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—Quiero un tequila margarita, por favor —respondió la castaña sin demora, hace días que deseaba uno y ahora tenía una excelente oportunidad.

Arnold sonrió y llamó a una camarera.

Elisa la miró con desdén pensando que era una ofrecida, se le veía todo y su falda era enfermamente corta. ¿Para qué se la ponía, si al final iba a mostrar su tanga de todas maneras?

Se avergonzó de sí misma en cuanto notó lo que hacía, a ella le pedían vestirse así. Pero dejó de sentirse culpable en cuanto notó que Igor se iba con ella.

—Elisa —la llamó Andrei con su ceja alzada, ella lo vio y dejó de mirar al rubio y a la camarera.

Fue hasta él para sentarse en una silla a su lado, no sin sentirse observada y eso la ponía nerviosa y la reconfortaba, porque le había dado al blanco con su vestimenta.

Cuando todos volvieron a sus asuntos la castaña decidió hablarle, suavizando su voz, porque no tenía caso hacerse la ofendida con él.

Pronto llegaría su ansiado trago y sabía que su boca se iba a calentar e i
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