Andrei miraba todo frente a él, mientras se adentraba en la mansión de Stefan. Algo iba a pasar, se lo decía el aire y se lo decía la cara de sus hombres también. Su expresión se hizo más fría entonces, repeliendo todas las miradas que esos sujetos le daban. Sabía que el primo de Kirill no faltaría a las reglas que tenían ni a los protocolos, que no iba intentar hacer nada en su contra, pero nunca se podía poner las manos en el fuego por ese hombre, cuyas excentricidades le desagradaban porque todo parecía hacerlo con el fin de parecer un cartel público con luces de neón. Estaba intrigado por el descubrimiento que el idiota le había presumido por teléfono, y sabía que eso involucraba a la castaña. De todas maneras, su preocupación no lo consumía, puesto que la inteligencia en el pelinegro no era parte de sus cualidades.Elisa fruncía sus labios al mirar a su alrededor, al parecer, esa fiesta no era muy diferente a las que había en casa de Andrei. Ninguno allí parecía tener buen g
—Se te escapó un gran detalle de las manos, y es que le diste tiempo a la asesina… —movió su mano, llamando a alguien tras de él y apareció Helen, sostenida por dos de sus hombres y con las manos atadas en su espalda, en su rostro sólo se podía leer el temor—. Le diste tiempo de escapar.Miró a Andrei y este no pudo evitar sentir un alivio en forma de burla dentro de su pecho.No podía esperar más del pelinegro que no fuera una hipótesis fácil de hacer.Elisa dio un paso en su dirección, olvidando todos los buenos sentimientos que había acabado de tener junto a Andrei y comenzando a asustarse, porque el rostro de la inocente Helen le hizo entender que sabía que iba a morir. Pero Andrei evitó que avanzara, tomando su brazo fuertemente y volviendo a atraerla a él, tapándole la boca con su otra mano con fuerza, porque sabía que diría algo que no debía decir para salvar a la chica. La bailarina se agitó más al verse inmovilizada por Andrei, mirando a la única persona que creyó tendría u
Elisa iba en el asiento del copiloto, mirando las imágenes a través de la ventana pasando fugaces frente a sus ojos y quedando atrás, para darle paso a otras nuevas. Así podría definir lo que había tenido que vivir la gente de su club luego de esa fatídica noche, detestándola porque era algo que no se iba, incluso cuando Andrei había decidido dejarlo atrás. Sus ojos hace rato habían dejado de arrojar lágrimas, simplemente se limitaba a jugar con sus dedos sin mirarlos, sintiendo la viscosidad de su sangre entre ellos tras romperlos con sus uñas; un molesto hábito que tenía cada vez que necesitaba descargar su frustración o niveles de estrés.Andrei miraba el horizonte de la carretera mientras conducía. Estaba bien, por un momento había tenido miedo de ver a Elisa en las manos de Stefan siendo decapitada sin ningún miramiento, pero estaba enormemente satisfecho con la torpeza del pelinegro. ¿Cómo no podía protegerla, si el sólo hecho de pensarla dañada por otra persona le nublaba lo
Hacía tiempo que Andrei no tenía un baño delicioso en su gran bañera, aquella que adoraba, pero que hace tiempo no usaba por falta de tiempo libre. El agua caliente abrigaba su cuerpo y relajaba sus ya relajados músculos, sus ojos estaban cerrados y dispuestos a regalarle una nada oscura para mantener su mente en blanco. Estaba relajado y sus labios estaban unidos en una línea, jugando con sus dedos en los bordes.Elisa, al despertar, se vio enredada en unas suaves sábanas de color blanco, abriendo sus ojos apenas y adivinando que estaba sola. Cuando estiró sus extremidades sintiéndose invadida por toda la somnolencia, se sentó sobre el costado de su cadera y miró hacia la puerta; la había dejado sola nuevamente. ¿Se habría ido? Miró todo a su alrededor, frunciendo una sonrisa en sus labios, recordando al instante que era la primera vez que despertaba en esa cama y sobre todo, era la primera vez que se acostaba con Andrei en ella. Sonrió más entonces, deshaciéndose de la sábana
Elisa regresó a su sitio mordiendo su labio inferior, le gustaba demasiado que le recalcara de alguna forma lo muy atractiva que le resultaba.—Creí que iba a morir sin conocer un poco de sensibilidad en ti… —comentó ella con voz suave, llevando sus manos a los brazos del mafioso para acariciarlos levemente.Andrei ladeó una sonrisa.—Me estoy esforzando para no asustarte, no seas ilusa.—No lo creo —se integró un poco, despegando su espalda de su regazo para voltear su rostro y mirarlo nuevamente—. No creo que estés fingiendo.—Ya, cállate… —volvió a atraerla y a descansar su mentón sobre su cabeza.—Qué bru… —y no pudo terminar, porque el alto le tapó la boca con una mano sin ejercer presión, sonriendo tranquilo y cerrando sus ojos para dedicarse a sentirla.Elisa soltó un largo suspiro, sonriendo ante ese gesto, porque si no lo hubiera hecho, entonces estaría dudando de quién estaba detrás, dándole ese rico calor.—Tienes olor a sexo… —decía, mientras le tomaba el cabello para dejá
Ella apretaba los bordes de la bañera entre sus delgadas manos, descargando su desesperación allí.Andrei dio un par de embestidas más y ella acabó, sintiendo que un líquido abundante salía de su interior, pero no le prestó mayor atención y se dejó caer hacia atrás, exhausta y relajada, mientras sentía la calidez de Andrei dentro de ella. Había descubierto la noche pasada que adoraba tener la esencia de Andrei deslizándose desde su interior hasta sus muslos, y no le daba vergüenza admitirlo. Él la besó en cuanto tuvo su nuca descansando sobre su hombro, volviendo a rodearla con sus brazos y besando suavemente sus labios, mordiéndolos de vez en cuando, incluso cuando aún no recuperaban bien sus respiraciones.—Estropeamos el agua —comentó Andrei divertido, sonriente sobre los labios de Elisa y dejándole otro beso en su boca, que lo hechizaba.—Tú empezaste —llevó sus brazos a abrazarse ella misma sobre los de Andrei y sonrió, mirándolo desde su posición y extrañando su boca sobre la
El chico rubio se quedó en su lugar, mirándolo avanzar. Bien, Andrei no era un amargado y era amable con su gente. ¿Pero qué era eso? Tenía algo raro en la cara y en su actitud ese día. ¿Habría recibido una buena noticia acerca de su nuevo estadio? Sólo algo como eso podía tenerlo distraído, puesto que no era un estado en el que solía estar incluso en su propia casa. Siempre estaba pensativo, y noticias como esas encendían esos ojos, que al juicio de todos, eran los más fríos e indolentes que jamás habían visto.—¿Igor?Su suave voz femenina lo hizo voltearse, saliendo de la extrañeza que le provocaba ver a Andrei en otro mundo y recordando al instante el mal rato que habían pasado ella y él días atrás, luego de haber descubierto su frustrado e infantil intento de suicidio.—Elisa, ¿cómo estás?—Bien… —sonrió y Igor deseó que dejara de sonreír, porque le hacía sentir idiota. Centró sus ojos en el cabello de la bailarina y estaba húmedo también. Arqueó una ceja y ese “bien” le hizo f
Hace semanas que sus mañanas eran más dulces y los días parecían ser dignos de disfrutar. Finalmente y luego de muchas cosas, Elisa podía volver a sentirse viva y a sonreír por eso. Esa tarde estuvo sola en la inmensa mansión de ese clan, sintiéndose inmensamente a gusto por estar disfrutando del silencio de ese gran y extrañamente cálido inmueble, sintiendo de fondo el sonido del agua de la pileta del delfín en el patio. Se había encargado de abrir el ventanal del salón principal para poder oír la naturaleza afuera, usando eso como música mientras bailaba en el caño. Pensó que hacía días no lo usaba para nadie, y comenzaba a extrañar que Andrei la admirara por lo que era capaz de hacer en ese tubo de fierro, aquel que le dio el primer pase de jugada para llegar al área de la sensibilidad de Andrei para meter un gol a escasos metros del arco.Eran ya alrededor de las seis de la tarde y la luz de la noche ya comenzaba a bajar, Andrei estaba sentado en su salón principal mirando hac