Cuando Kira vio a Jack allí sentado, en el césped, con las rodillas pegadas al pecho y los brazos rodeando sus piernas, sintió que su corazón se quebraba en dos. Lucía tan sereno que dolía… tan roto que asustaba.Dios, lucía tanto como un niño pequeño y desprotegido.James y otro par más del equipo de seguridad intentaron acercarse y hacer algo por él, pero Kiliam, que conocía a su jefe muy bien, sabía que no sería prudente, así que alzó la mano impidiéndolo, y a cambio, permitió que fuese ella quien lo hiciera, pues sabía era la única que tenía el increíble poder de consolarlo.— Jack… — musitó Kira con la voz entrecortada, y ahogó un doloroso jadeo cuando miró sus manos. Estaban casi destrozadas y eso la afligió muchísimo. Se sentó a su lado, y durante un muy largo rato, se quedó allí, acompañándolo en silencio, hasta que comenzó a sentir el frío de aquella época de invierno y sus labios titiritaron.— Ve a casa, Kira — le dijo él. No se había atrevido a mirarla siquiera.Ella negó
Jack sabía que de alguna manera tenía que al fin cerrar ese ciclo, y que era un camino bastante largo que además le tocaba recorrer solo, pero necesitaba hacerlo.Por Kira.Por su hijo.Ellos merecían la mejor versión de él, no la que estaba dañada y atormentada, no esa versión que se obligó a forjar a través de los años para protegerse de las personas.No, ya no más, debía y quería acabar con ese hombre, y a cambio, convertirse en uno digno de la familia que quería formar al lado de los únicos dos seres que le habían hecho ver la vida desde otra perspectiva.Quería vivir. Quería vivir por y para ellos.Sobre todo, quería vivir para sí mismo, por eso debía escarbar en lo más profundo de su ser, y para eso… debía comenzar por el principio.El perdón y la resiliencia.Despertó a la primera hora del día y nadó un poco. Hacía un tiempo que no lo hacía y era algo que disfrutaba hacer cuando quería controlar sus niveles de ansiedad y estrés. Después, hizo una hora de entrenamiento pesado en
Como a eso de las nueve, llegó al hospital central de Manhattan. La recepcionista lo reconoció, y por lo mismo, él aprovechó para pedir el expediente de Marene. Quería saberlo todo y si había al menos una posibilidad de que…Suspiró, ni siquiera quería pensarlo.— ¿Es usted un familiar directo, verdad? Porque es la única forma de que pueda proporcionarle esta información.— Sí, yo soy su… — se tensó. Esas palabras habían dejado de ser parte de su vocabulario hacía mucho tiempo y todavía no sabía cómo se sentiría al retomarlas. Pasó un trago — soy familiar directo — completó a cambio.La mujer asintió, hicieron la revisión correspondiente y le entregó la carpeta. Ese día él no se atrevió a subir a verla, no se sentía tan preparado después de lo de la noche anterior, pero, durante los días siguientes, mientras tenía un espacio entre una reunión y otra, se empapó de todo.Marene había sido diagnosticada hacía cinco años atrás, en Colorado, justo el tiempo que había pasado desde que inten
Nunca, en sus casi treinta y un años, se había sentido así, como un adolescente que al fin se decidía a confesar sus sentimientos a la chica de sus sueños, pero allí estaba, armándose de valor, porque de esa noche no pasaba que, ese ser que había llegado a su vida en forma de luz, escuchara de su propia boca, y con todas sus letras, lo irremediablemente enamorado que estaba de ella, y que la batalla contra sí mismo… terminaba allí.Saludó al conserje con un leve asentimiento de cabeza. El hombre ya lo conocía, aunque no esperó verlo allí después de la reciente visita masculina que también acababa de subir al estudio de esa encantadora jovencita.Cuando las puertas se abrieron en el piso correspondiente y Jack avanzó a través del pasillo, un ramalazo inesperado lo hizo detenerse al ver a Damián allí, en su puerta, con una botella de coctel sin alcohol en una mano, al tiempo que sostenía con la otra un ramo de flores azulesAguardó allí por apenas un par de segundos, con la mandíbula te
— ¿Mi bebé está bien, doctor? — le preguntó angustiada, mientras sus ojos seguían derramando lágrimas sin control. Ese pedacito de ser le importaba más que su propio bienestar, y de no haber sido por el valiente acto de Jack… Dios, ni siquiera podía llegar a imaginarlo, pero ahora él estaba allí, debatiéndose entre la vida y la muerta.Después de un largo instante, el amable hombre levantó la mirada y sonrió.— No hay nada de que preocuparse — le dijo —. Los latidos del bebé se escuchan fuertes y regulares. ¿Quiere aprovechar que está aquí para que le hagamos una ecografía?La joven primeriza dejó salir un suspiro de alivio y sus ojos brillaron. Después asintió. Dentro de todo lo que estaba pasando quería ver a su bebé, y darle la certeza a Jack, cuando se recuperara, porque confiaba en que iba a hacerlo, que el hijo de ambos seguía siendo muy sano y fuerte.Con calma, el doctor lo preparó todo en la habitación mientras ella se tumbaba en la camilla. El frío gel tocó su vientre ligera
— La operación salió bien — añadió el doctor al percibir gestos tan cargados de preocupación.— ¿Pero…? — intervino Kira, desde atrás, con el corazón en la mano, pues algo dentro de sí le decía que esas no eran todas las noticias.El hombre la miró con compasión y cruzó las manos al frente.— Hemos tomado la difícil decisión de inducir al paciente en un coma debido a las múltiples heridas internas y los órganos comprometidos.— Oh, no, Jack… — sollozó desconsolada. Emma tuvo que abrigarla con su cuerpo porque el de la joven parecía que iba a desfallecer en cualquier momento.— ¿Un coma, doctor? — indagó Tyler, el más calmado de todos allí — ¿Por cuánto tiempo?El doctor a cargo se encogió de hombros.— No sabría decirle con certeza — suspiró —. Podrían ser días, semanas… o incluso meses. Todo dependerá de que tanto evolucione el paciente durante las próximas horas y que tanto quiera aferrarse a la vida. Lo mantendremos en cuidados intensivos y monitorearemos su progreso constantemente
Jack estaba despierto, y sus ojos observaban el entorno con una mezcla de confusión y asombro. Las máquinas a las que había estado conectado los últimos días seguían sonando por los cables desconectados.Dos enfermeras intentaban contenerlo y el doctor lo evaluaba con sorpresa por su repentino y pronto despertar. Pocos casos de lucha había visto durante su larga carrera… y ese era uno de ellos.— Kira… — murmuró Jack débilmente. Su voz estaba cargada de preocupación y angustia — Kira…El doctor alzó la vista, comprendiendo que se refería a esa jovencita que no había querido abandonar el hospital bajo ninguna circunstancia.— Venga, acérquese — le pidió —. Le hará bien saber que está aquí.Kira pasó un trago con dolor, y sin pensarlo dos veces, corrió hasta él y se hundió en sus brazos, como cuando sabes que estás próxima a la meta y el corazón no para de latir desbocado contra la caja torácica.Jack se estremeció ligeramente por el leve impacto e intentó con mucho esfuerzo rodearla y
Las buenas noticias llegaron a oídos de la familia, y con un límite de tiempo, fueron pasando a verlo durante los días siguientes. Prudence y Albert entraron juntos. La mujer no podía creer que su nieto estuviese en esa fría cama, pero, ahora que lo sabía despierto y luchando por recuperarse, su corazón se llenaba de júbilo.Ethan y Tyler siguieron después, y aunque lo encontraron dormido gracias a un relajante muscular que le habían administrado minutos antes, no demoraron en hacer de las suyas, como cuando eran unos críos, y le pintaron la cara como a una gatita con marcador semipermanente.Kira entornó los ojos y negó con la cabeza sin poder evitar una pequeña sonrisa, después los echó a ambos de allí, reprimiéndolos por el acto tan infantil, aunque divertido. De enterarse, Jack iba a querer matarlos.Con muchísimo cariño y paciencia, mientras él permanecía profundamente dormido, tomó una toalla húmeda y le fue limpiando el rostro de a poco, trazando a su paso caricias suaves y tie