Andrei estaba sentado en su sillón favorito frente al caño de la gran sala, mirando el fierro nuevamente como ya se había habituado a mirar. No pensaba en nada en particular, hace dos días que no veía a Elisa y ahora esperaba a Igor para que fuera a decirle a ella que debía hablar con su madre en media hora más. Había estado ocupado los demás días resolviendo unos asuntos y lidiando con el lío que volvía a ser el excéntrico de Stefan, siempre ostentando todo lo que poseía y lo que había conseguido en Francia. Por otro lado, Igor también había tenido asuntos que resolver con los clubes nocturnos a su cargo y tampoco había visto a la chica bailarina durante esos días. No se la topaba en el patio como había pasado otras veces y eso era extraño.—¿Estabas ocupado? —preguntó, cuando Igor llegó a la sala.—No, estaba practicando los tiros —terminó de acercarse—. ¿Sucedió algo?Andrei dejó de mirar el fierro para poner sus ojos en su leal hombre, negando con la cabeza.—Sólo necesito que
Igor apoyaba su espalda en la pared contigua a la puerta de la habitación de su líder, esperando a Elisa. Miraba la pared de enfrente y repasaba todas las ideas que tenía su cabeza acerca del plan de la bailarina. Se debatía también sobre contarle o no a Andrei, de seguro él sería capaz de mandar a acondicionar su habitación como la de un manicomio si se enteraba de eso sólo para evitar que se hiciera daño… Mientras pensaba en eso, la puerta se abrió y la bailarina salió, secando sus ojos con sus manos. Él la miró analíticamente, comenzando de una manera amena.—¿Cómo estuvo?—Hermoso, —respondió ella con una sonrisa—, hablamos mucho, pero de cosas que tenían que ver con lo que pasaba en casa. De aquí le dije que estaba de vacaciones con una amiga del trabajo… —alejaba las manos de su rostro para confesar algo con un poco de culpa—. Hablé con una compañera…Igor frunció sus labios, error tras error y esas cosas sólo lo decepcionaban. ¿Por qué debía ser tan arrebatada? Aunque más bi
El cielo estaba cubierto de nubes y con ello una ciudad completa que recibía la luz grisácea que ese filtro permitía, y bajo ese cielo, el brillo opaco de una Lamborghini Veneno negro acaparaba las miradas de quienes transitaban por la calle a esa hora. Tenía su destino claro, era el mismo propósito que lo había mantenido en uso durante esos escasos días: cobranzas, y dentro de él quien se encargaba de hacerlas dichoso y excitado por ese momento. Al llegar, una casa de los barrios bajos de la ciudad parecía lúgubremente alumbrada, quizá temerosa de lo que iba a pasar dentro de ella y a las personas que le daba cobijo hace tantos años.—Vitali, acompáñame —decía Stefan, mientras abandonaba su preciado auto para dirigirse al lugar en donde le darían el dinero que había prestado seis meses atrás, y si no se lo daban entonces iba a tener que descargar su frustración en forma de sangre.Un hombre junto a su esposa miraba televisión, llevaba ya unas semanas sin trabajo y la preocupación d
¿Andrei sabía lo que había querido hacer? Se extrañaba de esa conversación tranquila y lejos de las exaltaciones que siempre solía tener con él.—Elisa —la llamó, antes de que cerrara la puerta. Ella desde adentro y sin cerrar la puerta, se quedó esperando.—¿Qué?—Si vuelves a intentar hacer algo estúpido nuevamente, te prometo que tu lindo cadáver no va a tener un final agradable, ¿entendido?La bailarina apretó los labios y cerró la puerta de golpe, soltando un suspiro rápido para darse cuenta que no quería tragarse eso. Entonces abrió la puerta y fue hasta él, porque siempre tenía que amenazarla con cosas desagradables.—¡Idiota! —lo llamó, llegando a su lado y volviendo a enfadarse—. Puedes reírte de mí y de mi falta de valor porque no tuve las agallas suficientes para suicidarme. ¡Pero basta de refregarme en la cara el poder que tienes sobre mí!El líder la miraba de aquella manera fría, viendo su desesperación y la rabia que le tenía. Esa era la Elisa que pocas veces veía.—
Andrei acentuó su ceja arqueada al oírla. Sí, había llamado a una mujer para complacerlo, porque de alguna manera necesitaba distracción y también necesitaba sacar de su mente la idea de que ese lugar debía ser de Elisa. Pero, ¿cómo conseguirlo si estaba en esa casa las veinticuatro horas del día, disponible para él?—¿Por qué quieres saber? —no podía dejar aquella sonrisa de lado—. ¿Crees que solamente prostitutas aceptarían pasar unas horas conmigo?Eso comenzaba a parecer un interrogatorio lleno de celos y a él le causaba una adorable gracia. Elisa, por su lado, guardó silencio ante esas preguntas, de pronto entendió que ese cuestionario era estúpido y que esa mujer no tenía por qué ser una prostituta. Ella no lo era y estaba dispuesta a ser tocada de todas las maneras por él, entonces tenía sentido. Se sonrojó.—Anda, vamos —le ofreció su brazo y ella lo miró dubitativa, mientras él mantenía una sonrisa victoriosa en sus labios al verla así.—¿Por qué estás siendo tan gentil?
Andrei miraba todo frente a él, mientras se adentraba en la mansión de Stefan. Algo iba a pasar, se lo decía el aire y se lo decía la cara de sus hombres también. Su expresión se hizo más fría entonces, repeliendo todas las miradas que esos sujetos le daban. Sabía que el primo de Kirill no faltaría a las reglas que tenían ni a los protocolos, que no iba intentar hacer nada en su contra, pero nunca se podía poner las manos en el fuego por ese hombre, cuyas excentricidades le desagradaban porque todo parecía hacerlo con el fin de parecer un cartel público con luces de neón. Estaba intrigado por el descubrimiento que el idiota le había presumido por teléfono, y sabía que eso involucraba a la castaña. De todas maneras, su preocupación no lo consumía, puesto que la inteligencia en el pelinegro no era parte de sus cualidades.Elisa fruncía sus labios al mirar a su alrededor, al parecer, esa fiesta no era muy diferente a las que había en casa de Andrei. Ninguno allí parecía tener buen g
—Se te escapó un gran detalle de las manos, y es que le diste tiempo a la asesina… —movió su mano, llamando a alguien tras de él y apareció Helen, sostenida por dos de sus hombres y con las manos atadas en su espalda, en su rostro sólo se podía leer el temor—. Le diste tiempo de escapar.Miró a Andrei y este no pudo evitar sentir un alivio en forma de burla dentro de su pecho.No podía esperar más del pelinegro que no fuera una hipótesis fácil de hacer.Elisa dio un paso en su dirección, olvidando todos los buenos sentimientos que había acabado de tener junto a Andrei y comenzando a asustarse, porque el rostro de la inocente Helen le hizo entender que sabía que iba a morir. Pero Andrei evitó que avanzara, tomando su brazo fuertemente y volviendo a atraerla a él, tapándole la boca con su otra mano con fuerza, porque sabía que diría algo que no debía decir para salvar a la chica. La bailarina se agitó más al verse inmovilizada por Andrei, mirando a la única persona que creyó tendría u
Elisa iba en el asiento del copiloto, mirando las imágenes a través de la ventana pasando fugaces frente a sus ojos y quedando atrás, para darle paso a otras nuevas. Así podría definir lo que había tenido que vivir la gente de su club luego de esa fatídica noche, detestándola porque era algo que no se iba, incluso cuando Andrei había decidido dejarlo atrás. Sus ojos hace rato habían dejado de arrojar lágrimas, simplemente se limitaba a jugar con sus dedos sin mirarlos, sintiendo la viscosidad de su sangre entre ellos tras romperlos con sus uñas; un molesto hábito que tenía cada vez que necesitaba descargar su frustración o niveles de estrés.Andrei miraba el horizonte de la carretera mientras conducía. Estaba bien, por un momento había tenido miedo de ver a Elisa en las manos de Stefan siendo decapitada sin ningún miramiento, pero estaba enormemente satisfecho con la torpeza del pelinegro. ¿Cómo no podía protegerla, si el sólo hecho de pensarla dañada por otra persona le nublaba lo