59. En el infierno

Aunque no lo quiera es difícil no pensar en las horas encerrado en ésta pocilga. Gerardo mantiene la cabeza agachada sentado en la única silla dentro de su celda.

Nadie lo ha visitado salvo Fernando, contándole sobre el desastre en el que se ha vuelto Campos Del Valle con su detención, y sus otras empresas regidas bajo su directiva. Estas acusaciones le están costando la reputación que considera casi sagrada.

Se echa hacia atrás. La cabeza la descansa en la pared.

Sus nudillos sangran. La pared es lo único que logra alcanzar sus puños para cesar la desesperación.

Encerrado como una rata.

Jamás en la vida creyó que esto le sucedería.

Ha estado repasando las palabras que Fernando confesó horas atrás. Ya no sabe cuánto tiempo ha estado aquí

«Altagracia cree que fui yo» son los pensamientos de Gerardo. «Ella cree que fui yo el culpable de su muerte. El causante del incendio. ¿Cómo puede creer que yo hice algo así?»

Gerardo suspira cansado.

«Te odia. La mujer qué amas la perdiste por una e
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