Jack consideró que esa noche no necesitaba guardaespaldas, salvo a Kiliam, que lo seguía a sol y a sombra sin importar lo que este le ordenara.— ¿No tienes familia? — le preguntó desde el asiento del copiloto. Y eso no era algo que él no supiera, es que simplemente había pasado un tiempo desde que lo contrató y no estaba del todo seguro si su situación sentimental había cambiado con los años, aunque lo dudaba.— No, señor — respondió el joven, al volante, que no cruzaba los veintisiete.— ¿Y has considerado alguna vez tenerla?Kiliam lo miró de reojo.— ¿Quiere mi aprobación respecto a sus propias dudas, señor?Jack sonrió y negó con la cabeza.— Me conoces.— Como la palma de mi mano — concordó — Y si todavía quiere mi respuesta, sí, espero tener pronto una familia… cuando llegue la indicada, por supuesto.— ¿Cómo sabes cuándo es la indicada? — preguntó, curioso. Él jamás había experimentado esa sensación con ninguna mujer… hasta hace poco.Kiliam aparcó el auto frente al bar y se g
Sabía que estaba completamente fuera de lugar lo que estaba haciendo, y no era propio de él, en lo absoluto. ¿Cuándo se había visto que Jack Akerman rompía todos los protocolos y cruzaba el límite de la decencia por una mujer? Jamás… hasta que tuvo que conocerla a ella y todo lo que solía ser se fue por el retrete, por eso, cuando vio a una chica salir y entró despacio para asegurarse de que no había nadie más allí, salvo ellos dos, pasó el pestillo de la puerta y se plantó firme frente a ella.Kira se retocaba el pintalabios cuando lo advirtió y abrió los ojos de par en par.¡Este sí que estaba loco!— ¿Qué estás haciendo aquí? — preguntó, enojada, y lo miró con esas dos gemas que parecían querer atravesarlo en cualquier momento — ¡Tienes que dejar de actuar por impulso!Cuando se giró, él ya estaba casi sobre ella, acorralándola contra la superficie de mármol y tomándola firmemente de la cintura porque sabía lo escurridiza que era.— Y tú tienes que dejar de provocarme — gruñó en vo
Las cosas en el bar no terminaron como Jack había planeado que acabaran, pues Kira era demasiado orgullosa y por esa misma razón no permitió que la llevara a casa, aunque la oferta de Damián no la declinó y ese idiota fue el último en estar con ella esa noche.Se sentía celoso de manera exorbitante, incluso rabioso, y de haber sabido que el castigo iba a ser así de grande, se habría mordido la lengua y hubiese esperado a que ella se explicara, pero, contrario a eso, sacó conclusiones apresuradas y allí estaban las consecuencias.¿Las merecía? Sí, rotundamente.Esa misma noche, de regreso a casa, mientras le auto serpenteaba la ciudad, Kira estaba absorta en su lado de la ventana, y no fue hasta que Damián la sacó de sus cavilaciones que supo que ya había llegado.— Lo siento, Damián, pero tenía la cabeza en otro lugar. ¿Qué me decías?El apuesto joven sonrió con nostalgia.— ¿Ese lugar tendrá quizás el nombre de una persona? — preguntó, aunque esa respuesta ya había sido más que evide
Con el pulso disparado y una ira casi incontenible apoderándose de él, Jack se plantó en la puerta de Kira cuando pasaban las once y tocó varias veces, pero en el interior solo se escuchó el maullido del gato y nada más, así que marcó a su número, a la espera de una respuesta… y nada, ella no contestaba; sin embargo, sabía que estaba allí porque podía escuchar el aparato sonar.SuspiróEso no pintaba nada bien.— ¿Estás seguro de que ella se encontraba en perfecto estado? — preguntó a su jefe de seguridad, que aguardaba a un paso detrás de él.— Físicamente, sí, señor… aunque — en seguida, Jack giró la cabeza, alertado — la señorita Raleigh casi se desvanece en el tocador por un leve mareo que tuvo. Le dije para llevarla al hospital, pero se negó.El pecho de Jack se contrajo.— ¡Carajo! — gruñó — ¡Busca al conserje, necesitamos abrir esta puerta ahora!Su escolta obedeció sin chistar, mientras él insistía en la puerta con seria preocupación.Cuando Kiliam regresó minutos más tarde, c
Llegó a casa sintiendo una impotencia descomunal. No solo se había comportado como un cobarde con ella, sino que había huido así, sin más, como si sus sentimientos le valieran tres atajos, y como si no fuese suficiente, el recuerdo de su niñez llevó de forma abrupta, lo sacudió y le hizo revivir aquella noche, cuando su madre le dijo lo mucho que lo amaba y al día siguiente lo abandonaba sin más.¿Eso era lo que Kira también haría? ¿Lo abandonaría? Ah. ¿Por qué tuvo que hablar de sentimientos? ¿Por qué diablos tuvo que complicar las cosas de esa forma? Se preguntó con coraje y se metió bajo el grifo de agua helada, sin saber qué carajos debía hacer a partir de entonces.La mañana siguiente, a primera hora, envió a alguien para que reparara su puerta, también ordenó a Kiliam que se pusiera a su entera disposición para lo que sea que ella necesitara: transporte para movilizarse y dinero para cubrir cualquier gasto médico.— No hace falta, Kiliam, pero dile a tu jefe que muchas gracias.
— ¿Mejor? — le preguntó tan pronto ella se recompuso, aunque no tenía ganas de soltarla por nada del mundo.Ella asintió ligeramente.— Sí, gracias.— ¿Por qué te mareas tanto? — quiso saber, preocupado. No le gustaba saberla así en lo absoluto, independientemente de cómo estuviesen las cosas entre ellos, a él le importaba… más de lo que hubiese planeado en un principio — ¿Fuiste al médico ya? ¿Qué te dijeron?— Debo ir por los resultados dentro de un par de días — musitó quedamente y Jack asintió.— Bien, avísame cuando sea eso, quiero acompañarte.— No hace falta, puedo ir sola.— Lo sé, pero quiero asegurarme personalmente de que no sea nada malo — le dijo. Ella alzó la vista y lo miró con sus ojos marrones. Tenía unas leves ojeras que Jack no pudo pasar desapercibidas, así que acercó una mano a su mejilla y acarició la zona — No has dormido bien.Ella bajó la mirada— Fue una noche difícil — dijo con tono apagado y él la obligó a mirarlo.— Kira… — musitó destrozado.Ella negó.—
Los siguientes días fueron un calvario.Había miradas, intercambio de obligatorio de palabras y reuniones que no podían evitar, mucho menos, posponer. Jack intentaba por todos los medios mantener las distancias para no hacerla sufrir y Kira actuaba como una autómata; apenas reía o se relacionaba.Jack odiaba saberla así. Era como si de pronto hubiese dejado de ser ella. Sus ojeras seguían igual de pronunciadas y lucía exhausta como nunca. Temía por su salud.En cuanto la última reunión del día acabó y todos abandonaron la sala, Kira se incorporó con esfuerzos. Él se levantó al mismo tiempo y le retiró la silla.— Hoy te entregan los exámenes — le recordó. Estaba seriamente preocupado.— He pedido que me los envíen hasta aquí — le dijo sin mirarlo. No había querido hacerlo aquellos últimos días; no se sentía capaz — Con todo el ajetreo de la fiesta de acción de gracias no iba a tener tiempo de pasar por ellos.Jack asintió ligeramente.— ¿Vas a asistir a la fiesta? — le interesó saber.
Jack todavía seguía desconcertado una hora después. Demasiado confundido. Eufórico. Casi a estallar.Embarazada.Kira estaba embarazada y por supuesto que ese hijo era suyo. No podía ser de alguien más porque en todo ese tiempo ella solo había suya… exclusivamente suya, de nadie más. Y seguro estaba.Pero, Dios… un hijo. ¡Un hijo suyo! ¡De ella! ¡De ambos!¿Cómo pudo haber ocurrido algo así? ¿Es que tenía quince años? Y sí, era cierto que muchas veces no había usado protección con ella, demasiadas veces quizás, pero se suponía que estaba tomando la píldora… y ese método, como cualquier otro, también podría fallar.¡Carajo! Clavó los puños en el borde del escritorio. ¿Qué diablos debía hacer? No podía dejarla sola, él no era así, pero tampoco era un buen ejemplo para nadie, mucho menos para una criatura. ¿Cómo diablos se suponía que iba a ser un buen padre… si no podía ser un buen hombre para la madre?Se mesó el cabello con desespero y tomó una necesaria respiración, después observó e