Miró a Samuel y este le hizo una señal con su cabeza para indicarle que la había advertido, pero eso no lo dejó tranquilo, porque Elisa era impredecible gracias a su sensibilidad.—Vaya, se conocen… —sonreía Stefan—. ¿Es ella tu entretención? Es bella y me gusta su estilo. Debe tener carácter.Andrei volteó su rostro al del más bajo. No, jamás había conocido a una mujer con menos carácter que ella, así que no pudo evitar reír.—Y es mía —dijo para cerrar la conversación, yendo hasta ella mientras sonreía y sus ojos miraban dulcemente a aquella chica. Cómo lo idiotizaban esos gestos suyos, podría perderse por horas en su rostro, en sus gestos y por varias horas más en su cuerpo.Elisa escuchaba lo que Helen le decía, ella seguía siendo la misma a pesar de lo que había ocurrido y se sentía contenta por ella porque al menos no había sufrido la suerte que sufrió el resto, y gracias a eso podía seguir contando sus historias. Ella también lamentaba lo sucedido, pero todo era tan confuso q
Elisa lo miraba, parecía tan dispuesto y diferente a lo que siempre veía de él que se atrevió a hablar, no sin temerle a su atrevimiento.—Quiero saber de mi familia, decirles que estoy bien…Él arqueó una ceja, suspirando. Sabía que iba a pedir algo así y le había dicho que lo haría, entonces no podía echar pie atrás porque no era su estilo. Miró hacia su habitación y la condujo hasta allá, abriendo la puerta esperando a que ella pasara. Elisa lo miró sorprendida, recordando las palabras de Igor que nadie entraba a su cuarto, y ella lo había hecho pero en circunstancias que estaban lejos de esa y donde por supuesto, no vio nada por el miedo.Al entrar, se quedó a un lado de la puerta, observando todo ese cuarto de paredes blancas, muebles de color negro y con cortinas y cubre cama color azul oscuro.Era espacioso y la combinación de esos colores la hacían sentirse en el mundo privado de Andrei en donde además podía oler la fragancia del perfume del castaño por todos lados, se estab
Elisa se desesperó en cuanto oyó esa instrucción, estaba arrepentida como nunca por haber provocado a Andrei. Todo iba bien hasta que a ella se le ocurrió sacar el pasado.No era justo, no podría vivir siempre temiendo de lo que diría.—No, por favor… —bajó todas sus revoluciones, volviendo a ser manipulable.—No hay razón para que yo quiera desistir, ya has estado conmigo antes así que tampoco llores. Me enferma.¿Que no llorara? Pero si no podía, era lo único que podía hacer. Se quedó de pie mirándolo incrédula, él no podía estar ordenándole eso.Sin darse cuenta, él comenzó a desabrochar su pantalones, mientras ella se sacaba los zapatos, deshaciéndose de ellos para luego ir a sacar la camiseta que traía, dejándola en ropa interior.—Termina tú.Su voz la golpeaba al igual que su mirada y sus manos abusaban de ella mientras estaba de cara contra la pared. Sus manos se movían desde sus senos hasta su abdomen, para luego ir a explorar sus glúteos y genitales. Se mordía los labios p
Andrei miraba su cuerpo abusado, perdido en la generalidad de su todo, sin enfocarse en ningún detalle porque simplemente miraba lo que había hecho con ella, y siguió en esa tarea hasta que vio que su pecho se agitaba y que comenzaba a llorar suavemente. Ni siquiera sabía si debía tener el descaro de cuidarla, pero tampoco tenía el corazón para ir a dejarla a su cuarto a la deriva. Si él le había hecho daño de manera gratuita, entonces se haría cargo, porque así había sido criado.Una de sus manos fue a secar sus mejillas y tomó un poco de distancia para mirarla, mientras ella abría sus ojos y seguía llorando por inercia. Elevó sus ojos y se encontró con la mirada de Andrei, entendiendo que nunca había salido de su habitación y que todo había sido un mal sueño.Ella lo miraba como si fuera irreal, tocaba con la yema de sus dedos los labios, yendo luego hacia sus mejillas. Él miraba sus ojos que no lo miraban en realidad, sintiendo rabia de tratar a esa chica indefensa y dulce tan frí
Andrei estaba sentado en su sillón favorito frente al caño de la gran sala, mirando el fierro nuevamente como ya se había habituado a mirar. No pensaba en nada en particular, hace dos días que no veía a Elisa y ahora esperaba a Igor para que fuera a decirle a ella que debía hablar con su madre en media hora más. Había estado ocupado los demás días resolviendo unos asuntos y lidiando con el lío que volvía a ser el excéntrico de Stefan, siempre ostentando todo lo que poseía y lo que había conseguido en Francia. Por otro lado, Igor también había tenido asuntos que resolver con los clubes nocturnos a su cargo y tampoco había visto a la chica bailarina durante esos días. No se la topaba en el patio como había pasado otras veces y eso era extraño.—¿Estabas ocupado? —preguntó, cuando Igor llegó a la sala.—No, estaba practicando los tiros —terminó de acercarse—. ¿Sucedió algo?Andrei dejó de mirar el fierro para poner sus ojos en su leal hombre, negando con la cabeza.—Sólo necesito que
Igor apoyaba su espalda en la pared contigua a la puerta de la habitación de su líder, esperando a Elisa. Miraba la pared de enfrente y repasaba todas las ideas que tenía su cabeza acerca del plan de la bailarina. Se debatía también sobre contarle o no a Andrei, de seguro él sería capaz de mandar a acondicionar su habitación como la de un manicomio si se enteraba de eso sólo para evitar que se hiciera daño… Mientras pensaba en eso, la puerta se abrió y la bailarina salió, secando sus ojos con sus manos. Él la miró analíticamente, comenzando de una manera amena.—¿Cómo estuvo?—Hermoso, —respondió ella con una sonrisa—, hablamos mucho, pero de cosas que tenían que ver con lo que pasaba en casa. De aquí le dije que estaba de vacaciones con una amiga del trabajo… —alejaba las manos de su rostro para confesar algo con un poco de culpa—. Hablé con una compañera…Igor frunció sus labios, error tras error y esas cosas sólo lo decepcionaban. ¿Por qué debía ser tan arrebatada? Aunque más bi
El cielo estaba cubierto de nubes y con ello una ciudad completa que recibía la luz grisácea que ese filtro permitía, y bajo ese cielo, el brillo opaco de una Lamborghini Veneno negro acaparaba las miradas de quienes transitaban por la calle a esa hora. Tenía su destino claro, era el mismo propósito que lo había mantenido en uso durante esos escasos días: cobranzas, y dentro de él quien se encargaba de hacerlas dichoso y excitado por ese momento. Al llegar, una casa de los barrios bajos de la ciudad parecía lúgubremente alumbrada, quizá temerosa de lo que iba a pasar dentro de ella y a las personas que le daba cobijo hace tantos años.—Vitali, acompáñame —decía Stefan, mientras abandonaba su preciado auto para dirigirse al lugar en donde le darían el dinero que había prestado seis meses atrás, y si no se lo daban entonces iba a tener que descargar su frustración en forma de sangre.Un hombre junto a su esposa miraba televisión, llevaba ya unas semanas sin trabajo y la preocupación d
¿Andrei sabía lo que había querido hacer? Se extrañaba de esa conversación tranquila y lejos de las exaltaciones que siempre solía tener con él.—Elisa —la llamó, antes de que cerrara la puerta. Ella desde adentro y sin cerrar la puerta, se quedó esperando.—¿Qué?—Si vuelves a intentar hacer algo estúpido nuevamente, te prometo que tu lindo cadáver no va a tener un final agradable, ¿entendido?La bailarina apretó los labios y cerró la puerta de golpe, soltando un suspiro rápido para darse cuenta que no quería tragarse eso. Entonces abrió la puerta y fue hasta él, porque siempre tenía que amenazarla con cosas desagradables.—¡Idiota! —lo llamó, llegando a su lado y volviendo a enfadarse—. Puedes reírte de mí y de mi falta de valor porque no tuve las agallas suficientes para suicidarme. ¡Pero basta de refregarme en la cara el poder que tienes sobre mí!El líder la miraba de aquella manera fría, viendo su desesperación y la rabia que le tenía. Esa era la Elisa que pocas veces veía.—