Alguien llama a mi puerta de repente, un hombre que nunca había visto aquí en la empresa, pero noto que tras la puerta de cristal trae puesto un gafete que lo avala como un asistente.
—¿Diseñadora Mía Bennett? —me pregunta en cuanto le doy el paso.
—Sí soy yo —le regalo una sonrisa de media luna.
—Soy Jonas Oliver, el presidente la busca con urgencia, por favor, acuda a su despacho inmediatamente —arguye con prisa pero un tono cordial.
—Enseguida voy, gracias.
El tipo asiente y enseguida desaparece de mi campo de visión.
Me tomo solo un par de segundos para apartar todos esos pensamientos negativos de mi mente, cierro con llave el cajón en donde metí el paquete y me dirijo al ascensor.
Tengo un mal presentimiento.
Llegando, me recuerdo que a un costado se encuentra la oficina de Lance, por lo que por mi cabeza pasa la idea de pasar a verlo, solo dando cinco pasos, escucho a lo lejos un par de risas coquetas, me congelo al instante y no sé por qué, pero Alisa se viene a mi mente, no, no puede ser cierto.
Una parte de mí lo sospechaba desde el principio, pero otra… quería convencerme de que solo eran imaginaciones mías, que solo se trataba de un sucio juego de mi mente, al parecer no es así, porque casi al instante, acelero mi paso incontrolable hacia el final del pasillo, sentía mi corazón a punto de salirse de mi pecho.
Me faltaba poco para saber la verdad, aunque la idea me supiera amarga, merecía dejar de estar engañada. Mis ojos ardían con cada paso dado, ¿qué había hecho mal en todos estos años? ¿Acaso no le entregué mi juventud entera a Lance? Aun éramos jóvenes, pero eso no le daba el derecho a jugar conmigo.
Conforme me acercaba, no dejaba de pensar en que hubo un tiempo en el que todas estas dudas no me invadían la mente, no, hubo un tiempo en el que él me trataba con delicadeza, con cariño, me daba la atención que ahora parece pesarle darme, me había convencido un millón de veces que teníamos un enorme futuro.
El sonido ding, que anunciaba que el elevador adjunto a la oficina de mi prometido, había abierto las puertas, no me detuvo, ni siquiera miré quién bajaba cuando pase de largo, hasta que una voz familiar me erizó la piel como aquella noche.
—No lo hagas.
Mis pies se detienen por su propia cuenta, esa voz fuerte, baja y cruel hace que el piso se balancee bajo mis pies, me giro lentamente advirtiendo aquellos ojos grises que no me han dejado en ningún momento desde que escapé de aquella bodega del infierno. Este hombre parece distinto, es decir, aunque al otro no le pude ver bien el rostro, me adormece la misma sensación de ahogo.
Se parecen tanto a aquellos ojos color humo. El mundo se detiene a mi alrededor, este hombre de cabello rubio caramelo, ojos grises, vestido con un traje tan impecable como su actitud, su aspecto rubio pertenece a modelos, con una ligera barba que se suma a su encanto, me mira fijamente.
Mi mente se convierte en una hoja en blanco mientras él camina hacia mí, al tiempo que lucho por aspirar aire a mis pulmones, conforme más distancia acorta, más confirmo que es el mismo hombre que me salvó de los violadores en la bodega.
—Detente —dice antes de que tuviera la intención de irme.
Y es que mis instintos de supervivencia me piden a gritos que me aleje de él, que escape fuera de su alcance y eso es lo que planeo hacer.
—Lo siento, señor, tengo que irme…
—Dije, alto —esta vez su tono más endurecido hace que olvide cómo se respira—. Si entras a esa oficina solo harás el ridículo.
—¿Qué?
—Pareces ser una de las inteligentes, estoy seguro de que me has escuchado bien —el sonido hueco y sin humor de su voz me golpea haciendo que mi espalda se ponga rígida.
—¿Por qué tendría que hacerte caso? —un temblor me baja por la columna vertebral.
—Porque soy tu nuevo jefe —arguye con seguridad—. Mi nombre es Basil Sokolov.
Al estar cerca de él, huelo la menta de su aliento, y su rico aroma a loción masculina que inunda mis fosas nasales al instante, todo eso me sacude de una forma que no me importa admitir.
—Lance Grant, quien es mi sobrino, ha sido destituido de su cargo como director general de la empresa, ahora soy el nuevo y único CEO —me espeta con intenso interés.
Me quedo anonadada con el nuevo dato, es decir, se supone que Lance era el jefe, no este hombre, ni siquiera los apellidos concuerdan, este hombre parece saber lo que estoy pensando, porque enseguida ladea la cabeza de manera letal.
—Uso el apellido materno, también soy un Grant.
—Almira nunca mencionó a otro heredero —susurro tratando de mantener la calma.
—Bueno, esa mujer nunca ha sabido mucho, en todo caso —da un paso adelante, nuestros cuerpos casi se rozan—. Me parece que ya nos conocimos antes en el almacén, aquella noche, me alegra que pudieras seguir con vida y escapar.
Estoy luchando contra mis ardientes mejillas, mi mente sigue parpadeando hacia el momento en el que este hombre mató sin pestañear a dos hombres, y con el hecho de que ahora resulta ser el tío de mi prometido, mi nuevo jefe, no, no puede ser cierto. Mi nuca se eriza y me retuerzo en mi sitio.
Basil Sokolov es un peligro.
—¿Me vas a matar? —no puedo detener mi vómito verbal, sintiendo que mis piernas tiemblan por segundo.
Da otro paso adelante, esta vez su pecho roza el mío y tengo que hacer un esfuerzo por levantar la mirada.
—¿Por qué mataría a mi familia? Escuché que te vas a casar con Lance, tranquila, solo he regresado para recuperar lo que es mío por derecho —me explica mirándome con un brillo extraño en los ojos.
En un abrir y cerrar de ojos levanta mi mentón, la fiereza que palpita en sus pupilas hace que me quede muy quieta, mientras comienza a acercar su rostro al mío, ¿qué intenta? Cuando lo comprendo, cuando sus labios están rozando los míos, abro los ojos como platos y justo en ese instante el sonido del elevador suena de nuevo.
—¡Maldita sea, Mía!
La voz rabiosa de Lance hace que me aparte de él, mi corazón nunca se había acelerado tanto, este no es un comportamiento propio de mí, cuando miro a mi prometido acercarse de varias zancadas hacia nosotros, tomo mi distancia de Basil Sokolov.
—¡¿Qué haces con mi tío?!
MIA Me sorprende que lo sea, y sé que debe haber una historia familiar que explique porque él no parece nada viejo, de hecho pareciera que apenas cumplirá los treinta. Lance no pierde el tiempo, no importa que no nos hayamos visto desde hace cuatro días o que está el hecho de que me secuestraron, él solo tira de mi brazo con fuerza haciendo que haga una mueca que refleja mi dolor. —Seguro sabías que me han destituido y has venido expresamente a halagar a mi tío, ¿verdad? —Sisea con fuego en sus ojos oscuros, ajustando más su agarre, haciendo que sienta cómo se clavan los dedos de su mano en mi piel—. ¡Jamás imaginé esto de ti! ¡Creo que te he juzgado muy mal, Mía! La confusión vino a mí por un instante, si Lance estaba aquí, bajando del elevador, ¿de quién era la risa que escuché en su despacho? Me muerdo el labio inferior, me parece que he cometido un error ahora mismo, soy yo quien pensó que Lance estaba jugando al tonto con Alisa. Por unos segundos me atreví a mirar al tío de mi
MÍA Ambos nos quedamos en silencio. —No lo voy a hacer. —Lo harás, tengo planeado nombrarte jefe del departamento de diseño, aumentaré tu comisión por rendimiento, tengo entendido que no te han pagado bien en estos últimos años, es lo mismo que trabajar gratis. El alma se me cae a los pies al darme cuenta de que este hombre ya me ha estado investigando, ¿será él quien me mandó aquella caja? El solo recuerdo hace que me den escalofríos. —Ya no habrá retención de tu pago, he hablado con recursos humanos y he entrevistado a algunos de tus compañeros, el último proyecto salió bien gracias a ti, tu comisión será de 100,000 dólares y se te pagará junto con tu sueldo al mes —arguye con soltura, como si estuviera diciendo un proyecto que se sabe de memoria. Mi sangre todavía hierve cuando finaliza sus palabras, él prácticamente me está comprando, una sensación punzante cava en mi piel con el significado de sus palabras, Lance es lo único que tengo, es la única familia que conozco desde
MÍA—Quiero saber por qué revocaste mi posición, Lance, ni siquiera lo discutiste conmigo, así como la compra de los anillos y el vestido, ¿qué es lo que te sucede? —cambio el tema, lo que hace que levante la mirada.—Porque te vas a casar conmigo —dice furioso—. Serás la señora Grant, no tienes necesidad alguna de seguir trabajando cuando estarás ocupado cuidando de nuestro hogar, cocinarme y de darme al menos dos hijos.—¿Pretendes que sea una mujer de casa cuando me gusta trabajar? Quiero seguir adelante con mi carrera, superarme.—¡Tener hijos y un hogar es tu maldito sueño, lo hablamos hace años! —Exclama poniéndose de pie—. ¿Acaso ya no lo recuerdas?Su pecho sube y baja.—Estuviste de acuerdo antes.—Sí, pero eso no significa que deba renunciar a mi trabajo por mi familia, podemos hacer que funcione para ambos —cierro los ojos tratando de tranquilizar mi respiración acelerada—. No entiendo qué es lo que te ha pasado, Lance, antes no eras así.—¿Crees que soy el único que ha cam
—¡¿Tan rápido y has olvidado quien era tu jefe de departamento de diseño?! —Exclama la voz que ahora me parece tan familiar—. ¡Soy Roberto James!Me quedo sin habla al instante.—Roberto…—¡¿Acaso estás intentando matarme, malagradecida?!—¿Qué?—No te hagas la niña inocente conmigo, Mía, esta mañana ha sido la reunión de licitación, presenté el diseño esquemático que dejaste en el ordenador, en el que estuviste trabajando, ¡fue rechazado! —grita y puedo escuchar con tanta claridad su respiración acelerada.—Se toma un tiempo antes de seguir hablando.Me sentí confundida por el enojo inexplicable de mi ex supervisor.—¿Por qué?--¿Por qué? ¿Aún tienes el descaro de preguntar el porqué? la razón del rechazo es porque tus planos son plagiados, copiaste tres esquemas de nuestros competidores y ahora, has dejado mal ante todo el mundo, a la empresa! —brama y me dejo caer en el sofá, tratando de procesar en cada una de las palabras que me dice—. Dime un cosa, Mía, ¿cómo vas a compensar a la
NARRADOR OMNISCIENTESan Petersburgo, Rusia.Bajo los colores del atardecer de una de las ciudades más emblemáticas de Rusia, se encontraba Dimitri Sokolov, Vor y miembro importante de la Bratva, mano derecha de la actual líder. Mirando el paisaje que se le presentaba delante de él. Era un hombre castaño con destellos rubios, de ojos tan grises que eran casi blancos y de una tez pálida.—Señor.Fue interrumpido por uno de sus hombres, uno de los tantos Voyevikis que estaban a cargo de cuidar a la familia.—Tal y como lo había predicho, el UnderBoss ha regresado a Estados Unidos, a casa de su padre.Dimitri tensó el cuerpo, si su hermana menor estaba enfadada con tanta osadía que siempre había demostrado su hijo, o sea, su sobrino, él no se quedaba atrás, hacía apenas una semana que se había atrevido a menospreciar y cancelar su compromiso con Nicola Campbell, la única hija de Danilo Campbell, el capo de la mafia italiana, delante de tanta gente.No pudo esperar a hacerlo como un cabal
—Tienes 24 años, ya no eres un crío Lance, pero me parece que no has entendido cuál es tu lugar en esta empresa.—Mi abuelo…—Mi padre me ha dado la presidencia, tuvo la oportunidad de dártela en todos estos años y si no lo hizo es por algo —lo interrumpo poniéndome de pie, rodeando el escritorio hasta llegar delante de él—. No tienes la facultad ni el poder de despedir a nadie de esta empresa.—¿Qué?—Lo que oíste —refuto.Lance se pone de pie dispuesto a enfrentarme.—¿Por qué me dices todo esto?—Hablo de que no puedes despedir a la señorita Bennett, el único que lo puede hacer soy yo.Sus fosas nasales se abren y cierran debido a su respiración acelerada, cierra también los puños como si quisiera golpearme, si lo intenta, será el peor error que cometa, no solo porque fallará, sino, porque no es lo que quiere en realidad.—¡Es mi m*****a prometida y hago lo que quiera con ella! —brama.—Es mi empleada, y solo yo decido.—Eso lo dices porque te gustó, la quieres para ti, ¿no es así,
—¿Acaso ya has borrado mi número de celular? ¡Lo que me faltaba! Termino de salir de mi ensimismamiento y me pongo de pie. —Lance… —¡En dónde estás! Cierro los ojos. —Lance, no tengo tiempo para lidiar con tus problemas y falsas acusaciones, te pedí un tiempo —me abrazo a mí misma cuando siento un escalofrío recorrer mi espina dorsal. —¡Me niego! Si lo que quieres es meterte en la cama de mi tío… —Adiós, Lance —cuelgo y bloqueo su número. La boca se me seca, por lo que decido bajar por un vaso de agua, aún no conozco la casa de papá, pero al menos recuerdo lo poco que me enseñaron, para cuando llego a la cocina, doy un respingo al escuchar el sonido de un trueno. —Dios.Afuera llueve a cántaros y es como si hasta el cielo supiera que mi padre ya no está más en este mundo. —Solo serán unos días —me digo a mí misma. Entro, bebo un vaso de agua justo cuando estoy por regresar a la cama e intentar conciliar el sueño de nuevo, siento un escalofrío que recorre mi espina dorsal. V
MÍAMe quedo callada al notar que él me observa de un modo extraño. —No sé quién es el hombre que te atacó, no lo conozco, si a eso te refieres —da un paso adelante—. Lo maté porque quería hacerte daño, era la única salida, llamar a la policía solo empeora las cosas, créeme. Da otro paso más. —En cuánto qué hago aquí, no es por el asunto del plagio, te creo, sé que no hiciste nada y no estás despedida. —Pero Lance… —Mi sobrino no tiene ni el derecho ni el poder de despedir a nadie de la empresa, eso es algo que solo yo puedo hacer, y no estás despedida —su voz y sus palabras son sentencia—. Vine hasta Roma porque quería verte. Extrañamente, mi corazón comienza a palpitar. —Escuché lo de tu padre y… Retrocedo. —No te creo, no creo que solo hayas venido a darme el pésame hasta Roma, tampoco creo que no conozcas al tipo que me atacó —tomo mis cosas—. Iré con la policía, en cuanto a ti, por favor, te pido que te vayas. Paso de largo, todo lo que me dice no tiene ningún sentido,