Andrei abrió la puerta con el pie, adentro había un olor a pudrición, seguramente porque había cadáveres olvidados. Al notarlo, ella comenzó a forcejear nuevamente con él, pero esta vez presa del pánico, tratando de morderle la mano nuevamente para que no la siguiera haciendo bajar los escalones, pero no podía zafarse. Estaba desesperada, aterrada, quería gritar y ya estaba comenzando a chillar. Andrei, por su parte, la agarraba firmemente.Elisa estaba tan asustada que deseaba ver su rostro. El lugar estaba oscuro, pero la luz de la noche iba a permitir que algo vieran luego de acostumbrarse a la oscuridad, además, el lugar no era demasiado grande.Cuando llegaron abajo Elisa sintió pelaje descuidado en sus pies y parte de sus piernas. Eran ratas, y con eso quiso morir de un ataque al corazón. El miedo le subió por los pies para luego viajar por sus piernas y apoderarse de todo su cuerpo. Comenzó a moverse desesperadamente, tratando de saltar para no tener que tocar el suelo, ll
Elisa adoraba que el agua caliente la cubriera por completo mientras caía desde arriba. La sensación de sentir la caída del agua como cientos de caricias en la cabeza hacía que sus músculos allí la relajaran por completo, lo mismo ocurría cuando esas caricias caían en su espalda. Miró sus piernas. Al parecer, pronto iba a necesitar otra depilación porque el efecto de la depilación láser pasaría pronto.Le gustaba pensar en cosas cotidianas, puesto que ampliaba su mente y la sacaba de ese mundillo lleno de cosas malas que la rodeaba. También sería bueno leer un libro, quería mantener su cabeza activa para no tener que sucumbir al estrés de estar bajo el brazo de Andrei todo el tiempo.Temprano en la tarde de ese día, cuando despertó, estaba sola en su cama con otra ropa: era un pijama. Apenas fue consciente de eso, recordó lo que había pasado la noche anterior y le costó creer que era cierto porque parecía más una pesadilla. No, no había sido una pesadilla, había ocurrido en serio.
Ya de noche, Andrei bebía de su vaso con whisky entretenido manteniendo una conversación con Arnold, el líder de un clan amigo. Ambos, junto con Kirill, se conocían desde los diez años. No era demasiado cercano a él como lo era del fallecido peli negro, pero se llevaban bien y tenían historias y pasadas en común. Estaban en el club favorito de Kirill, recordándolo con gracia y distrayéndose de vez en cuando con un nuevo baile. Andrei tenía razón, aquel club no era el hermano del cementerio del club de Elisa, era más bajo y burdo, pero el entretenimiento masculino estaba garantizado.—Lo que hacen estas chicas queda bajo al lado de lo que hace tu motín —comentó el rubio, mientras miraba a una chica bailar.Andrei dejó de beber, para dejar de mirar a la bailarina y centrarse en su vaso. Sí, Arnold tenía razón y por eso mismo la había invitado a ese club.—¿Cómo era su nombre? —volteó hacia el castaño.—Elisa —respondió, recordándola y junto con ello lo que había pasado la noche recién
—Quiero un tequila margarita, por favor —respondió la castaña sin demora, hace días que deseaba uno y ahora tenía una excelente oportunidad.Arnold sonrió y llamó a una camarera. Elisa la miró con desdén pensando que era una ofrecida, se le veía todo y su falda era enfermamente corta. ¿Para qué se la ponía, si al final iba a mostrar su tanga de todas maneras? Se avergonzó de sí misma en cuanto notó lo que hacía, a ella le pedían vestirse así. Pero dejó de sentirse culpable en cuanto notó que Igor se iba con ella.—Elisa —la llamó Andrei con su ceja alzada, ella lo vio y dejó de mirar al rubio y a la camarera. Fue hasta él para sentarse en una silla a su lado, no sin sentirse observada y eso la ponía nerviosa y la reconfortaba, porque le había dado al blanco con su vestimenta.Cuando todos volvieron a sus asuntos la castaña decidió hablarle, suavizando su voz, porque no tenía caso hacerse la ofendida con él. Pronto llegaría su ansiado trago y sabía que su boca se iba a calentar e i
Cuando abrió sus ojos miró a Igor, quien la miraba con una sonrisa entretenida.—Tu admirable líder es un idiota —comentó, volviendo a beber.—Y tú vas muy rápido —le quitó la copa para dejarla sobre la barra. Ella frunció el ceño—. No vas a poder bailar si estás borracha.—¡Ay, Igor! —protestó—. Con una copa no me voy a emborrachar, con tres quizá… —prestó más atención a lo que el rubio le dijo, agudizando la mirada mientras jugaba con el cuerpo de la copa—. ¿Tú también quieres que baile como estas mujeres?—Sabes que me gusta verte bailar, así que simplemente hazlo como prefieras —tomó de su vaso con whisky—. Demuéstrales a todos aquí quién baila el mejor pole dance —le sonrió con el vaso en los labios, mirándola y apreciando lo hermosa que se veía arreglada.Elisa lo pensó. Claro, eso tenía que hacer, lo que ella siempre hacía. Tenía que dejar de ser tan estúpida. Volvió a beber de su copa, iba a beberla tranquilamente y sin ansiedad, mientras tanto pensaba en lo guapo que se veía
Elisa se volteó mirando al tubo, afirmándose con una mano de él, mientras tomaba distancia para volver a menearse esta vez más marcado, bajando y subiendo con movimientos de sus caderas, cintura y piernas, mientras su otra mano peinaba su cabello desde su frente hasta atrás, volviendo a jugar en torno a su compañero de baile como si estuviera coqueteando con él. Cuando la música se puso más fuerte, con un solo brazo se afirmó del tubo para impulsarse y abrir sus piernas, paseándose de un lado a otro en el aire, dejando sus pies en el suelo para subirse por completo al fierro, esta vez enredando sus piernas para moverse a su antojo, usando sus manos para ir subiendo de a poco. Cuando llegó a la mitad, dejó de enredar sus piernas en el tubo para elevarlas y subir con ellas quedando de cabeza hacia abajo, volviendo su torso hacia arriba para que sus brazos fueran los que la llevaran hasta más arriba de la mitad para que sus piernas cruzadas la sostuvieran, echando hacia atrás su torso
Elisa se puso de pie, agitada. Respiraba profundamente mientras bajaba los escalones, sintiendo la mirada de muchos.Iba a necesitar un poco más de alcohol y tenía sed, así que fue hacia Igor primero para ir a beber lo que le quedaba de tequila margarita.—Estoy sin palabras… —comentó el rubio, mientras la veía dejar la copa sobre la barra.—Era la idea —le sonrió sin escatimar en ser coqueta, ya estaba en ese típico plan en el que se ponía cuando estaba on fire gracias al alcohol, el mismo estado que la llevó a convertirse en asesina. Se volteó para dirigirse hacia Andrei, tragaba saliva mientras se iba acercando, porque le temía a lo que había provocado en el castaño, pero la aceleraba y la ponía ansiosa. Además, ese último sorbo de su tequila le dio el valor que había perdido luego de bailar.El castaño la miraba acercarse, no importaba que estuviera con más personas alrededor y que todos quisieran saltar sobre ella, porque él era el único que podía ponerle las manos encima y todo
Elisa quería más de eso, quería que Andrei no se moviera de ahí.Él volvió a sonreír dentro de ese beso para abrir su boca y abarcar lo que podía, para cerrarla llevando consigo un poco de su piel para luego soltarla en forma de beso, haciendo ese sonido húmedo que logró que la excitación de Elisa se encendiera más. Ella apoyaba su cabeza en el sofá, abriendo sus piernas más relajadamente, una descansaba en la cima del mueble y la otra estaba recogida a la altura de la cabeza de Andrei, mientras seguía los movimientos del castaño allá abajo con sus ojos. Nunca pensó, ni en sus sueños más mojados, que el castaño le iba a dar sexo oral la primera vez. Se sentía tan bien, que ni siquiera podía hablar.¿Vergüenza? Jamás.Andrei llevó su lengua puntiaguda e intrusa a buscar el clítoris de la castaña, encontrándolo y oyendo un gemido ahogado de ella, imperceptible, pero pudiendo intuir la expresión de su rostro. Así que llevó uno de sus dedos para abrir los pliegues de su vulv’a y jugar