¿Andrei sabía lo que había querido hacer? Se extrañaba de esa conversación tranquila y lejos de las exaltaciones que siempre solía tener con él.—Elisa —la llamó, antes de que cerrara la puerta. Ella desde adentro y sin cerrar la puerta, se quedó esperando.—¿Qué?—Si vuelves a intentar hacer algo estúpido nuevamente, te prometo que tu lindo cadáver no va a tener un final agradable, ¿entendido?La bailarina apretó los labios y cerró la puerta de golpe, soltando un suspiro rápido para darse cuenta que no quería tragarse eso. Entonces abrió la puerta y fue hasta él, porque siempre tenía que amenazarla con cosas desagradables.—¡Idiota! —lo llamó, llegando a su lado y volviendo a enfadarse—. Puedes reírte de mí y de mi falta de valor porque no tuve las agallas suficientes para suicidarme. ¡Pero basta de refregarme en la cara el poder que tienes sobre mí!El líder la miraba de aquella manera fría, viendo su desesperación y la rabia que le tenía. Esa era la Elisa que pocas veces veía.—
Andrei acentuó su ceja arqueada al oírla. Sí, había llamado a una mujer para complacerlo, porque de alguna manera necesitaba distracción y también necesitaba sacar de su mente la idea de que ese lugar debía ser de Elisa. Pero, ¿cómo conseguirlo si estaba en esa casa las veinticuatro horas del día, disponible para él?—¿Por qué quieres saber? —no podía dejar aquella sonrisa de lado—. ¿Crees que solamente prostitutas aceptarían pasar unas horas conmigo?Eso comenzaba a parecer un interrogatorio lleno de celos y a él le causaba una adorable gracia. Elisa, por su lado, guardó silencio ante esas preguntas, de pronto entendió que ese cuestionario era estúpido y que esa mujer no tenía por qué ser una prostituta. Ella no lo era y estaba dispuesta a ser tocada de todas las maneras por él, entonces tenía sentido. Se sonrojó.—Anda, vamos —le ofreció su brazo y ella lo miró dubitativa, mientras él mantenía una sonrisa victoriosa en sus labios al verla así.—¿Por qué estás siendo tan gentil?
Andrei miraba todo frente a él, mientras se adentraba en la mansión de Stefan. Algo iba a pasar, se lo decía el aire y se lo decía la cara de sus hombres también. Su expresión se hizo más fría entonces, repeliendo todas las miradas que esos sujetos le daban. Sabía que el primo de Kirill no faltaría a las reglas que tenían ni a los protocolos, que no iba intentar hacer nada en su contra, pero nunca se podía poner las manos en el fuego por ese hombre, cuyas excentricidades le desagradaban porque todo parecía hacerlo con el fin de parecer un cartel público con luces de neón. Estaba intrigado por el descubrimiento que el idiota le había presumido por teléfono, y sabía que eso involucraba a la castaña. De todas maneras, su preocupación no lo consumía, puesto que la inteligencia en el pelinegro no era parte de sus cualidades.Elisa fruncía sus labios al mirar a su alrededor, al parecer, esa fiesta no era muy diferente a las que había en casa de Andrei. Ninguno allí parecía tener buen g
—Se te escapó un gran detalle de las manos, y es que le diste tiempo a la asesina… —movió su mano, llamando a alguien tras de él y apareció Helen, sostenida por dos de sus hombres y con las manos atadas en su espalda, en su rostro sólo se podía leer el temor—. Le diste tiempo de escapar.Miró a Andrei y este no pudo evitar sentir un alivio en forma de burla dentro de su pecho.No podía esperar más del pelinegro que no fuera una hipótesis fácil de hacer.Elisa dio un paso en su dirección, olvidando todos los buenos sentimientos que había acabado de tener junto a Andrei y comenzando a asustarse, porque el rostro de la inocente Helen le hizo entender que sabía que iba a morir. Pero Andrei evitó que avanzara, tomando su brazo fuertemente y volviendo a atraerla a él, tapándole la boca con su otra mano con fuerza, porque sabía que diría algo que no debía decir para salvar a la chica. La bailarina se agitó más al verse inmovilizada por Andrei, mirando a la única persona que creyó tendría u
Elisa iba en el asiento del copiloto, mirando las imágenes a través de la ventana pasando fugaces frente a sus ojos y quedando atrás, para darle paso a otras nuevas. Así podría definir lo que había tenido que vivir la gente de su club luego de esa fatídica noche, detestándola porque era algo que no se iba, incluso cuando Andrei había decidido dejarlo atrás. Sus ojos hace rato habían dejado de arrojar lágrimas, simplemente se limitaba a jugar con sus dedos sin mirarlos, sintiendo la viscosidad de su sangre entre ellos tras romperlos con sus uñas; un molesto hábito que tenía cada vez que necesitaba descargar su frustración o niveles de estrés.Andrei miraba el horizonte de la carretera mientras conducía. Estaba bien, por un momento había tenido miedo de ver a Elisa en las manos de Stefan siendo decapitada sin ningún miramiento, pero estaba enormemente satisfecho con la torpeza del pelinegro. ¿Cómo no podía protegerla, si el sólo hecho de pensarla dañada por otra persona le nublaba lo
Hacía tiempo que Andrei no tenía un baño delicioso en su gran bañera, aquella que adoraba, pero que hace tiempo no usaba por falta de tiempo libre. El agua caliente abrigaba su cuerpo y relajaba sus ya relajados músculos, sus ojos estaban cerrados y dispuestos a regalarle una nada oscura para mantener su mente en blanco. Estaba relajado y sus labios estaban unidos en una línea, jugando con sus dedos en los bordes.Elisa, al despertar, se vio enredada en unas suaves sábanas de color blanco, abriendo sus ojos apenas y adivinando que estaba sola. Cuando estiró sus extremidades sintiéndose invadida por toda la somnolencia, se sentó sobre el costado de su cadera y miró hacia la puerta; la había dejado sola nuevamente. ¿Se habría ido? Miró todo a su alrededor, frunciendo una sonrisa en sus labios, recordando al instante que era la primera vez que despertaba en esa cama y sobre todo, era la primera vez que se acostaba con Andrei en ella. Sonrió más entonces, deshaciéndose de la sábana
Elisa regresó a su sitio mordiendo su labio inferior, le gustaba demasiado que le recalcara de alguna forma lo muy atractiva que le resultaba.—Creí que iba a morir sin conocer un poco de sensibilidad en ti… —comentó ella con voz suave, llevando sus manos a los brazos del mafioso para acariciarlos levemente.Andrei ladeó una sonrisa.—Me estoy esforzando para no asustarte, no seas ilusa.—No lo creo —se integró un poco, despegando su espalda de su regazo para voltear su rostro y mirarlo nuevamente—. No creo que estés fingiendo.—Ya, cállate… —volvió a atraerla y a descansar su mentón sobre su cabeza.—Qué bru… —y no pudo terminar, porque el alto le tapó la boca con una mano sin ejercer presión, sonriendo tranquilo y cerrando sus ojos para dedicarse a sentirla.Elisa soltó un largo suspiro, sonriendo ante ese gesto, porque si no lo hubiera hecho, entonces estaría dudando de quién estaba detrás, dándole ese rico calor.—Tienes olor a sexo… —decía, mientras le tomaba el cabello para dejá
Ella apretaba los bordes de la bañera entre sus delgadas manos, descargando su desesperación allí.Andrei dio un par de embestidas más y ella acabó, sintiendo que un líquido abundante salía de su interior, pero no le prestó mayor atención y se dejó caer hacia atrás, exhausta y relajada, mientras sentía la calidez de Andrei dentro de ella. Había descubierto la noche pasada que adoraba tener la esencia de Andrei deslizándose desde su interior hasta sus muslos, y no le daba vergüenza admitirlo. Él la besó en cuanto tuvo su nuca descansando sobre su hombro, volviendo a rodearla con sus brazos y besando suavemente sus labios, mordiéndolos de vez en cuando, incluso cuando aún no recuperaban bien sus respiraciones.—Estropeamos el agua —comentó Andrei divertido, sonriente sobre los labios de Elisa y dejándole otro beso en su boca, que lo hechizaba.—Tú empezaste —llevó sus brazos a abrazarse ella misma sobre los de Andrei y sonrió, mirándolo desde su posición y extrañando su boca sobre la