Jack esquivó la mirada de aquella mujer en el bar, porque una cosa era que estuviese jodidamente enojado con Kira y otra que actuara como un idiota y la traicionara.— No estoy interesado — gruñó entre dientes y bebió un trago largo de su quinto vaso.La mujer sonrió sin que él pudiese ser capaz de notarlo.— Todos los hombres están interesados — dijo, y antes de que colocara seductoramente una mano en su antebrazo, Jack la detuvo y le clavó una mirada fría.— Te dije que no estoy interesado — habló en tono remoto —. Tengo a una mujer esperándome en casa.La mujer volteó los ojos y se marchó de allí, al fin dejándolo solo.Más tarde esa madrugada, pues cruzaban las cuatro con treinta, Kira bajó las escaleras hasta el salón principal. James y otro par de escoltas más estaban allí, junto a las puertas del elevador, y eso significaba que Jack no había llegado, por eso evitó volver a preguntar cómo lo había venido haciendo durante toda la noche.Saludó con una pequeña sonrisa torcida y se
El siguiente par de días se sintieron como si hubiesen retrocedido al principio.Jack se iba antes de que Kira despertara, y regresaba cuando ya la sabía dormida. Por lo mismo, no ingería ninguna de las comidas en casa y a veces se duchaba y cambiaba de ropa en la oficina para no tener que cruzarse con ella.Las cosas no estaban bien, y él no tenía ni put4 idea de cómo resolverlo. ¡Si es que había una solución para ello! Se sentía enojado y traicionado… traicionado por ella. ¿Cómo había podido?Revivir el pasado lo tenía mentalmente agotado, y la sola idea de que Marene estuviese rondando descaradamente por allí, era algo que no había consentido en el pasado como para permitir que lo hiciera ahora. La quería a kilómetros de su mujer y su hijo, por eso soltó una maldición cuando el abogado le dijo que la demanda no podía proceder, y que debía ser la misma Kira quien pidiera al juez una orden de alejamiento.Tomó su saco, pidió a Sophie que cancelara sus pendientes del día y salió despa
Jack se quedó mirando las puertas del elevador por eternos segundos, rogando que por favor volviese.No lo hizo, y algo dentro de él sabía que no lo haría, que la había perdido… quizás para siempre.— Síganla — pidió a los escoltas personales de Kira antes de dirigirse devastado a la biblioteca.James y Lander no dudaron en acatar esa orden. Y Kiliam siguió a su jefe en completo silencio.— Quiero estar solo — mencionó desde la puerta —. Si Kira regresa…Suspiró hondo y sonrió con amarga nostalgia.Ella no regresaría. Era tan orgullosa y testaruda que sabía perfectamente que no lo haría, por eso selló sus labios en una línea recta y cerró la puerta detrás de sí, sumiéndose a sí mismo en la más cruda desolación.Kira abandonó el edificio, dejando que las lágrimas cayeran unas tras otras. Se sentía herida y rabiosa. Agh, era un terco, uno muy grande y tonto. Y ella… Dios, ella lo era aún más. ¿Cómo había podido creer que iba a ayudar a un hombre que no quería ayudarse a sí mismo? Lo peo
La mañana siguiente, lo primero que hizo fue enviar a recursos humanos su renuncia, después se comunicó con el número del dueño del edificio en donde alquilaba en un principio y por suerte el estudio seguía estando vacío, así que sin dudar volvió a rentarlo, aunque las llaves no se las entregarían hasta dentro de un par de días.El martes recordó que tenía consulta con el médico. Era la primera vez que iba sin él y no pudo evitar sentirse nostálgica, pero su bebé estaba bien y eso era lo único que importaba.Por la noche, abrió el portátil y decidió contestar a todos aquellos correos con ofertas laborales que había rechazado por estar trabajando en el grupo Akerman. El sueldo no se comparaba, pero podría sobrevivir y después del parto se las arreglaría mejor. Faltaban siete meses para eso todavía.Sí podía.Por supuesto que sí. Siempre había podido.Su vida no terminaba con ese terco y tonto de Jack Akerman.Agh, cada vez que lo evocaba, se sentía furiosa, porque a pesar de todo, lo a
Llegó al hospital donde sabía Marene llevaba días internada.No tenía mucha información y su jefe de seguridad no le había proporcionado mucha tampoco, tan solo la suficiente para arrastrarlo hasta allí con esa asfixiante sensación oprimiéndole el tórax.Preguntó en recepción por ella y en seguida la mujer detrás del mostrador sonrió.— Qué bueno que alguien ya haya venido a verla — dijo, y minutos más tarde, lo dirigía a través del pasillo de cuarto piso —. Es aquí, pase.Jack asintió, y le tomó unos largos segundos armarse valor para cruzar esa puerta.Marene estaba sentada junto a la ventana, desde donde se podía ver perfectamente como la ciudad transitaba y se agolpaba para recibir el año nuevo dentro de un par de horas más.— Buenas noches — saludó en tono neutro.La mujer se irguió, pero no se giró tan pronto, pues al escuchar esa voz creyó estar en presencia de un espejismo.No fue así, y su corazón palpitó desmedido al descubrir a su hijo allí.— ¿Jack…? — preguntó, todavía du
Cuando Kira vio a Jack allí sentado, en el césped, con las rodillas pegadas al pecho y los brazos rodeando sus piernas, sintió que su corazón se quebraba en dos. Lucía tan sereno que dolía… tan roto que asustaba.Dios, lucía tanto como un niño pequeño y desprotegido.James y otro par más del equipo de seguridad intentaron acercarse y hacer algo por él, pero Kiliam, que conocía a su jefe muy bien, sabía que no sería prudente, así que alzó la mano impidiéndolo, y a cambio, permitió que fuese ella quien lo hiciera, pues sabía era la única que tenía el increíble poder de consolarlo.— Jack… — musitó Kira con la voz entrecortada, y ahogó un doloroso jadeo cuando miró sus manos. Estaban casi destrozadas y eso la afligió muchísimo. Se sentó a su lado, y durante un muy largo rato, se quedó allí, acompañándolo en silencio, hasta que comenzó a sentir el frío de aquella época de invierno y sus labios titiritaron.— Ve a casa, Kira — le dijo él. No se había atrevido a mirarla siquiera.Ella negó
Jack sabía que de alguna manera tenía que al fin cerrar ese ciclo, y que era un camino bastante largo que además le tocaba recorrer solo, pero necesitaba hacerlo.Por Kira.Por su hijo.Ellos merecían la mejor versión de él, no la que estaba dañada y atormentada, no esa versión que se obligó a forjar a través de los años para protegerse de las personas.No, ya no más, debía y quería acabar con ese hombre, y a cambio, convertirse en uno digno de la familia que quería formar al lado de los únicos dos seres que le habían hecho ver la vida desde otra perspectiva.Quería vivir. Quería vivir por y para ellos.Sobre todo, quería vivir para sí mismo, por eso debía escarbar en lo más profundo de su ser, y para eso… debía comenzar por el principio.El perdón y la resiliencia.Despertó a la primera hora del día y nadó un poco. Hacía un tiempo que no lo hacía y era algo que disfrutaba hacer cuando quería controlar sus niveles de ansiedad y estrés. Después, hizo una hora de entrenamiento pesado en
Como a eso de las nueve, llegó al hospital central de Manhattan. La recepcionista lo reconoció, y por lo mismo, él aprovechó para pedir el expediente de Marene. Quería saberlo todo y si había al menos una posibilidad de que…Suspiró, ni siquiera quería pensarlo.— ¿Es usted un familiar directo, verdad? Porque es la única forma de que pueda proporcionarle esta información.— Sí, yo soy su… — se tensó. Esas palabras habían dejado de ser parte de su vocabulario hacía mucho tiempo y todavía no sabía cómo se sentiría al retomarlas. Pasó un trago — soy familiar directo — completó a cambio.La mujer asintió, hicieron la revisión correspondiente y le entregó la carpeta. Ese día él no se atrevió a subir a verla, no se sentía tan preparado después de lo de la noche anterior, pero, durante los días siguientes, mientras tenía un espacio entre una reunión y otra, se empapó de todo.Marene había sido diagnosticada hacía cinco años atrás, en Colorado, justo el tiempo que había pasado desde que inten