Elisa quería más de eso, quería que Andrei no se moviera de ahí.Él volvió a sonreír dentro de ese beso para abrir su boca y abarcar lo que podía, para cerrarla llevando consigo un poco de su piel para luego soltarla en forma de beso, haciendo ese sonido húmedo que logró que la excitación de Elisa se encendiera más. Ella apoyaba su cabeza en el sofá, abriendo sus piernas más relajadamente, una descansaba en la cima del mueble y la otra estaba recogida a la altura de la cabeza de Andrei, mientras seguía los movimientos del castaño allá abajo con sus ojos. Nunca pensó, ni en sus sueños más mojados, que el castaño le iba a dar sexo oral la primera vez. Se sentía tan bien, que ni siquiera podía hablar.¿Vergüenza? Jamás.Andrei llevó su lengua puntiaguda e intrusa a buscar el clítoris de la castaña, encontrándolo y oyendo un gemido ahogado de ella, imperceptible, pero pudiendo intuir la expresión de su rostro. Así que llevó uno de sus dedos para abrir los pliegues de su vulv’a y jugar
No estaba segura ni cómo ni cuándo se entregó a Andrei, no lo recordaba con exactitud, solamente recordaba que había bebido, que bailó y que posteriormente estaba en la gloria con el intimidante mafioso entre sus piernas, haciéndola sentir la mujer más deliciosa del planeta. Estaba ruborizada, y lo único que se repetía una y otra vez en su mente era que estaba intimando al fin, y que se sentía jodidamente estupendo.Él tomó sus manos y las llevó a su pantalón, quería que ella estuviera involucrada con él en el mismo espacio físico y que estuviera pensando lo mismo que él, no que se dejara comer por el nerviosismo. Elisa lo miró, él sonreía travieso y ella rió. Qué tonta era, no debía reír, debía lucir sexy.—Qué niña eres… —la regañó él con gracia.—Sí, no debería serlo —se puso seria, sacando sus manos del pantalón para acariciar su mejilla porque le gustaba hacerlo.Andrei la tomó de la cintura para incorporarla, sentándola sobre sus caderas mientras él descansaba su espalda en el
Comenzó a dominar ese beso y a incrementar el vaivén dentro de su preciado botín, comenzando a alejarse del hecho que podría dolerle, porque se sentía en la gloria al ser apretado con tanta vehemencia.Era un estímulo aún más grande viajar con sus manos a través de sus curvas y tocando sus atributos físicos; era simplemente perfecta y era suya. Iba a perderse en ella, iba a disfrutarla mucho e iba hacerla disfrutar a ella mucho más, porque solamente él iba a disfrutar de ella por completo.Aquel fuego que había sentido cuando la boca del líder mafioso le dio ese primer orgasmo maravilloso, volvió a tomar su cuerpo. Ahora sentía que podía satisfacer aquello que su cuerpo le pedía por primera vez, se sentía tan bien, que ella misma comenzó a moverse en sentido contrario a Andrei.Le arañaba la espalda para descargarse y abría su otra pierna, sintiendo incluso más las penetraciones de Andrei, y él le ayudaba también. Se sentía completamente expuesta, y estaba sintiéndolo incluso más ad
Elisa se sentía estúpida y boba. ¿Cómo rayos se había permitido sentirse enamorada hace apenas unos segundos, de una persona que era obvio que no sentía más que desprecio por ella? Era una idiota sin límite… Al cerrar la puerta, se cubrió la boca con una mano y corrió hacia la salida, no quería que nadie la viera, porque eso iba a hacerla sentir más humillada de lo que ya se sentía. Quería escapar, irse de allí y le importaba un cuerno si alguien del clan de Andrei la encontraba y le daba muerte, de hecho, era lo mejor que podía pasarle.Elisa corrió y corrió, a su alrededor no había más que gente vulgar y peligrosa, pero eso a ella poco le importó. Llegó a una esquina con un par de prostitutas a la espera de su próximo cliente y se sentó en la vereda de la calle, mirándose la cara interna de sus muslos, que tenían unas manchas descuidadas de sangre.Allí fue cuando lloró más fuerte, cubriéndose el rostro, porque eso era lo que el hombre que ella quería le hizo; le quitó lo único
Elisa sonrió apenas, mirando al suelo.—Perdón… —dijo entonces ella con voz apagada, volviendo a arrojar lágrimas. El chico rubio dejó de sostener su brazo para llevarlas hacia su rostro, había sangre en él y su estado era evidente. Había salido del club para obtener una mala ventura y conseguir solamente más dolor. —Juré en vano, hice algo estúpido de todas maneras…Igor frunció sus labios, se sentía incómodo y tenía rabia. Debió alcanzarla antes, no debió dejarla salir en cuanto la vio correr hacia la salida. No debió… No quería que hiciera algo estúpido, pero no quería tener que entregarla a Andrei y muchos menos ocultarle algo al hombre que más admiraba por una chiquilla. Pero estaba avergonzado de sí mismo, ella confiaba en él y le estaba pidiendo perdón, mientras él la había dejado a la deriva, a sabiendas que los alrededores de ese club no eran para una chica como ella.—Está bien —su voz quería sosegarla—. No pasa nada… Se alejó para ver el resto de su cuerpo, y fue ahí c
—¿Es Andrei? —preguntó ella en cuanto notó la silueta negra a unos pasos de ellos. El chico rubio asintió y ella aferró sus brazos al cuello de él para que no la soltara.Igor dio los últimos pasos hasta quedar a un lado de su líder, dándole la única seguridad que podía darle a Elisa: sostenerla aún en sus brazos. Ella, por su parte, mantuvo su rostro descansando en el hombro de quien hasta ahora, era su único héroe, tratando de enfocar su visión en el rostro de Andrei para saber qué le decían sus ojos, pero no podía. Se estaba asustando, ella quería ver pero no podía. ¿Por qué?Andrei miraba a Elisa, podía ver su intento por mirarlo, pero sus ojos estaban en otra órbita. Sus deliciosos labios estaban rotos, su nariz pequeña y respingada tenía sangre, sus brazos estaban maltratados y sus piernas también.¿Qué mierda le había pasado? Un golpe parecido a la angustia le atacó el pecho.—¿Qué es esto? —le preguntó a Igor, seriamente.—Huí porque no quería que me vieran llorar, llegué a
Andrei llevaba casi una hora de pie en frente de la habitación de Elisa. Fruncía los labios y apoyaba su espalda en la pared con sus brazos cruzados. Había pasado una larga noche, pensando en el porqué de su angustia que le hacía desesperarse y cuando lograba dormirse, volvía a despertar. Elisa era la causa de todo, no quería que le temiera y que pensara que solamente la había usado con fines sexuales, que su primera vez le era indiferente. Además, recordar su reacción cuando la tocó, lo congeló, y por primera vez en su vida deseó pedir disculpas con palabras, además de su usual manera que se basaba en acciones.Detestaba comenzar a sentir que debía tomarse las molestias necesarias por ella, le incomodaba sentir que alguien comenzaba a significar más, y era peor saber que ese alguien era una mujer como ella. ¿En qué momento puso sus ojos en ella? ¿En qué momento comenzó a involucrarse y preocuparse con lo que a ella le pasaba?Mientras volvía a torturarse con las mismas cosas con
Martes, el peor día de la semana desde el día uno de su consciencia. Venía luego del lunes, el día que se llevaba la felicidad de las personas, él día del sueño durante toda la jornada laboral y estudiantil, ¿pero qué era el martes? Nada, era el día de la resignación porque el viernes estaba demasiado lejos como para tener ganas de soñar con el fin de semana. En resumidas cuentas, el martes era la versión de la semana completa plasmada en un solo día, por eso Elisa estaba en la pileta del dragón, mirando como el agua caía tranquilamente desde su boca, aburrida y comenzando a desesperarse nuevamente con el encierro en esa casa y la nula comunicación que tenía. Sabía que cerca de allí había más patio, más por descubrir, pero jamás había sido tan curiosa al nivel de jugar con sus propios miedos.Hace un par de días que no veía a nadie en esa casa, sólo a la servidumbre. No tenía diversión, así que solamente jugaba a cambiarse de ropa y a maquillarse para saber cuáles eran las mejore