47 Daño colateral

Isabella vio cómo Mikel se iba en el auto que la empresa había enviado, e inmediatamente subió a su coche y antes, siquiera encender el motor, tomó el móvil y le marcó a James.

James estaba sobre la esterilla de yoga, torciéndose la espalda con un movimiento casi imposible, solo con el afán de sentir algo que fuera más fuerte y doloroso que su rabia y su impotencia hacia lo que Isabella estaba haciendo para acercarse a Mikel.

Estaba consciente de que no tenía derecho a decirle nada al respecto, también estaba consciente de que no podía simplemente hacerle una escenita porque, entre los dos, no había nada, nada más que una supuesta relación consanguínea, ¡Y de hermanos, nada más y nada menos!, y eso incluso para los empleados de la casa, que nada sabían sobre las mentiras construidas por los dos para mantener a flote toda su patraña.

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