Capítulo LXIX

La mañana siguiente, todos estaban de pie, Pamela paseaba por el jardín viendo el resplandor del sol, sintiendo la brisa chocar con su rostro y elevar su cabello, el día lucía esplendoroso. Por un momento pensó en lo que dijo la noche anterior «lo de buscarse un amante» sus pensamientos volaron por todo el lugar, ella estuvo con Ascanio por razones circunstanciales, pues de tener a alguien lo haría por amor. De pronto sacudió su cabeza y dejó salir esos pensamientos, volvió a la realidad con un llamado que le hizo Dolores para avisarle con respecto al desayuno, tenía minutos llamándola, pero estaba concentrada en sus pensamientos liberales.

—¡Señora Pamela, venga por favor el desayuno está listo! —llamó Dolores con mucha fuerza, pues no la escuchaba.

—Claro Lola, ya estoy contigo, discúlpame, me quedé un poco confundida con unos pensamientos, perdón.

—Tranquila señora, ya está listo su desayuno, quería preguntar ¿si lo come en el jardín o en comedor?

—En el jardín está muy hermosa la
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