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Andrei abrió la puerta con el pie, adentro había un olor a pudrición, seguramente porque había cadáveres olvidados.

Al notarlo, ella comenzó a forcejear nuevamente con él, pero esta vez presa del pánico, tratando de morderle la mano nuevamente para que no la siguiera haciendo bajar los escalones, pero no podía zafarse.

Estaba desesperada, aterrada, quería gritar y ya estaba comenzando a chillar. Andrei, por su parte, la agarraba firmemente.

Elisa estaba tan asustada que deseaba ver su rostro.

El lugar estaba oscuro, pero la luz de la noche iba a permitir que algo vieran luego de acostumbrarse a la oscuridad, además, el lugar no era demasiado grande.

Cuando llegaron abajo Elisa sintió pelaje descuidado en sus pies y parte de sus piernas. Eran ratas, y con eso quiso morir de un ataque al corazón.

El miedo le subió por los pies para luego viajar por sus piernas y apoderarse de todo su cuerpo.

Comenzó a moverse desesperadamente, tratando de saltar para no tener que tocar el suelo, ll
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