64. La tormenta apenas comienza

—Señora Rosa…

Es el segundo día, y Altagracia sigue sin ver a Gerardo. No se lo permiten.

Acaba de llegar a la clínica, y la única mujer presente es la madre de Gerardo. No la había visto siendo Ximena, por lo que es claro el recelo de la señora Rosa cuando la nota.

—Soy Ximena Serrano —Altagracia murmura, acercándose. La señora Rosa no fue la mejor suegra en su momento, pero jamás vio un comportamiento despectivo hacia ella. Es la misma mujer de siempre—, es un placer conocerla..

—Sé quién eres, niña —Rosa contesta, calmada—. Me conmueve que estés aquí, esperando hablar con él. Esa parte no la entiendo. ¿No querían tú y la difunta Altagracia encerrar a mi hijo en la cárcel?

—Altagracia sólo quería justicia por lo que le habían hecho. Por lo que su hijo le hizo a ella —Altagracia está lo bastante alejada para no incomodarla—. Pero jamás hubiera deseado que esto ocurriera. No tuve nada qué ver en este intento de secuestro. Y quiero qué todo el mundo sepa que si él necesita algo
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