Elisa sonrió apenas, mirando al suelo.—Perdón… —dijo entonces ella con voz apagada, volviendo a arrojar lágrimas. El chico rubio dejó de sostener su brazo para llevarlas hacia su rostro, había sangre en él y su estado era evidente. Había salido del club para obtener una mala ventura y conseguir solamente más dolor. —Juré en vano, hice algo estúpido de todas maneras…Igor frunció sus labios, se sentía incómodo y tenía rabia. Debió alcanzarla antes, no debió dejarla salir en cuanto la vio correr hacia la salida. No debió… No quería que hiciera algo estúpido, pero no quería tener que entregarla a Andrei y muchos menos ocultarle algo al hombre que más admiraba por una chiquilla. Pero estaba avergonzado de sí mismo, ella confiaba en él y le estaba pidiendo perdón, mientras él la había dejado a la deriva, a sabiendas que los alrededores de ese club no eran para una chica como ella.—Está bien —su voz quería sosegarla—. No pasa nada… Se alejó para ver el resto de su cuerpo, y fue ahí c
—¿Es Andrei? —preguntó ella en cuanto notó la silueta negra a unos pasos de ellos. El chico rubio asintió y ella aferró sus brazos al cuello de él para que no la soltara.Igor dio los últimos pasos hasta quedar a un lado de su líder, dándole la única seguridad que podía darle a Elisa: sostenerla aún en sus brazos. Ella, por su parte, mantuvo su rostro descansando en el hombro de quien hasta ahora, era su único héroe, tratando de enfocar su visión en el rostro de Andrei para saber qué le decían sus ojos, pero no podía. Se estaba asustando, ella quería ver pero no podía. ¿Por qué?Andrei miraba a Elisa, podía ver su intento por mirarlo, pero sus ojos estaban en otra órbita. Sus deliciosos labios estaban rotos, su nariz pequeña y respingada tenía sangre, sus brazos estaban maltratados y sus piernas también.¿Qué mierda le había pasado? Un golpe parecido a la angustia le atacó el pecho.—¿Qué es esto? —le preguntó a Igor, seriamente.—Huí porque no quería que me vieran llorar, llegué a
Andrei llevaba casi una hora de pie en frente de la habitación de Elisa. Fruncía los labios y apoyaba su espalda en la pared con sus brazos cruzados. Había pasado una larga noche, pensando en el porqué de su angustia que le hacía desesperarse y cuando lograba dormirse, volvía a despertar. Elisa era la causa de todo, no quería que le temiera y que pensara que solamente la había usado con fines sexuales, que su primera vez le era indiferente. Además, recordar su reacción cuando la tocó, lo congeló, y por primera vez en su vida deseó pedir disculpas con palabras, además de su usual manera que se basaba en acciones.Detestaba comenzar a sentir que debía tomarse las molestias necesarias por ella, le incomodaba sentir que alguien comenzaba a significar más, y era peor saber que ese alguien era una mujer como ella. ¿En qué momento puso sus ojos en ella? ¿En qué momento comenzó a involucrarse y preocuparse con lo que a ella le pasaba?Mientras volvía a torturarse con las mismas cosas con
Martes, el peor día de la semana desde el día uno de su consciencia. Venía luego del lunes, el día que se llevaba la felicidad de las personas, él día del sueño durante toda la jornada laboral y estudiantil, ¿pero qué era el martes? Nada, era el día de la resignación porque el viernes estaba demasiado lejos como para tener ganas de soñar con el fin de semana. En resumidas cuentas, el martes era la versión de la semana completa plasmada en un solo día, por eso Elisa estaba en la pileta del dragón, mirando como el agua caía tranquilamente desde su boca, aburrida y comenzando a desesperarse nuevamente con el encierro en esa casa y la nula comunicación que tenía. Sabía que cerca de allí había más patio, más por descubrir, pero jamás había sido tan curiosa al nivel de jugar con sus propios miedos.Hace un par de días que no veía a nadie en esa casa, sólo a la servidumbre. No tenía diversión, así que solamente jugaba a cambiarse de ropa y a maquillarse para saber cuáles eran las mejore
—Dijeron que llegaba esta tarde de Francia.Llevaba casi dos horas en un lujoso restaurante, del cual era socio junto a Arnold. Conversaban acerca de los negocios y de los asuntos que quedaban por resolver, y el tiempo extra lo aprovecharon para beber un par de copas. Hace apenas unos minutos atrás, el hombre rubio había recibido un llamado: Stefan regresaba ese día de su larga estadía en el extranjero, y para ninguno de los presentes allí esa era una noticia agradable.—Qué molestia… —Andrei miraba el líquido de su copa de vino—. Sé que su primera visita será a mi casa. Va a querer ver la tumba de Kirill, y no me extrañaría que pidiera que exhumen sus restos para corroborar él mismo que está muerto y por qué murió.—No tienes porqué recibirlo, después de todo, él jamás ha sido bienvenido en tu casa.Andrei frunció sus labios y miró a Arnold, él jamás haría eso. Que el primo de su amigo le resultara un ser desagradable, no significaba que iba a ser descortés con él y menos si se tra
Había estado tratando de escapar de su realidad imaginando historias, pero eso era lo que realmente pasaba. Estaba aceptando que la usaran y que la exhibieran como un trofeo a costa de su debilidad, que la trataran como un ser humano cuando en realidad no la veían así, y que la persona en la que ella confiaba también había hecho cosas horribles que la dañaron profundamente.Sabía que Igor era un asesino también, pero jamás pensó que era él quien sentenció a su amiga y a ella a caer en manos del frío e insensible líder de ese clan. Se sentía completamente encantada por esas dos personas y ninguno lo merecía. Sabía que era valiosa e Igor le estaba haciendo ver que en realidad así era y que al menos él lo apreciaba, le dolía que fuera así porque a pesar de todo no se sentía capaz de odiarlo, porque entendía que él en un principio no tenía ningún vínculo u obligación con ella. Avanzó unos pasos hacia su cama, ya estaba oscuro y era una buena idea dormirse porque se sentía abrumada con
Elisa miró a su alrededor y lo encontró, le dedicó una sonrisa para hacerle saber que todo estaba bien con su confesión, y él ladeó una para ella y luego seguir conversando. Un poco más repuesta fue hacia los mesones y nuevamente no había de su licor favorito, pero había cerveza y suspiró porque al menos eso sí podía beber.—¿Elisa?La dueña de ese nombre se sorprendió al oír su nombre de una voz femenina, y aquella la conocía. Se volteó congelada, mirando a esa mujer de cabello color chocolate, vestida con un elegante vestido rojo oscuro.—Helen… —pronunció nerviosa, lanzándose hacia ella para abrazarla. La chica lo hizo de vuelta y temblaba junto a su compañera de club—. Estás viva… —se aferraba más a ella, alejándose luego para mirarla ansiosa y preocupada. Debía mirarla bien para convencerse de que se trataba de la chica que siempre tenía historias amorosas que contar en el camerino.—Oh, por Dios, eres tú —le tomaba el rostro entre sus manos—. Pensé que todos estaban muertos… —
Miró a Samuel y este le hizo una señal con su cabeza para indicarle que la había advertido, pero eso no lo dejó tranquilo, porque Elisa era impredecible gracias a su sensibilidad.—Vaya, se conocen… —sonreía Stefan—. ¿Es ella tu entretención? Es bella y me gusta su estilo. Debe tener carácter.Andrei volteó su rostro al del más bajo. No, jamás había conocido a una mujer con menos carácter que ella, así que no pudo evitar reír.—Y es mía —dijo para cerrar la conversación, yendo hasta ella mientras sonreía y sus ojos miraban dulcemente a aquella chica. Cómo lo idiotizaban esos gestos suyos, podría perderse por horas en su rostro, en sus gestos y por varias horas más en su cuerpo.Elisa escuchaba lo que Helen le decía, ella seguía siendo la misma a pesar de lo que había ocurrido y se sentía contenta por ella porque al menos no había sufrido la suerte que sufrió el resto, y gracias a eso podía seguir contando sus historias. Ella también lamentaba lo sucedido, pero todo era tan confuso q