido a que necesitaba resolver un asunto privado urgente. Se dio media vuelta y regresó, con pasos rápidos, a la tienda de lencería, rezando porque Valerie siguiera ahí, sin haberse ido del centro comercial. Cuando la dependienta le dijo que estaba aún en la tienda, suspiró con alivio, preguntó donde se encontraba ahora y la dependienta le indicó el sitio, sin especificarle que Valerie se estaba cambiando, pensando en las indicaciones de la cliente, de que si alguien la buscaba que lo pasara directamente. La empleada no conocía a Oliver y pensó que era el novio de Valerie y que esta quería mostrarle el conjunto para pedir su opinión. Aunque era u
Valerie se incorporó en los días siguientes a trabajar como siempre lo había hecho. De vez en cuando tenía un nuevo cliente que bajaba y le pedía que cocinara exclusivamente para él, como si fuera también su jefe. Pero a pesar de sus respuestas sarcásticas y del juego de palabras ingeniosas que siempre mantenían, Valerie terminaba haciéndole al exquisito de Oliver, los platos que este le pedía, incluso algunos que estaban hasta fuera del menú del restaurante. Mientras ese día, Valerie estaba cerrando su restaurante y cuadrando las cuentas del día para irse luego a descansar a su departamento, Oliver estaba en la celebración del cumpleaños de su suegra, en la gran mansión de los Johnson. - ¿Entonces puedes creer cómo esa gorda estaba queriendo hacer ejercicios en nuestro gimnasio?- escuchaba Oliver, con fastidio, a una de las chicas del grupo de “amigos” de Elizabeth, ya que se había visto arrastrado a esta conversación, en vez de estar hablando de negocios con otros empresarios -
Valerie estaba con mucha energía positiva esa mañana en su camino al trabajo. Iba en su pequeño mini Cooper escuchando al dúo Davichi y aunque no sabía absolutamente nada de coreano, eso no impedía que disfrutara de la hermosa melodía y de las canciones de amor. Pero esa combinación de romance y Asia, la llevaba a pensar en esos ojos verdes intensos, que siempre la seguían por todo el restaurante, cada vez que cierto hombre iba a hacer sus pedidos estrafalarios de comida e incluso pagaba por su tiempo para que comiera con él. ¡Capitalista despilfarrador! Las hermosas voces de Davichi, se vieron silenciadas por el tono de una llamada entrante de Elena. - Dime amiga, ya estoy llegando al restaurante- le respondió con el manos libre, a pocas cuadras del local. - Que bueno que ya vienes- le respondió con un suspiro y ya Valerie comenzó a preocuparse. - ¿Qué sucedió? - Creo que mejor lo ves con tus propios ojos cuando llegues- le dijo con pesar y Valerie aceleró para estar en el edi
- Disculpa que te haya estropeado todo el traje- le dice Valerie a Oliver, observando a través de sus ojos avellanas, enrojecidos y hasta medio hinchados, debido al arrebato de llanto que había tenido no hace mucho. Después de hablar con Oliver, recuperó un poco más de fortaleza y salió para hacer frente al interrogatorio policial. Aunque en realidad ninguno de ellos tenía nada importante que confesar. Ayer habían terminado como siempre de trabajar y cuando Valerie se fue de última, se aseguró de que todo estuviese bien cerrado. El principal detalle que sí los perjudicó completamente, fue que la cámara de vigilancia que daba a la puerta de entrada y en realidad era la única con la que contaba el restaurante, se había estropeado de forma extraña hace unos días y Valerie aún no pagaba su arreglo, esperando a hacer las cuentas a finales del mes. Pensó que se había roto por una fuerte lluvia que hubo hace unos días, a pesar de tener su protección, pero parece que no era el caso. Ahor
- ¡¿… Cómo que no puedo pasar?!, ¿quién te has creído que eres para detenerme?... ¡solo eres un secretario asalariado!- gritaba Elizabeth muy molesta. Había venido hasta aquí, no a ver precisamente a Oliver, sino a contemplar su obra maestra, porque sí, por supuesto, que había sido ella quien le había pagado a esos tipos de una banda organizada, para que le destruyeran el negocio mala muerte ese, a la cerda de la dueña. El día de la fiesta, donde su querido novio la había dejado totalmente de ridículo, se dio cuenta de que le había molestado el comentario sobre la chica del gimnasio. Ella no le veía el problema a ese chiste, pero Oliver era muy sensible con el tema de las críticas a los demás. Elizabeth no lo entendía, todos no podían nacer perfectos, para que el mundo fuera mundo, tenía que haber también personas feas, gordas, bajitas, apestosas, todo tipo de cosas desagradables, que solo hacían que personas excelentes como ellos destacaran mucho más. Pensaba que con esa conversa
- Según lo que usted me comenta y por los estudios realizados, la Srta. Johnson sufrió lo que conoce como un síncope vasovagal, o para que pueda comprender mejor, experimentó una situación demasiado estresante emocionalmente, que hizo que su sistema nervioso parasimpático, respondiera con demasiada exageración- le explicaba el doctor a Oliver, mientras Elizabeth se encontraba bajo sedación acostada en la cama del cuarto VIP hospitalario. - Entonces, doctor, ¿cuál es el tratamiento?- le preguntó Oliver, preocupado. - Aunque es necesario realizarle otros estudios complementarios para estar completamente seguros, al parecer la Srta. Johnson sufre de mucho estrés emocional por algún asunto que la aterra demasiado y su mente no puede hacerle frente a esa situación que la supera- comenzó a explicarle el médico- mi recomendación preliminar es que la Srta. Johnson debe examinarse con un psicólogo. Mientras tanto tratemos de no tocar los temas que estaban discutiendo antes de su desmayo, porq
“Entonces, esta es la guarida del lobo”, pensó Valerie mirando con disimulo alrededor del departamento de Oliver. Hoy comenzaba oficialmente su empleo como chef privada del magnate inmobiliario. Desde el drama de aquel día en su oficina, no había visto mucho a Oliver, pero su secretario principal la llamó, ya que dejó su número de contacto para el tema de los detalles y coordinaron para verse y firmar. Valerie pensó que Oliver estaría presente en el encuentro, que sería en una de las salas de conferencias de su compañía, pero un poco desilusionada, solo se reunió con el secretario del magnate. “Mejor así, el hombre tiene novia y además pertenecemos a dos extremos totalmente diferentes”, se convenció suspirando y agradecida por un trato tan favorable para ella. Se notaba que Oliver no percibiría ningún beneficio por su ayuda, de hecho, Valerie no podía entender como era que perdía esta oportunidad tan buena de adquirir su restaurante. Oliver nunca más le había propuesto dinero por