— ¿Por dónde empiezo? — le preguntó Jack, con los brazos en jarra, observando los botes de pintura y las cajas a desarmar.Kira lo miró interrogativa.— ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? Digo, tu ropa debe costar más que la mensualidad de este estudio y sería una pena que la mancharas — mencionó con tono burlón y Akerman negó con la cabeza.— Te diviertes burlándote de mí, ¿no es así?Ella se encogió de hombros y desplegó una de sus encantadoras y coquetas sonrisas.— Probablemente.— Esa boca te meterá en demasiados problemas, pero no ahora, así que dime, ¿por dónde empiezo? — decidido, y sin un ápice de vergüenza, se sacó la camisa bajo la mirada atenta y embelesada de Kira.Fascinada, pasó un trago ante semejante espécimen masculino, y lo contempló con la boca orgullosamente abierta.Jack sonrió.— ¿Piensas quedarte allí mirándome o nos ponemos manos a la obra? — ahora era él quien se burlaba de ella.Kira soltó una fresca carcajada y negó con la cabeza.— Aprendes rápido, A
Kira había tenido más de alguna emergencia con su hermana Lana, pero ninguna que la hiciera sentir un calor abrasador recorriéndole la piel entera cuando Jack ingresó casi inconsciente a urgencias.— Estará bien, ¿verdad? — le preguntó al hombre a su lado con la vista clavada en la puerta.Sentía que no quería moverse de allí por nada del mundo.Kiliam colocó cálidamente una mano sobre su hombro y sonrió para transmitirle confianza.— Lo estaré — le aseguró. Akerman siempre salía ileso de cualquier percance, incluso si parecía grave.Kira asintió levemente y le devolvió el gesto, aunque seguía asustada.Media hora más tarde de haber llegado al hospital y preguntado repetidas veces por su estado, un médico salió.— ¿Familiares del señor Akerman?Ella se incorporó con el pecho oprimido y miró a Kiliam, ninguno de los dos lo era, así que no estaba segura de que pudiesen darles información— ¿Él está bien? — quiso saber, azorada.— ¿Es usted pariente?— Bueno, yo soy su ase…— La señora A
Esa noche, ninguno de los dos dejó pasar la presencia de Becca en el hospital por alto, y el intermediaron de ambos siempre fue Kiliam, que ya notaba lo que estaba naciendo entre ese par.Cuando ella llamó, a eso de las cuatro, para saber cómo seguía Jack, no pudo evitar sentir curiosidad sobre si esa mujer seguía allí.— El señor Akerman no le permitió el ingreso, señorita Raleigh, si es eso lo que le preocupaba, y tampoco se comunicó con ella para avisarle que había ingresado a urgencias, quien sabe cómo se enteró pero no fue por él.Kira se mordió el interior de la mejilla y miró con una sonrisa atontada el techo.— Gracias, Kiliam, por favor regrésame la llamada si surge algo.— Con gusto.Cuando colgó, pudo dormir tranquila.— ¿Hablaste con ella? — le preguntó Jack a su jefe de seguridad tan pronto entró. Sus abuelos estaban descansando en una habitación contigua a la suya. Él estaba jodidamente inquieto por salir de allí… y saber qué había pensado Kira al respeto. ¿Estaría enoja
Kira se encerró en su oficina después del lanzamiento y cerró la puerta con tanta fuerza que incluso las persianas se removieron.Llorar no era propio de ella, no por una tontería, pero después de todo su esfuerzo, de la forma en la que había estado trabajando las últimas semanas y el tiempo invertido para que todo saliera según lo previsto, no pudo evitarlo.Clavó las palmas con aspereza en el escritorio y ahogó una maldición. No supo cuánto tiempo pasó de estar así, intentando contenerse para no estallar, pero escuchó varios golpecitos sobre su puerta que la hicieran reaccionar.Supuso que se trataba de Sophie.— Iré por los documentos a tu escritorio, Sophie, gracias, pero ahora mismo no quiero atender nada.— ¿Ni siquiera a mí? — escuchó esa voz al tiempo que la puerta se abría y volvía a cerrarse pasados unos segundos.Se giró, y al verlo apoyado contra el marco de la puerta, se quedó sin aliento.— Jack… — musitó con un nudo en la garganta, y sintiendo como una especie de fierro
Esa noche, y las siguientes de esa misma semana, Kira y Jack parecían no poder estar lejos del otro. Ella ya llevaba más de un mes trabajando en la empresa y las cosas allí no hacían más que mejorar. Era arrolladoramente inteligente, preparada y tenaz, por eso Jack no dudó en dejarla a cargo de todo cuando tuvo que hacer un pequeño viaje de negocios durante tres días.Pudo habérsela llevado, en realidad, esa era su idea principal, pero sabía que necesita a alguien como ella y de confianza al mando.Cuando regresó, no hubo novedades, salvo un par de contratiempos que ella resolvió muy bien y él estuvo monitoreando todo el tiempo.Ese mismo día, besándola impaciente en su propia oficina, sobre el escritorio, donde había trabajo pendiente y papeles acumulado; Jack le pidió a Kira que quería que cenara con él esa noche. Fue una necesidad que surgió involuntaria.Ella aceptó, en medio del contacto de sus labios. Dios, lo había echado tanto de menos.— ¿Te parece si llego a tu pent-house a
Con sus antiguas amantes en turno, Jack siempre se había marchado antes de que llegara el alba, pero, en esa ocasión, junto a Kira, el amanecer nunca se había sentido tan reconfortante… y supo que a partir de ese momento no volvería a ser el mismo.Ninguno de los dos lo sería.Jack contempló a la mujer que dormía a su costado, piernas entrelazas y cabello ligeramente alborotado. Sonrió, indudablemente embelesado y besó su hombro antes de salir de la cama.La noche de sexo que tuvieron fue asombrosa, nada que se hubiese comparado con las anteriores, y es que si era sincero, ella siempre se superaba en hacerlo sentir un hombre superior. Kira era una mujer entregada y apasionada, daba todo de sí o no daba nada… y en la cama era jodidamente caliente, risueña, divertida.Era tantas cosas a la vez que no estaba completamente seguro de querer dejarla ir.Se adelantó y pidió al chef que preparara el desayuno para ambos, luego se ejercitó como de costumbre y subió a la habitación para tomar un
— Oh, cariño, no tuviste que venir hasta aquí por mí.Kira se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y negó de forma reprobatoria con la cabeza.— Abuela, ¿cómo puedes decir algo así? — musitó — Tú y Lana son lo más importante para mí, deberías saberlo.Margaret sonrió y alcanzó su mejilla para acariciarla como cuando tenía cinco años.— Mi niña preciosa, ustedes también lo son para mí, pero tu trabajo…— El trabajo puede esperar, abuela, la salud no — y eso era algo que ella misma le había enseñado, por eso la mujer asintió con orgullo.Más tarde, el médico entró para examinarla, así que ella aprovechó para buscar a Damián en la cafetería y le contó que todo había quedado en un susto. El muchacho se mostró atento todo el tiempo, incluso se movió con algunos contactos médicos para que la atención de Margaret fuese de primera, cosa que Kira agradeció de todo corazón.— Cuentas con todo mi apoyo, lo sabes — le expresó de forma sincera y ella asintió con una sonrisa.Después de sabe
Jack la miró alejarse con altanería, sacudiendo las caderas y taconeando fuerte. Ja, faltaba más, como si de los dos ella fuese la ofendida.Aventó unos papeles al suelo con un movimiento brusco y clavó las palmas contra el filo del escritorio. Resopló, enojadísimo. ¿Cómo había podido permitir que esa mujer lo desestabilizara de esa forma? ¿En qué estaba pensando cuando la dejó entrar a su vida? ¿Y a las de las dos personas que más protegía con recelo? Sus abuelos.¡Ah! Es que eso le pasaba por imbécil, por dejarse embaucar con esa sonrisa coqueta y ese espíritu libre, alegre… pasional. Tan pronto supo por dónde iban sus pensamientos, tomó su saco y del respaldo de la silla y salió de allí hecho una furia.— Señor Akerman…— ¡Ahora no, Sophie! — la silenció de súbito.La joven se quedó pasmada. De verdad había tenido que ocurrir algo el fin de semana para que haya regresado en ese estado de cólera.Cuando Kira llegó al elevador, picó el botón con desespero y rabia acumulada. Sus labio