Jack se quedó mirando las puertas del elevador por eternos segundos, rogando que por favor volviese.No lo hizo, y algo dentro de él sabía que no lo haría, que la había perdido… quizás para siempre.— Síganla — pidió a los escoltas personales de Kira antes de dirigirse devastado a la biblioteca.James y Lander no dudaron en acatar esa orden. Y Kiliam siguió a su jefe en completo silencio.— Quiero estar solo — mencionó desde la puerta —. Si Kira regresa…Suspiró hondo y sonrió con amarga nostalgia.Ella no regresaría. Era tan orgullosa y testaruda que sabía perfectamente que no lo haría, por eso selló sus labios en una línea recta y cerró la puerta detrás de sí, sumiéndose a sí mismo en la más cruda desolación.Kira abandonó el edificio, dejando que las lágrimas cayeran unas tras otras. Se sentía herida y rabiosa. Agh, era un terco, uno muy grande y tonto. Y ella… Dios, ella lo era aún más. ¿Cómo había podido creer que iba a ayudar a un hombre que no quería ayudarse a sí mismo? Lo peo
La mañana siguiente, lo primero que hizo fue enviar a recursos humanos su renuncia, después se comunicó con el número del dueño del edificio en donde alquilaba en un principio y por suerte el estudio seguía estando vacío, así que sin dudar volvió a rentarlo, aunque las llaves no se las entregarían hasta dentro de un par de días.El martes recordó que tenía consulta con el médico. Era la primera vez que iba sin él y no pudo evitar sentirse nostálgica, pero su bebé estaba bien y eso era lo único que importaba.Por la noche, abrió el portátil y decidió contestar a todos aquellos correos con ofertas laborales que había rechazado por estar trabajando en el grupo Akerman. El sueldo no se comparaba, pero podría sobrevivir y después del parto se las arreglaría mejor. Faltaban siete meses para eso todavía.Sí podía.Por supuesto que sí. Siempre había podido.Su vida no terminaba con ese terco y tonto de Jack Akerman.Agh, cada vez que lo evocaba, se sentía furiosa, porque a pesar de todo, lo a
Llegó al hospital donde sabía Marene llevaba días internada.No tenía mucha información y su jefe de seguridad no le había proporcionado mucha tampoco, tan solo la suficiente para arrastrarlo hasta allí con esa asfixiante sensación oprimiéndole el tórax.Preguntó en recepción por ella y en seguida la mujer detrás del mostrador sonrió.— Qué bueno que alguien ya haya venido a verla — dijo, y minutos más tarde, lo dirigía a través del pasillo de cuarto piso —. Es aquí, pase.Jack asintió, y le tomó unos largos segundos armarse valor para cruzar esa puerta.Marene estaba sentada junto a la ventana, desde donde se podía ver perfectamente como la ciudad transitaba y se agolpaba para recibir el año nuevo dentro de un par de horas más.— Buenas noches — saludó en tono neutro.La mujer se irguió, pero no se giró tan pronto, pues al escuchar esa voz creyó estar en presencia de un espejismo.No fue así, y su corazón palpitó desmedido al descubrir a su hijo allí.— ¿Jack…? — preguntó, todavía du
Cuando Kira vio a Jack allí sentado, en el césped, con las rodillas pegadas al pecho y los brazos rodeando sus piernas, sintió que su corazón se quebraba en dos. Lucía tan sereno que dolía… tan roto que asustaba.Dios, lucía tanto como un niño pequeño y desprotegido.James y otro par más del equipo de seguridad intentaron acercarse y hacer algo por él, pero Kiliam, que conocía a su jefe muy bien, sabía que no sería prudente, así que alzó la mano impidiéndolo, y a cambio, permitió que fuese ella quien lo hiciera, pues sabía era la única que tenía el increíble poder de consolarlo.— Jack… — musitó Kira con la voz entrecortada, y ahogó un doloroso jadeo cuando miró sus manos. Estaban casi destrozadas y eso la afligió muchísimo. Se sentó a su lado, y durante un muy largo rato, se quedó allí, acompañándolo en silencio, hasta que comenzó a sentir el frío de aquella época de invierno y sus labios titiritaron.— Ve a casa, Kira — le dijo él. No se había atrevido a mirarla siquiera.Ella negó
Jack sabía que de alguna manera tenía que al fin cerrar ese ciclo, y que era un camino bastante largo que además le tocaba recorrer solo, pero necesitaba hacerlo.Por Kira.Por su hijo.Ellos merecían la mejor versión de él, no la que estaba dañada y atormentada, no esa versión que se obligó a forjar a través de los años para protegerse de las personas.No, ya no más, debía y quería acabar con ese hombre, y a cambio, convertirse en uno digno de la familia que quería formar al lado de los únicos dos seres que le habían hecho ver la vida desde otra perspectiva.Quería vivir. Quería vivir por y para ellos.Sobre todo, quería vivir para sí mismo, por eso debía escarbar en lo más profundo de su ser, y para eso… debía comenzar por el principio.El perdón y la resiliencia.Despertó a la primera hora del día y nadó un poco. Hacía un tiempo que no lo hacía y era algo que disfrutaba hacer cuando quería controlar sus niveles de ansiedad y estrés. Después, hizo una hora de entrenamiento pesado en
Como a eso de las nueve, llegó al hospital central de Manhattan. La recepcionista lo reconoció, y por lo mismo, él aprovechó para pedir el expediente de Marene. Quería saberlo todo y si había al menos una posibilidad de que…Suspiró, ni siquiera quería pensarlo.— ¿Es usted un familiar directo, verdad? Porque es la única forma de que pueda proporcionarle esta información.— Sí, yo soy su… — se tensó. Esas palabras habían dejado de ser parte de su vocabulario hacía mucho tiempo y todavía no sabía cómo se sentiría al retomarlas. Pasó un trago — soy familiar directo — completó a cambio.La mujer asintió, hicieron la revisión correspondiente y le entregó la carpeta. Ese día él no se atrevió a subir a verla, no se sentía tan preparado después de lo de la noche anterior, pero, durante los días siguientes, mientras tenía un espacio entre una reunión y otra, se empapó de todo.Marene había sido diagnosticada hacía cinco años atrás, en Colorado, justo el tiempo que había pasado desde que inten
Nunca, en sus casi treinta y un años, se había sentido así, como un adolescente que al fin se decidía a confesar sus sentimientos a la chica de sus sueños, pero allí estaba, armándose de valor, porque de esa noche no pasaba que, ese ser que había llegado a su vida en forma de luz, escuchara de su propia boca, y con todas sus letras, lo irremediablemente enamorado que estaba de ella, y que la batalla contra sí mismo… terminaba allí.Saludó al conserje con un leve asentimiento de cabeza. El hombre ya lo conocía, aunque no esperó verlo allí después de la reciente visita masculina que también acababa de subir al estudio de esa encantadora jovencita.Cuando las puertas se abrieron en el piso correspondiente y Jack avanzó a través del pasillo, un ramalazo inesperado lo hizo detenerse al ver a Damián allí, en su puerta, con una botella de coctel sin alcohol en una mano, al tiempo que sostenía con la otra un ramo de flores azulesAguardó allí por apenas un par de segundos, con la mandíbula te
— ¿Mi bebé está bien, doctor? — le preguntó angustiada, mientras sus ojos seguían derramando lágrimas sin control. Ese pedacito de ser le importaba más que su propio bienestar, y de no haber sido por el valiente acto de Jack… Dios, ni siquiera podía llegar a imaginarlo, pero ahora él estaba allí, debatiéndose entre la vida y la muerta.Después de un largo instante, el amable hombre levantó la mirada y sonrió.— No hay nada de que preocuparse — le dijo —. Los latidos del bebé se escuchan fuertes y regulares. ¿Quiere aprovechar que está aquí para que le hagamos una ecografía?La joven primeriza dejó salir un suspiro de alivio y sus ojos brillaron. Después asintió. Dentro de todo lo que estaba pasando quería ver a su bebé, y darle la certeza a Jack, cuando se recuperara, porque confiaba en que iba a hacerlo, que el hijo de ambos seguía siendo muy sano y fuerte.Con calma, el doctor lo preparó todo en la habitación mientras ella se tumbaba en la camilla. El frío gel tocó su vientre ligera