Capítulo 2

–Creo… Creo que estoy embarazada. –En cuanto se lo dijo a Claudie, Amaris se dió cuenta de que fue un error. 

La cara de Claude pasó de sorprendido al horror en segundos. 

–¿Crees? 

Amaris asistió. 

–Espero por tú bien que solo sea una falsa alarma. –Le dijo entre dientes antes de llevarla al hospital para una ecografía. 

–Es correcto Alfa. –Le confirmó la ginecóloga. –Ella esta embarazada. 

“Ella”, no “Luna”. En la manada nadie la trataba con el suficiente respeto. 

–¡Maldición! –Claude estaba furioso. –Encargate. –Le dijo a la doctora antes de salir de la consulta. 

–Si Alfa. 

–¿Qué? ¡No! –Amaris trató de salir de la oficina, pero la puerta estaba cerrada por fuera, se dió vuelta para mirar a la ginecologa y esta tenía una jeringa en la mano. –¡No! ¡No! ¡Por favor no!

No la escuchó y le inyectó lo que tenía en la jeringa. Pronto quedó inconsciente. 

Cuando volvió a despertar estaba en su dormitorio. No tenía que ser adivina para saber que habia pasado, su cuerpo dolia y eso indicaba que ella había perdido a su bebé. 

–¡Lo odio! Lo odio con todo mi ser. –Amaris gritó y lloró por toda la noche, pero nada podría traer a su bebé de vuelta. En la mañana ya no lloraba, pero sus ojos ya habían dejado de brillar por completo. Ella necesitaba irse. 

Planeó su escape, y en una noche sin luna estaba lista para salir de ahí. Salió de la casa mientras todos dormían y se fue acercando a los límites del pueblo tratando de que nadie la viese, luego se internó en el bosque y corrió. Lamentablemente ella no contaba con una loba, así que solo podía escapar en su forma humana, sus sentidos eran los de un humano entonces no se dió cuenta el momento en que estaba rodeada de lobos y cuando reconoció al lobo castaño de Blake supo que estaba perdida. 

Fue arrastrada hasta la casa de la manada y esta vez subieron hasta el ático donde recién ahí la soltaron. 

–¿Qué crees que hacías? –Claude estaba furioso. 

–¡Mataste a mi hijo! ¿Qué crees que hacía? ¡Irme!

–Tú no puedes irte. Soy tu dueño, haces lo que yo digo. 

–Yo no tengo dueño. –Artemis lo contradijo y recibió un golpe por eso. –¿Por qué me odias tanto? 

–¿Odiarte? Yo solo quería acabar con esa cara de inocente que tenías cuando te conocí. Si además conseguí el bosque colindante a la manada fue un plus. 

–Pero ahora tienes que cargar conmigo. 

–Una sirvienta gratis y una puta para cuando no tengo a nadie más. –Ella intentó golpearlo por eso, pero él la detuvo antes para luego empujarla haciendo que se cayera.

–¡Te odio! –Le gritó desde el piso.

–Eso me lo has repetido muchas veces. –Claude se acercó a ella. –Ahora tu castigo. –Se sacó el cinturón y con este la golpeó. Amaris perdió la cuenta de cuánto fueron los golpes, solo sabe que en un momento quedó inconsciente. Después despertó y estaba tendida en unas mantas, al mirar a su alrededor seguía en el ático. Supuso que esa era su nueva habitación.

Miró por la pequeña ventana que había en el ático y vió la luna en todo su esplendor.

–¿Este es mi castigo por desobedecerte madre? –No obtuvo respuesta y solo pudo llorar.

Y ahora tres años después estaba cansada de esa vida. Los golpes por parte de Claude se convirtieron en una rutina, el único momento en que era amable con ella era cuando estaba en celo y ahí era solo Blake el que estaba en control y una vez que terminaba las palizas que recibía eran peores; ella podía darse cuenta que eran para evitar que quedara embarazada o hacerla abortar. En esos años ella nunca más se acercó a Claude a decirle que estaba embarazada.

Cuando terminó de limpiar los baños de la casa de la manada volvió a la cocina. Ese día estaban todas las omegas como locas, corrían preparando todo tipo de comida y postres que se servirían esa noche en la fiesta. Una vez al año se celebraba una fiesta en la madana Shadowmoon y obviamente ella no iba a estar presente. Nunca lo estaba. Nadie fuera de la manada sabía que Claude tenía una compañera, así que su presencia no era necesaria. 

–Deja de mirar y ayuda con la carne. –La jefa le ordenó a Amaris mientras murmuraba que nunca había visto a alguien tan inútil antes en su vida. 

El resto del día fue solo seguir órdenes hasta que todo el lugar estaba perfectamente limpio y toda la comida lista. 

Amaris estaba lista para escabullirse al ático, pero antes de que lo pudiera hacer la jefa de las omegas, Tania, la miró y le ordenó ayudar a servir a los invitados. 

Mascullando su mala suerte hizo lo que le ordenaban. Fue a vestirse con un traje de sirvienta que era para ocupar solo en ocasiones especiales y frente a un pedazo de espejo que tenía arreglo su cabello en un recogido bien apretado. Esperaba que de esa manera su cabello no llamara la atención. Aunque ya no lo cuidaba como antes, este seguía tan brillante y mostrando diferentes tonos de rubios que lo hacía verse multicolor. Cualquiera creería que se lo teñía, pero era su cabello natural. Miró sus ojos grises y se dió valor para enfrentar la noche. Puso la mayor sonrisa falsa en su rostro y fue al salón.

Se dedicó a servir tragos por todo el salón. Ya habían llegado casi todos los invitados. Solo faltaba el Alfa Carl para poder servir la comida. Solo que cuando llegó no estaba solo, venía acompañado de su única hija, Alice, que en cuanto ingresó se quedó quieta mirando a todos. Al ver que su hija se detenía el Alfa también lo hizo y la miró para luego mirar a su alrededor. 

Amaris vió como Claude se paraba y no quitaba los ojos de encima de la recién llegada. Pronto todas las conversaciones se detuvieron para observar qué estaba pasando. Para todos era obvio. Pero estuvo aún más claro cuando a ambos se les escuchó susurrar la misma palabra. 

–Compañero. 

–Compañera.

El Alfa Claude había encontrado a su compañera, Alice era la próxima luna de la manada Shadowmoon. 

Con una nueva mujer que estaría en la vida del Alfa Claude de forma permanente… ¿Qué sería de Amaris?

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