Kira se encerró en su oficina después del lanzamiento y cerró la puerta con tanta fuerza que incluso las persianas se removieron.Llorar no era propio de ella, no por una tontería, pero después de todo su esfuerzo, de la forma en la que había estado trabajando las últimas semanas y el tiempo invertido para que todo saliera según lo previsto, no pudo evitarlo.Clavó las palmas con aspereza en el escritorio y ahogó una maldición. No supo cuánto tiempo pasó de estar así, intentando contenerse para no estallar, pero escuchó varios golpecitos sobre su puerta que la hicieran reaccionar.Supuso que se trataba de Sophie.— Iré por los documentos a tu escritorio, Sophie, gracias, pero ahora mismo no quiero atender nada.— ¿Ni siquiera a mí? — escuchó esa voz al tiempo que la puerta se abría y volvía a cerrarse pasados unos segundos.Se giró, y al verlo apoyado contra el marco de la puerta, se quedó sin aliento.— Jack… — musitó con un nudo en la garganta, y sintiendo como una especie de fierro
Esa noche, y las siguientes de esa misma semana, Kira y Jack parecían no poder estar lejos del otro. Ella ya llevaba más de un mes trabajando en la empresa y las cosas allí no hacían más que mejorar. Era arrolladoramente inteligente, preparada y tenaz, por eso Jack no dudó en dejarla a cargo de todo cuando tuvo que hacer un pequeño viaje de negocios durante tres días.Pudo habérsela llevado, en realidad, esa era su idea principal, pero sabía que necesita a alguien como ella y de confianza al mando.Cuando regresó, no hubo novedades, salvo un par de contratiempos que ella resolvió muy bien y él estuvo monitoreando todo el tiempo.Ese mismo día, besándola impaciente en su propia oficina, sobre el escritorio, donde había trabajo pendiente y papeles acumulado; Jack le pidió a Kira que quería que cenara con él esa noche. Fue una necesidad que surgió involuntaria.Ella aceptó, en medio del contacto de sus labios. Dios, lo había echado tanto de menos.— ¿Te parece si llego a tu pent-house a
Con sus antiguas amantes en turno, Jack siempre se había marchado antes de que llegara el alba, pero, en esa ocasión, junto a Kira, el amanecer nunca se había sentido tan reconfortante… y supo que a partir de ese momento no volvería a ser el mismo.Ninguno de los dos lo sería.Jack contempló a la mujer que dormía a su costado, piernas entrelazas y cabello ligeramente alborotado. Sonrió, indudablemente embelesado y besó su hombro antes de salir de la cama.La noche de sexo que tuvieron fue asombrosa, nada que se hubiese comparado con las anteriores, y es que si era sincero, ella siempre se superaba en hacerlo sentir un hombre superior. Kira era una mujer entregada y apasionada, daba todo de sí o no daba nada… y en la cama era jodidamente caliente, risueña, divertida.Era tantas cosas a la vez que no estaba completamente seguro de querer dejarla ir.Se adelantó y pidió al chef que preparara el desayuno para ambos, luego se ejercitó como de costumbre y subió a la habitación para tomar un
— Oh, cariño, no tuviste que venir hasta aquí por mí.Kira se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y negó de forma reprobatoria con la cabeza.— Abuela, ¿cómo puedes decir algo así? — musitó — Tú y Lana son lo más importante para mí, deberías saberlo.Margaret sonrió y alcanzó su mejilla para acariciarla como cuando tenía cinco años.— Mi niña preciosa, ustedes también lo son para mí, pero tu trabajo…— El trabajo puede esperar, abuela, la salud no — y eso era algo que ella misma le había enseñado, por eso la mujer asintió con orgullo.Más tarde, el médico entró para examinarla, así que ella aprovechó para buscar a Damián en la cafetería y le contó que todo había quedado en un susto. El muchacho se mostró atento todo el tiempo, incluso se movió con algunos contactos médicos para que la atención de Margaret fuese de primera, cosa que Kira agradeció de todo corazón.— Cuentas con todo mi apoyo, lo sabes — le expresó de forma sincera y ella asintió con una sonrisa.Después de sabe
Jack la miró alejarse con altanería, sacudiendo las caderas y taconeando fuerte. Ja, faltaba más, como si de los dos ella fuese la ofendida.Aventó unos papeles al suelo con un movimiento brusco y clavó las palmas contra el filo del escritorio. Resopló, enojadísimo. ¿Cómo había podido permitir que esa mujer lo desestabilizara de esa forma? ¿En qué estaba pensando cuando la dejó entrar a su vida? ¿Y a las de las dos personas que más protegía con recelo? Sus abuelos.¡Ah! Es que eso le pasaba por imbécil, por dejarse embaucar con esa sonrisa coqueta y ese espíritu libre, alegre… pasional. Tan pronto supo por dónde iban sus pensamientos, tomó su saco y del respaldo de la silla y salió de allí hecho una furia.— Señor Akerman…— ¡Ahora no, Sophie! — la silenció de súbito.La joven se quedó pasmada. De verdad había tenido que ocurrir algo el fin de semana para que haya regresado en ese estado de cólera.Cuando Kira llegó al elevador, picó el botón con desespero y rabia acumulada. Sus labio
El siguiente par de días fue un completo calvario para ambos.Buscaban cada vez estar más lejos del otro, y si había algo que pudiesen resolver a través de Sophie, lo hacían sin miramientos, y cuando no, se limitaban a decirse estrictamente lo necesario y evitaban a todo pronóstico mirarse las caras o permanecer demasiado tiempo a solas.Las reuniones grupales seguían siendo un careo constante e insoportable. Jack la provocaba y ella no se quedaba callada. Eran una bomba de tiempo… y cualquiera de los dos, en algún momento, iba a estallar.El jueves por la mañana, ella tuvo que ir personalmente a su oficina porque Sophie estaba en una consulta médica y no regresaría hasta el día siguiente. Jack estaba más enojado que de costumbre, y se debía a que ella iba por allí actuando con naturalidad y sonriendo como si tuviese un buen día, como si nada le afectara, mientras a él el diablo se lo llevaba.Cuando Kira salió y cerró la puerta tras ella, Jack soltó toda esa tensión acumulada de días
Kira fingió no oírlo y siguió adelante. Había pedido un auto por la aplicación del móvil hace segundos.— Kira — su nombre volvió a sonar en la boca de Jack a sus espaldas, pero ella no tenía ni la mínima intención de encararlo y hablar con él. No era muy maduro de su parte, pero él tampoco era un niño y así era como se había estado comportando con ella la última semana.Jódete, neoyorkino arrogante. Pensó a medida que cruzaba el enorme jardín de la casa y evitaba a toda costa sentir el fulguro cosquilleo que provocaba ese hombre ahora a menos de medio metro cerca de ella.Jack la capturó delicadamente del codo y la instó a mirarlo. Para él, ninguna mujer merecía el esfuerzo de ir tras ella y comportarse como si estuviese necesitado de atención, o un poco más que eso, pero tratándose de Kira, todo se salía de su clásico comportamiento… no lograba entender del todo por qué, aunque empezaba a sospecharlo y no le gustaba nada ese hecho.¿Qué tenía ella que no pudiese conseguir en otra mu
Kira no protestó, al menos no al principio, y dejó salir una suave exhalación cuando el sabor de esa boca fiera le adormeció todos y cada uno de los sentidos.Jack deslizó su lengua por los pliegues sensibles de la boca femenina y tomó ese rostro perfilado entre sus manos porque necesitaba poseerlo todo de ella. Kira se deslizó y se afincó intuitivamente a esa caricia, mientras sus labios se movían en consecuencia de los suyos.— Nos están viendo, vayamos a casa — le pidió ella con la respiración contenida.Jack se alejó un par de centímetros y la miró con ojos chispeantes, después asintió y pidió a Kiliam que ellos y sus hombres podrían retirarse a casa.El camino estuvo trazado de completo silencio. Kira oteaba su ventana con la mente en blanco y Jack la observaba de reojo cuando se detenían en un semáforo; fascinado.Tan pronto llegaron y ella introdujo la llave en su puerta, se dio la media vuelta y colocó la mano contra el marco, al mismo tiempo que Jack se topaba con su mirada g