Martes, el peor día de la semana desde el día uno de su consciencia. Venía luego del lunes, el día que se llevaba la felicidad de las personas, él día del sueño durante toda la jornada laboral y estudiantil, ¿pero qué era el martes? Nada, era el día de la resignación porque el viernes estaba demasiado lejos como para tener ganas de soñar con el fin de semana. En resumidas cuentas, el martes era la versión de la semana completa plasmada en un solo día, por eso Elisa estaba en la pileta del dragón, mirando como el agua caía tranquilamente desde su boca, aburrida y comenzando a desesperarse nuevamente con el encierro en esa casa y la nula comunicación que tenía. Sabía que cerca de allí había más patio, más por descubrir, pero jamás había sido tan curiosa al nivel de jugar con sus propios miedos.Hace un par de días que no veía a nadie en esa casa, sólo a la servidumbre. No tenía diversión, así que solamente jugaba a cambiarse de ropa y a maquillarse para saber cuáles eran las mejore
—Dijeron que llegaba esta tarde de Francia.Llevaba casi dos horas en un lujoso restaurante, del cual era socio junto a Arnold. Conversaban acerca de los negocios y de los asuntos que quedaban por resolver, y el tiempo extra lo aprovecharon para beber un par de copas. Hace apenas unos minutos atrás, el hombre rubio había recibido un llamado: Stefan regresaba ese día de su larga estadía en el extranjero, y para ninguno de los presentes allí esa era una noticia agradable.—Qué molestia… —Andrei miraba el líquido de su copa de vino—. Sé que su primera visita será a mi casa. Va a querer ver la tumba de Kirill, y no me extrañaría que pidiera que exhumen sus restos para corroborar él mismo que está muerto y por qué murió.—No tienes porqué recibirlo, después de todo, él jamás ha sido bienvenido en tu casa.Andrei frunció sus labios y miró a Arnold, él jamás haría eso. Que el primo de su amigo le resultara un ser desagradable, no significaba que iba a ser descortés con él y menos si se tra
Había estado tratando de escapar de su realidad imaginando historias, pero eso era lo que realmente pasaba. Estaba aceptando que la usaran y que la exhibieran como un trofeo a costa de su debilidad, que la trataran como un ser humano cuando en realidad no la veían así, y que la persona en la que ella confiaba también había hecho cosas horribles que la dañaron profundamente.Sabía que Igor era un asesino también, pero jamás pensó que era él quien sentenció a su amiga y a ella a caer en manos del frío e insensible líder de ese clan. Se sentía completamente encantada por esas dos personas y ninguno lo merecía. Sabía que era valiosa e Igor le estaba haciendo ver que en realidad así era y que al menos él lo apreciaba, le dolía que fuera así porque a pesar de todo no se sentía capaz de odiarlo, porque entendía que él en un principio no tenía ningún vínculo u obligación con ella. Avanzó unos pasos hacia su cama, ya estaba oscuro y era una buena idea dormirse porque se sentía abrumada con
Elisa miró a su alrededor y lo encontró, le dedicó una sonrisa para hacerle saber que todo estaba bien con su confesión, y él ladeó una para ella y luego seguir conversando. Un poco más repuesta fue hacia los mesones y nuevamente no había de su licor favorito, pero había cerveza y suspiró porque al menos eso sí podía beber.—¿Elisa?La dueña de ese nombre se sorprendió al oír su nombre de una voz femenina, y aquella la conocía. Se volteó congelada, mirando a esa mujer de cabello color chocolate, vestida con un elegante vestido rojo oscuro.—Helen… —pronunció nerviosa, lanzándose hacia ella para abrazarla. La chica lo hizo de vuelta y temblaba junto a su compañera de club—. Estás viva… —se aferraba más a ella, alejándose luego para mirarla ansiosa y preocupada. Debía mirarla bien para convencerse de que se trataba de la chica que siempre tenía historias amorosas que contar en el camerino.—Oh, por Dios, eres tú —le tomaba el rostro entre sus manos—. Pensé que todos estaban muertos… —
Miró a Samuel y este le hizo una señal con su cabeza para indicarle que la había advertido, pero eso no lo dejó tranquilo, porque Elisa era impredecible gracias a su sensibilidad.—Vaya, se conocen… —sonreía Stefan—. ¿Es ella tu entretención? Es bella y me gusta su estilo. Debe tener carácter.Andrei volteó su rostro al del más bajo. No, jamás había conocido a una mujer con menos carácter que ella, así que no pudo evitar reír.—Y es mía —dijo para cerrar la conversación, yendo hasta ella mientras sonreía y sus ojos miraban dulcemente a aquella chica. Cómo lo idiotizaban esos gestos suyos, podría perderse por horas en su rostro, en sus gestos y por varias horas más en su cuerpo.Elisa escuchaba lo que Helen le decía, ella seguía siendo la misma a pesar de lo que había ocurrido y se sentía contenta por ella porque al menos no había sufrido la suerte que sufrió el resto, y gracias a eso podía seguir contando sus historias. Ella también lamentaba lo sucedido, pero todo era tan confuso q
Elisa lo miraba, parecía tan dispuesto y diferente a lo que siempre veía de él que se atrevió a hablar, no sin temerle a su atrevimiento.—Quiero saber de mi familia, decirles que estoy bien…Él arqueó una ceja, suspirando. Sabía que iba a pedir algo así y le había dicho que lo haría, entonces no podía echar pie atrás porque no era su estilo. Miró hacia su habitación y la condujo hasta allá, abriendo la puerta esperando a que ella pasara. Elisa lo miró sorprendida, recordando las palabras de Igor que nadie entraba a su cuarto, y ella lo había hecho pero en circunstancias que estaban lejos de esa y donde por supuesto, no vio nada por el miedo.Al entrar, se quedó a un lado de la puerta, observando todo ese cuarto de paredes blancas, muebles de color negro y con cortinas y cubre cama color azul oscuro.Era espacioso y la combinación de esos colores la hacían sentirse en el mundo privado de Andrei en donde además podía oler la fragancia del perfume del castaño por todos lados, se estab
Elisa se desesperó en cuanto oyó esa instrucción, estaba arrepentida como nunca por haber provocado a Andrei. Todo iba bien hasta que a ella se le ocurrió sacar el pasado.No era justo, no podría vivir siempre temiendo de lo que diría.—No, por favor… —bajó todas sus revoluciones, volviendo a ser manipulable.—No hay razón para que yo quiera desistir, ya has estado conmigo antes así que tampoco llores. Me enferma.¿Que no llorara? Pero si no podía, era lo único que podía hacer. Se quedó de pie mirándolo incrédula, él no podía estar ordenándole eso.Sin darse cuenta, él comenzó a desabrochar su pantalones, mientras ella se sacaba los zapatos, deshaciéndose de ellos para luego ir a sacar la camiseta que traía, dejándola en ropa interior.—Termina tú.Su voz la golpeaba al igual que su mirada y sus manos abusaban de ella mientras estaba de cara contra la pared. Sus manos se movían desde sus senos hasta su abdomen, para luego ir a explorar sus glúteos y genitales. Se mordía los labios p
Andrei miraba su cuerpo abusado, perdido en la generalidad de su todo, sin enfocarse en ningún detalle porque simplemente miraba lo que había hecho con ella, y siguió en esa tarea hasta que vio que su pecho se agitaba y que comenzaba a llorar suavemente. Ni siquiera sabía si debía tener el descaro de cuidarla, pero tampoco tenía el corazón para ir a dejarla a su cuarto a la deriva. Si él le había hecho daño de manera gratuita, entonces se haría cargo, porque así había sido criado.Una de sus manos fue a secar sus mejillas y tomó un poco de distancia para mirarla, mientras ella abría sus ojos y seguía llorando por inercia. Elevó sus ojos y se encontró con la mirada de Andrei, entendiendo que nunca había salido de su habitación y que todo había sido un mal sueño.Ella lo miraba como si fuera irreal, tocaba con la yema de sus dedos los labios, yendo luego hacia sus mejillas. Él miraba sus ojos que no lo miraban en realidad, sintiendo rabia de tratar a esa chica indefensa y dulce tan frí