— Yo ya me iba, con permiso, hasta mañana, Ki, descansa. “Ki” Pensó Jack, volteando los ojos. — Igualmente, Damián, gracias por las flores. El muchacho solo sonrió de medio lado, asintió en dirección a su jefe y desapareció, no sin antes dar un último vistazo para comprobar lo evidente. — Cuanta familiaridad. Kira se pellizcó el puente de la nariz y negó con la cabeza. — No me diga que ha venido hasta aquí solo para seguir haciendo sus rabietas de niño caprichoso. Jack negó con una sonrisa. — No, he venido hasta aquí porque quiero disculparme contigo por lo idiota que fui. Su corazón se saltó varios latidos y se recargó contra el marco de la puerta, cruzada de brazos. — Esto sí que es una verdadera sorpresa — musitó, mordiéndose el labio — Jack Akerman ofreciendo disculpas. No sabía que una palabra como esa estaba en su vocabulario. Jack dio un paso al frente. — Ni yo, pero cuando se trata de ti… soy otro hombre — pasó un trago, mirándola fijamente — Kira, te deseo y sé que
No amanecieron juntos, pero cada uno llegó al día siguiente por su lado con ánimos increíblemente renovados, parecían otros, sobre todo Jack, que para sorpresa del personal del grupo Akerman, sonreía sin motivos aparentes.Cuando Kira entró a su oficina, sonrió desconcertada. Un precioso ramo de tulipanes blancos adornaba casi la mitad de su escritorio. Dejó sus cosas personales a un lado y buscó entre las hojas alguna tarjeta. Entusiasmada.“Ningún otro hombre, Kira Raleigh”. Y aunque la tarjeta iba sin firma, sabía que se trataba de él, de lo contrario, su corazón no hubiese reaccionado tan desmedido como lo acababa de hacer.No pudo evitar soltar una carcajada y sonrojarse hasta los poros. Parecía una niña pequeña, caprichosa y consentida.Desde su oficina, Jack la observó atento y se sintió más que complacido por esa sonrisa. Una increíble sensación de calma lo invadió. No era propio en él tener ese tipo de detalles con ninguna mujer, pero reiteraba su pensamiento: Cuando se trata
Sus mejillas estaban levemente sonrojadas cuando salió de la oficina de Jack y Sophie la miró como si se estuviese volviendo completamente loca.— Señorita Raleigh, la estaba buscando, creí que… — señaló con un dedo su oficina, arrugó la frente y después negó con la cabeza, confundida — olvídelo. Aquí están los documentos que me pidió.— Gracias, Sophie. ¿Te puedo pedir de favor que los dejes en mi escritorio? — le pidió amable — Voy contra el tiempo.— Por supuesto.En el ascensor todavía sentía que sus terminaciones nerviosas estaban sensibilizadas al máximo, así que se mesó el cabello y tomó una urgente bocanada de aliento para entonces reír como una chiquilla.Los encuentros con Jack cada vez eran más ardientes, intensos y primitivos; arriesgados en toda la extensión de la palabra. Y si era sincera consigo, le gustaba, Dios, y tanto que sí. Ese hombre tenía el poder de hacer con ella una masa moldeable de su absoluto antojo.¿Peligroso? Sí. ¿Iba a detenerlo? Quizás luego… ahora so
El martes y miércoles volvió a recibir tulipanes blancos en su oficina.Sonrió como una quinceañera y se puso roja hasta los poros. Los ramos, además de preciosos, eran tan grandes que apenas y tenía espacio en su escritorio para ellos.Allí los dejó y guardó las notitas en un cajón.En las del martes él escribía: “Mereces flores….”Y las del miércoles era simplemente un: “…. Todos los días”Esos días fue más productiva que nunca y Jack lo notó, incluso se tomó un par de selfies que además de salir preciosísima, las subió a sus redes sociales como si en vez de flores le hubiese regalado unos pendientes valorados en un 1 millón de dólares.Akerman deslizó varias de las fotografías y no pudo evitar sonreír; Kira Raleigh era simplemente una mujer excepcional, y le parecía increíble lo cálida y sencilla que podría llegar a ser sin proponérselo. Entendía por qué Harry la apreciaba tanto, y su abuela, que desde entonces, cada vez que lo llamaba, preguntaba por ella.Por la tarde, la escuchó
— ¿Por dónde empiezo? — le preguntó Jack, con los brazos en jarra, observando los botes de pintura y las cajas a desarmar.Kira lo miró interrogativa.— ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? Digo, tu ropa debe costar más que la mensualidad de este estudio y sería una pena que la mancharas — mencionó con tono burlón y Akerman negó con la cabeza.— Te diviertes burlándote de mí, ¿no es así?Ella se encogió de hombros y desplegó una de sus encantadoras y coquetas sonrisas.— Probablemente.— Esa boca te meterá en demasiados problemas, pero no ahora, así que dime, ¿por dónde empiezo? — decidido, y sin un ápice de vergüenza, se sacó la camisa bajo la mirada atenta y embelesada de Kira.Fascinada, pasó un trago ante semejante espécimen masculino, y lo contempló con la boca orgullosamente abierta.Jack sonrió.— ¿Piensas quedarte allí mirándome o nos ponemos manos a la obra? — ahora era él quien se burlaba de ella.Kira soltó una fresca carcajada y negó con la cabeza.— Aprendes rápido, A
Kira había tenido más de alguna emergencia con su hermana Lana, pero ninguna que la hiciera sentir un calor abrasador recorriéndole la piel entera cuando Jack ingresó casi inconsciente a urgencias.— Estará bien, ¿verdad? — le preguntó al hombre a su lado con la vista clavada en la puerta.Sentía que no quería moverse de allí por nada del mundo.Kiliam colocó cálidamente una mano sobre su hombro y sonrió para transmitirle confianza.— Lo estaré — le aseguró. Akerman siempre salía ileso de cualquier percance, incluso si parecía grave.Kira asintió levemente y le devolvió el gesto, aunque seguía asustada.Media hora más tarde de haber llegado al hospital y preguntado repetidas veces por su estado, un médico salió.— ¿Familiares del señor Akerman?Ella se incorporó con el pecho oprimido y miró a Kiliam, ninguno de los dos lo era, así que no estaba segura de que pudiesen darles información— ¿Él está bien? — quiso saber, azorada.— ¿Es usted pariente?— Bueno, yo soy su ase…— La señora A
Esa noche, ninguno de los dos dejó pasar la presencia de Becca en el hospital por alto, y el intermediaron de ambos siempre fue Kiliam, que ya notaba lo que estaba naciendo entre ese par.Cuando ella llamó, a eso de las cuatro, para saber cómo seguía Jack, no pudo evitar sentir curiosidad sobre si esa mujer seguía allí.— El señor Akerman no le permitió el ingreso, señorita Raleigh, si es eso lo que le preocupaba, y tampoco se comunicó con ella para avisarle que había ingresado a urgencias, quien sabe cómo se enteró pero no fue por él.Kira se mordió el interior de la mejilla y miró con una sonrisa atontada el techo.— Gracias, Kiliam, por favor regrésame la llamada si surge algo.— Con gusto.Cuando colgó, pudo dormir tranquila.— ¿Hablaste con ella? — le preguntó Jack a su jefe de seguridad tan pronto entró. Sus abuelos estaban descansando en una habitación contigua a la suya. Él estaba jodidamente inquieto por salir de allí… y saber qué había pensado Kira al respeto. ¿Estaría enoja
Kira se encerró en su oficina después del lanzamiento y cerró la puerta con tanta fuerza que incluso las persianas se removieron.Llorar no era propio de ella, no por una tontería, pero después de todo su esfuerzo, de la forma en la que había estado trabajando las últimas semanas y el tiempo invertido para que todo saliera según lo previsto, no pudo evitarlo.Clavó las palmas con aspereza en el escritorio y ahogó una maldición. No supo cuánto tiempo pasó de estar así, intentando contenerse para no estallar, pero escuchó varios golpecitos sobre su puerta que la hicieran reaccionar.Supuso que se trataba de Sophie.— Iré por los documentos a tu escritorio, Sophie, gracias, pero ahora mismo no quiero atender nada.— ¿Ni siquiera a mí? — escuchó esa voz al tiempo que la puerta se abría y volvía a cerrarse pasados unos segundos.Se giró, y al verlo apoyado contra el marco de la puerta, se quedó sin aliento.— Jack… — musitó con un nudo en la garganta, y sintiendo como una especie de fierro