Hace semanas que sus mañanas eran más dulces y los días parecían ser dignos de disfrutar. Finalmente y luego de muchas cosas, Elisa podía volver a sentirse viva y a sonreír por eso. Esa tarde estuvo sola en la inmensa mansión de ese clan, sintiéndose inmensamente a gusto por estar disfrutando del silencio de ese gran y extrañamente cálido inmueble, sintiendo de fondo el sonido del agua de la pileta del delfín en el patio. Se había encargado de abrir el ventanal del salón principal para poder oír la naturaleza afuera, usando eso como música mientras bailaba en el caño. Pensó que hacía días no lo usaba para nadie, y comenzaba a extrañar que Andrei la admirara por lo que era capaz de hacer en ese tubo de fierro, aquel que le dio el primer pase de jugada para llegar al área de la sensibilidad de Andrei para meter un gol a escasos metros del arco.Eran ya alrededor de las seis de la tarde y la luz de la noche ya comenzaba a bajar, Andrei estaba sentado en su salón principal mirando hac
—¿No te cansas de beber?—¿Por qué no dejas de preguntar estupideces?Samuel lo miraba desde el sillón, aún era temprano e Igor. iba por su tercer vaso de whisky. Hace días que las noches se las pasaba bebiendo un poco, y si bien era cierto no llegaba a emborracharse, no pensaba que fuera correcto beber en horas de trabajo, y menos en uno de los clubes a cargo.—A Andrei no le agradaría verte bebiendo tan temprano en un lugar de donde se supone, eres responsable.El rubio lo miró y dejó el vaso sobre la mesa haciendo ruido, enfadado al tener que escuchar reprimendas de parte de un sujeto que no era más que él, y que además, sacaba a Andrei.—Yo no decepcionaré a Andrei —se defendió. Hace días que se sentía un traidor por estar celoso de él, por desear su suerte y en mayor medida, a su mujer. Jamás en la vida se iba a poder perdonar el decepcionarlo, el fallarle. Andrei era más que su líder, era su padre y le debía todo a él.—Bien, entonces deja ese vaso.—No estoy borracho, Samuel
Ella frunció sus labios y acercó su bebida a su boca.—Bien… —no iba a seguir preguntando de eso, tenía todo el tiempo del mundo para saberlo en el futuro y nada la apuraba. Qué optimista era si pensaba de esa forma—Entonces… —pensó por un segundo y luego preguntó atropelladamente—. ¿Te has enamorado alguna vez?Optó por eso, ya que le interesaba demasiado saberlo, así podría decidir cuánto debía dolerle que su respuesta a sus sentimientos era cumplirle un capricho, como si fuera una obligación.Él suspiró, al parecer iba a preguntarle cosas personales, pero esa pregunta en especial no lo incomodaba, porque no podía haber algo más ajeno a él.—No, Elisa. Jamás he tenido tiempo ni intención de amar a nadie, mi vida es diferente y mis sentimientos van más por otro lado —se cruzó de brazos—. ¿Otra cosa?Elisa sonrió y le dio otro sorbo a su copa, lamiendo sus labios que habían quedado con sal luego. Entonces ella no tenía que sentir envidia de nadie ni ponerse celosa.—¿Podrías amarme
La dueña del restaurante, y quien también conocía al mafioso, se le acercó.—¿Está todo bien, señor Borisov?Andrei levantó su mirada hacia esa señora, sintiéndose culpable por haber inquietado ese lugar que siempre era tan tranquilo, y asintió como respuesta a su pregunta.—Disculpe mi indiscreción, señora Novikova. Dígale a quienes perturbé que pagaré sus cenas como compensación ante mi impertinencia.La señora asintió junto con una reverencia y se dirigió hacia sus clientes. Andrei miró hacia donde ella se había perdido y se felicitó irónicamente por haberle arruinado la noche.Elisa llegó al baño, cubriendo su boca con una mano para reprimir sus lastimeros sollozos, mirándose al espejo y cerrando sus ojos luego sintiendo con todo su cuerpo la reacción de Andrei. Sus lamentos eran los mismos de siempre y estaba harta de que fuera de esa forma. ¿Pero qué iba a hacer si todos los días parecían ser tan distintos a los antiguos en donde sólo lloraba? ¿Cómo no iba a permitirse soñar
Andrei la miró por unos segundos con el ceño fruncido. Genial, le estaba dando órdenes y él como un idiota le estaba haciendo caso, entonces se dirigió a su asiento y no la miró durante todo lo que duró el camino.—Andrei —soltó una vez estacionó el auto, y él se dispuso a escucharla sin mirarla. Se contuvo todo el viaje pensando cosas odiosas, sólo para no llorar frente a él, y ahora quería decirle más cosas.—Para ser cómo eres, haces bastante bien tu trabajo para lograr meterte en mis bragas —Andrei frunció el ceño. ¿Elisa hablando así de nuevo?—. Y si quieres volver a meterte ahí, entonces la dificultad va a subir.La chica no quería tener que sentirse tan miserable como se sintió antes.—¿Vas a obligarme a quererte? —se volteó levemente.—No, voy a obligarte a mentirme —su voz se quebró y comenzó a hablar como si llorara—. Y yo sabré que será mentira, pero te voy a seguir amando igual, pero dolerá menos… Abrió la puerta del auto y se bajó, sin esperar a saber que tenía él que
Luego de un rato, Elisa distinguió el olor que hace poco le había sentido a Igor, y recordó que llegó solo. Había conducido ebrio, y se había venido solo. —Igor, condujiste ebrio —lo regañó incorporándose nuevamente y levantando el volumen de su voz—. Fue peligroso e insensato.Él abrió sus ojos y rió por eso, se sentía bien que ella se preocupara por su vida.—Sí, lo fui… ¿Me ayudas a llegar a mi habitación?—Sí… —se puso de pie y lo ayudó a pararse, pasándole el brazo por sobre sus hombros—. No te vayas a caer o me caigo contigo…Igor sonrió imaginando eso porque tenía un buen final: ella en el suelo y él sobre ella, así podía besarla. Levantó la vista y vio como Sergei, en quién había descubierto la confianza además de su líder, venía caminando hacia ellos seguramente para ayudar a Elisa a llevarlo a su habitación.—No me toques, Elisa me lleva —dijo, antes de que le pusiera las manos encima.—Está bien, no lo sostengo sólo yo —lo excusó ella.El hombre lo miró extrañado ¿Qué est
¡Qué fría estaba su cama! No quería moverse de su lugar porque todos los demás lugares estaban fríos y ella quería calor. Frunció sus labios en un puchero al recordar que esa era la primera noche que pasaba sola en algún tiempo, y fue entonces cuando recordó a Igor. No pudo evitar una sonrisa, ¿cómo se suponía que debían hablar ahora? ¿Sería correcto fingir que no le había dicho nada? Claro que no era correcto, era grosero y podía dañar a ese chico rubio extraño y adorable, pero también tenía miedo, le temía a la reacción de Andrei si se llegaba a enterar de eso. ¿Qué le haría a Igor? No soportaría verlo en problemas por su culpa, no deseaba por nada en el mundo que perdiera todo lo que había ganado sólo por su culpa.Elisa extrañó ver a Igor entrar a su habitación para darle los mensajes de Andrei, ya no era necesario que eso sucediera, porque ahora era el mismo líder quien iba a hablarle, o más bien no iba a ningún lado, porque era a él a quien veía todos los días cuando despert
—¿Prometes que no volverás a conducir ebrio? —ella seguía abrazándolo.—Lo prometo… —dejó de mirar a su líder para mirar a Elisa, mientras la alejaba desde sus hombros suavemente, sin alarmarse él ni alarmar a nadie. No estaba seguro cuánto había escuchado Andrei, pero su mirada tampoco le parecía una amenaza.Elisa sonrió mientras lo veía ponerse de pie, le ofreció la mano para ayudarla a incorporarse y ella la aceptó, mirándolo con una sonrisa que lo despedía y él también.Cuando se volteó, se encontró con Andrei mirando hacia el muñeco, y cuando la vio a ella por el rabillo de su ojo, entonces volvió su mirada. Eso la asustó. ¿Por qué Igor no había dicho nada ni reaccionado? ¿Qué pretendía con eso o qué significaba?—Hola… —lo saludó y él siguió mirando su rostro sin ninguna expresión.Eso la angustiaba y mataba sus esperanzas lentamente, era como vivir día a día una lenta y completa tortura. —Hola —se acercó unos pasos hacia ella, mientras la chica dudaba en retroceder o seguir