EMMA—Sabes, jamás imaginé que lo que sentías por Ghost, fuera de verdad.Miro a Ender, quien, pese a que sus palabras intentan demostrarme otra cosa, sus ojos me dicen todo lo contrario, y la verdad es que le creo más al brillo diabólico de su mirada, que a sus palabras llenas sin un sentido.—No te merece, de hecho, no creo que alguien lo haga algún día.—¿Tan pronto y me extrañas?—Siempre, Emma.Se pone de pie, camina hacia mí y rodea mi rostro con una mano, joder, él es tan… apuesto, pero no se compara con el hombre que amo, mucho menos tiene esos ojos verdes que tanto me enloquecen. Una descarga de electricidad recorre mi cuerpo, y el miedo se apodera de mí cuando las puertas del despacho de Basil se abren de par en par.—No la toques.Tenso el cuerpo, una mezcla de alivio y de sin sabor, me recorre, es aplastante, tanto que es lo mismo que quedarme sin aire.—Donovan —susurro llena de alivio.Ender se aparta de mí, no porque se lo haya ordenado, sino, porque entran en esta espe
EMMANUEVE MESES DESPUÉS…—Puje, señora Stillv.Me indica el doctor, una vez más, han pasado demasiadas cosas, y una de ellas es el hecho de que hace seis meses me casé con Donovan, o, mejor dicho, lo logró mediante amenazas constantes, intento no pensar mucho en el desastre que fue nuestra boda.No por el hecho de que nos hubiéramos casado, sino, porque precisamente en ese instante fuimos atacados por los italianos, un grupo rebelde que se desprendió de Ender y de todo lo que significaba, no lo aceptaban como capo porque seguían sintiendo rencor de que hubiese perdonado la vida de aquellos a quienes consideran traidores.En especial a mí, así que el día de nuestra boda, Donovan llegó ensangrentado a la habitación, con aire asesino, para después follarme como bestia, sé que dije que no sería la segunda esposa, nada, pero al final, ¿cómo podía decirle que no al hombre que amo?El mismo hombre que ahora mismo me sostiene la mano y mira mal al doctor, quien nervioso, solo intenta hacer s
MÍA —¡Despierta, perra! El chorro de agua desaparece, una bofetada en mi rostro hace que abra lento los ojos y tome una larga bocanada de aire que se siente como volver a la vida. Me secuestraron hace unas horas. Ahora me transportan a una fábrica abandonada. —Por favor… —mi voz es ronca, débil y apenas audible—. Suéltenme. —¿Oíste eso, hermano? Quiere que la soltemos —ríe el segundo, el más alto y fornido, sin mover ni un solo músculo—. Me temo que no podemos hacer eso, preciosa. Ambos se unen en una risa que eriza cada espacio de mi piel, los latidos de mi corazón se aceleran a un ritmo inestable, mi labio inferior tiembla y se necesita todo de mí para controlarme, siempre he sabido manejar cualquier situación, aunque esto esté fuera de mis límites. —¡Suéltenme! —grito en un momento de desesperación. Un nuevo golpe me llega volteando mi rostro, la sangre brota de mi boca y escupo mientras siento que mis ojos se llenan de agua e intento detener la misma niebla que me golpea p
MÍA No importa que las sombras de la noche cubran este sitio, mi destino está marcado, justo cuando pienso que no hay salida, que nadie me salvará, que Lance me ha abandonado a mi suerte y que el dolor me consume deseando que me maten rápido para evitar sufrir por una violación, la puerta principal se abre con un ruido sordo, directo, en segundos, un nuevo sonido me paraliza, detonaciones de armas,- son tres, en menos de un pestañeo los dos hombres que estaban a punto de violarme, caen al suelo, dejando un charco de sangre al instante. El sonido comienza a difuminarse, levanto la cabeza en alto viendo como un hombre alto, vestido con jeans oscuros, una sudadera y cazadora del mismo color, lleva la capucha puesta, por lo que no puedo distinguir su rostro, la poca luz que hay, mi estado y visión tampoco ayudan mucho, merma el espacio con pasos lentos, bien estudiados. Tiemblo en mi asiento, estoy mareada, cansada, adolorida, en mi posición solo puedo distinguir un par de ojos grises,
—Lance, no...... —¡Tienes que parar, Mía! Sello mis labios, el corazón me duele por alguna razón, mis ojos se llenan de nuevo de agua, estos cuatro días han sido un infierno, estoy sola y lo que esperaba es que el hombre que amo, con quien me pienso casar y pasar el resto de mis días, era un saludo, palabras de aliento, que me creyera. Pensé que estaría preocupado por mi bienestar, pero no es así, él solo me acusa sin una base sólida de los hechos. Necesito su apoyo, —Lance ¡realmente fui secuestrada! No miento, jamás jugaría con algo como esto, ¿cómo es que piensas eso de mí? —Exclamo, cansada de tener que solo escuchar acusaciones por su parte—. ¡Casi muero, Lance, y tú solo me diste la espalda, preferiste creerle a tu secretaria que a mí, tu prometida! Me quedo sin aire cuando termino de hablar, mi pecho sube y baja debido al subidón de adrenalina. —No miento —repito poniéndome de pie—. Juro que en verdad me secuestraron, Lance. —Imposible —se niega a creer una sola de mis p
—Está bien. —Correcto, cuando se te ocurra regresar hablamos —Lance cuelga y me deja con una opresión extraña en el pecho. Ya me había arriesgado demasiado en regresar a mi departamento, sabiendo que esos hombres pudieran volver en cualquier momento, así que me alisto, dejando pasar las horas. Cuando se acercó la noche, decidí ir a la mansión de los Grant, una de las muchas que tienen, hablar con Lance era mi prioridad. Tomo el poco dinero que tengo para comprar un billete de ida en metro, cuando llego, la mujer que me recibe es aquella de mirada cruel y altanera, una castaña de ojos avellana que me observa con nítido enojo, Almira Grant, la madre de Lance, lo que significa que es mi suegra. —Hola… —¿Qué haces aquí? —se cruza de brazos y me impide el paso de inmediato. —Vine a hablar con Lance. Su mirada se endureció. —Lance no ha vuelto. Abro los ojos como platos. —¿No? Estaba segura que lo encontraría aquí… —Sabes una cosa, puedes engañar a todo el mundo, pero yo sé que n
Alguien llama a mi puerta de repente, un hombre que nunca había visto aquí en la empresa, pero noto que tras la puerta de cristal trae puesto un gafete que lo avala como un asistente. —¿Diseñadora Mía Bennett? —me pregunta en cuanto le doy el paso. —Sí soy yo —le regalo una sonrisa de media luna. —Soy Jonas Oliver, el presidente la busca con urgencia, por favor, acuda a su despacho inmediatamente —arguye con prisa pero un tono cordial. —Enseguida voy, gracias. El tipo asiente y enseguida desaparece de mi campo de visión. Me tomo solo un par de segundos para apartar todos esos pensamientos negativos de mi mente, cierro con llave el cajón en donde metí el paquete y me dirijo al ascensor. Tengo un mal presentimiento. Llegando, me recuerdo que a un costado se encuentra la oficina de Lance, por lo que por mi cabeza pasa la idea de pasar a verlo, solo dando cinco pasos, escucho a lo lejos un par de risas coquetas, me congelo al instante y no sé por qué, pero Alisa se viene a mi ment
MIA Me sorprende que lo sea, y sé que debe haber una historia familiar que explique porque él no parece nada viejo, de hecho pareciera que apenas cumplirá los treinta. Lance no pierde el tiempo, no importa que no nos hayamos visto desde hace cuatro días o que está el hecho de que me secuestraron, él solo tira de mi brazo con fuerza haciendo que haga una mueca que refleja mi dolor. —Seguro sabías que me han destituido y has venido expresamente a halagar a mi tío, ¿verdad? —Sisea con fuego en sus ojos oscuros, ajustando más su agarre, haciendo que sienta cómo se clavan los dedos de su mano en mi piel—. ¡Jamás imaginé esto de ti! ¡Creo que te he juzgado muy mal, Mía! La confusión vino a mí por un instante, si Lance estaba aquí, bajando del elevador, ¿de quién era la risa que escuché en su despacho? Me muerdo el labio inferior, me parece que he cometido un error ahora mismo, soy yo quien pensó que Lance estaba jugando al tonto con Alisa. Por unos segundos me atreví a mirar al tío de mi