Sus mejillas estaban levemente sonrojadas cuando salió de la oficina de Jack y Sophie la miró como si se estuviese volviendo completamente loca.— Señorita Raleigh, la estaba buscando, creí que… — señaló con un dedo su oficina, arrugó la frente y después negó con la cabeza, confundida — olvídelo. Aquí están los documentos que me pidió.— Gracias, Sophie. ¿Te puedo pedir de favor que los dejes en mi escritorio? — le pidió amable — Voy contra el tiempo.— Por supuesto.En el ascensor todavía sentía que sus terminaciones nerviosas estaban sensibilizadas al máximo, así que se mesó el cabello y tomó una urgente bocanada de aliento para entonces reír como una chiquilla.Los encuentros con Jack cada vez eran más ardientes, intensos y primitivos; arriesgados en toda la extensión de la palabra. Y si era sincera consigo, le gustaba, Dios, y tanto que sí. Ese hombre tenía el poder de hacer con ella una masa moldeable de su absoluto antojo.¿Peligroso? Sí. ¿Iba a detenerlo? Quizás luego… ahora so
El martes y miércoles volvió a recibir tulipanes blancos en su oficina.Sonrió como una quinceañera y se puso roja hasta los poros. Los ramos, además de preciosos, eran tan grandes que apenas y tenía espacio en su escritorio para ellos.Allí los dejó y guardó las notitas en un cajón.En las del martes él escribía: “Mereces flores….”Y las del miércoles era simplemente un: “…. Todos los días”Esos días fue más productiva que nunca y Jack lo notó, incluso se tomó un par de selfies que además de salir preciosísima, las subió a sus redes sociales como si en vez de flores le hubiese regalado unos pendientes valorados en un 1 millón de dólares.Akerman deslizó varias de las fotografías y no pudo evitar sonreír; Kira Raleigh era simplemente una mujer excepcional, y le parecía increíble lo cálida y sencilla que podría llegar a ser sin proponérselo. Entendía por qué Harry la apreciaba tanto, y su abuela, que desde entonces, cada vez que lo llamaba, preguntaba por ella.Por la tarde, la escuchó
— ¿Por dónde empiezo? — le preguntó Jack, con los brazos en jarra, observando los botes de pintura y las cajas a desarmar.Kira lo miró interrogativa.— ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? Digo, tu ropa debe costar más que la mensualidad de este estudio y sería una pena que la mancharas — mencionó con tono burlón y Akerman negó con la cabeza.— Te diviertes burlándote de mí, ¿no es así?Ella se encogió de hombros y desplegó una de sus encantadoras y coquetas sonrisas.— Probablemente.— Esa boca te meterá en demasiados problemas, pero no ahora, así que dime, ¿por dónde empiezo? — decidido, y sin un ápice de vergüenza, se sacó la camisa bajo la mirada atenta y embelesada de Kira.Fascinada, pasó un trago ante semejante espécimen masculino, y lo contempló con la boca orgullosamente abierta.Jack sonrió.— ¿Piensas quedarte allí mirándome o nos ponemos manos a la obra? — ahora era él quien se burlaba de ella.Kira soltó una fresca carcajada y negó con la cabeza.— Aprendes rápido, A
Kira había tenido más de alguna emergencia con su hermana Lana, pero ninguna que la hiciera sentir un calor abrasador recorriéndole la piel entera cuando Jack ingresó casi inconsciente a urgencias.— Estará bien, ¿verdad? — le preguntó al hombre a su lado con la vista clavada en la puerta.Sentía que no quería moverse de allí por nada del mundo.Kiliam colocó cálidamente una mano sobre su hombro y sonrió para transmitirle confianza.— Lo estaré — le aseguró. Akerman siempre salía ileso de cualquier percance, incluso si parecía grave.Kira asintió levemente y le devolvió el gesto, aunque seguía asustada.Media hora más tarde de haber llegado al hospital y preguntado repetidas veces por su estado, un médico salió.— ¿Familiares del señor Akerman?Ella se incorporó con el pecho oprimido y miró a Kiliam, ninguno de los dos lo era, así que no estaba segura de que pudiesen darles información— ¿Él está bien? — quiso saber, azorada.— ¿Es usted pariente?— Bueno, yo soy su ase…— La señora A
Esa noche, ninguno de los dos dejó pasar la presencia de Becca en el hospital por alto, y el intermediaron de ambos siempre fue Kiliam, que ya notaba lo que estaba naciendo entre ese par.Cuando ella llamó, a eso de las cuatro, para saber cómo seguía Jack, no pudo evitar sentir curiosidad sobre si esa mujer seguía allí.— El señor Akerman no le permitió el ingreso, señorita Raleigh, si es eso lo que le preocupaba, y tampoco se comunicó con ella para avisarle que había ingresado a urgencias, quien sabe cómo se enteró pero no fue por él.Kira se mordió el interior de la mejilla y miró con una sonrisa atontada el techo.— Gracias, Kiliam, por favor regrésame la llamada si surge algo.— Con gusto.Cuando colgó, pudo dormir tranquila.— ¿Hablaste con ella? — le preguntó Jack a su jefe de seguridad tan pronto entró. Sus abuelos estaban descansando en una habitación contigua a la suya. Él estaba jodidamente inquieto por salir de allí… y saber qué había pensado Kira al respeto. ¿Estaría enoja
Kira se encerró en su oficina después del lanzamiento y cerró la puerta con tanta fuerza que incluso las persianas se removieron.Llorar no era propio de ella, no por una tontería, pero después de todo su esfuerzo, de la forma en la que había estado trabajando las últimas semanas y el tiempo invertido para que todo saliera según lo previsto, no pudo evitarlo.Clavó las palmas con aspereza en el escritorio y ahogó una maldición. No supo cuánto tiempo pasó de estar así, intentando contenerse para no estallar, pero escuchó varios golpecitos sobre su puerta que la hicieran reaccionar.Supuso que se trataba de Sophie.— Iré por los documentos a tu escritorio, Sophie, gracias, pero ahora mismo no quiero atender nada.— ¿Ni siquiera a mí? — escuchó esa voz al tiempo que la puerta se abría y volvía a cerrarse pasados unos segundos.Se giró, y al verlo apoyado contra el marco de la puerta, se quedó sin aliento.— Jack… — musitó con un nudo en la garganta, y sintiendo como una especie de fierro
Esa noche, y las siguientes de esa misma semana, Kira y Jack parecían no poder estar lejos del otro. Ella ya llevaba más de un mes trabajando en la empresa y las cosas allí no hacían más que mejorar. Era arrolladoramente inteligente, preparada y tenaz, por eso Jack no dudó en dejarla a cargo de todo cuando tuvo que hacer un pequeño viaje de negocios durante tres días.Pudo habérsela llevado, en realidad, esa era su idea principal, pero sabía que necesita a alguien como ella y de confianza al mando.Cuando regresó, no hubo novedades, salvo un par de contratiempos que ella resolvió muy bien y él estuvo monitoreando todo el tiempo.Ese mismo día, besándola impaciente en su propia oficina, sobre el escritorio, donde había trabajo pendiente y papeles acumulado; Jack le pidió a Kira que quería que cenara con él esa noche. Fue una necesidad que surgió involuntaria.Ella aceptó, en medio del contacto de sus labios. Dios, lo había echado tanto de menos.— ¿Te parece si llego a tu pent-house a
Con sus antiguas amantes en turno, Jack siempre se había marchado antes de que llegara el alba, pero, en esa ocasión, junto a Kira, el amanecer nunca se había sentido tan reconfortante… y supo que a partir de ese momento no volvería a ser el mismo.Ninguno de los dos lo sería.Jack contempló a la mujer que dormía a su costado, piernas entrelazas y cabello ligeramente alborotado. Sonrió, indudablemente embelesado y besó su hombro antes de salir de la cama.La noche de sexo que tuvieron fue asombrosa, nada que se hubiese comparado con las anteriores, y es que si era sincero, ella siempre se superaba en hacerlo sentir un hombre superior. Kira era una mujer entregada y apasionada, daba todo de sí o no daba nada… y en la cama era jodidamente caliente, risueña, divertida.Era tantas cosas a la vez que no estaba completamente seguro de querer dejarla ir.Se adelantó y pidió al chef que preparara el desayuno para ambos, luego se ejercitó como de costumbre y subió a la habitación para tomar un