3

Días después…

Nikolai había acordado reunirse con Aleksei. Había escogido el lugar: un almacén abandonado, lejos de las miradas curiosas y empapado con el aire de peligro que le convenía a la ocasión. Las paredes desgastadas y el eco de cada paso daban a la reunión un aura de tensión que era casi palpable. Lilia lo seguía de cerca, obligada por los hombres de Nikolai, quien no parecía dispuesto a dejarla escapar de su control. Ella había jurado no mostrar miedo, pero cada movimiento de la noche la estaba poniendo a prueba.

—¿Por qué debo estar aquí? —exigió saber, con la voz firme pero la mirada nerviosa moviéndose entre las sombras del lugar.

Nikolai no la miró, pero su tono fue inamovible.

 —Es mejor que veas por ti misma cómo funcionan estas cosas. Así, la próxima vez pensarás dos veces antes de desafiarme. 

Antes de que pudiera replicar, las enormes puertas metálicas se abrieron con un chirrido y un grupo de hombres entró en formación meticulosa. En el centro, Aleksei Romanov avanzaba con la seguridad de un depredador en su territorio. Sus ojos se posaron en Lilia un momento, y la sonrisa en su rostro tenía algo de triunfo y crueldad. Ella se estremeció involuntariamente.

—Nikolai —dijo Aleksei, abriendo los brazos como si saludara a un viejo amigo. —Parece que tenemos un asunto pendiente entre nosotros. Y creo que sabes por qué estoy aquí.

Lilia sintió la mirada de Nikolai, pero no se movió. Con una calma aterradora, respondió:

—Si viniste para hablar sobre la deuda, estás perdiendo tu tiempo.

Aleksei soltó una carcajada fría y cruzó los brazos.

—No estoy perdiendo el tiempo, Nikolai. Estoy aquí por lo que es mío. Lilia es la garantía de esa deuda, y no creo que tengas derecho a interferir. Su padre me debía mucho dinero cuando falleció, intenté sacárselo a su hermana, pero preferí mandarla a la cárcel para desviar la atención de la policía… ¿quién va a creer en una mujer que contrabandeaba mis mercancías?

Nikolai finalmente se giró hacia él, dejando clara la frialdad en su mirada.

—Te equivocas. Ella ya no es tu problema, Aleksei. Lilia está bajo mi protección ahora, y no permitiré que nadie toque un cabello de su cabeza. Quieres el dinero, te lo daré.

El aire en el almacén se volvió más pesado. Aleksei avanzó un paso, sus hombres ajustándose instintivamente a su alrededor.

—No quiero tu sucio dinero, quiero que sea ella quien me lo de… ¿Eso significa que estás dispuesto a la guerra por ella? Porque si ese es el caso, déjame asegurarte que estás jugando una partida peligrosa, Nikolai.

Antes de que Lilia pudiera reaccionar, Nikolai dio un paso al frente y desarmó con rápidez a uno de los hombres de Aleksei. La pistola cayó al suelo con un estruendo metálico, y el silencio que siguió fue ensordecedor. Nikolai se enderezó, dejando la pistola a un lado, y sonrió apenas un poco.

—Ella no es un objeto para comerciar, Aleksei. Y si insistes en esto, pagarás con sangre —sentenció, con la calma de alguien que sabía que tenía la ventaja.

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