MIA
Me sorprende que lo sea, y sé que debe haber una historia familiar que explique porque él no parece nada viejo, de hecho pareciera que apenas cumplirá los treinta. Lance no pierde el tiempo, no importa que no nos hayamos visto desde hace cuatro días o que está el hecho de que me secuestraron, él solo tira de mi brazo con fuerza haciendo que haga una mueca que refleja mi dolor.
—Seguro sabías que me han destituido y has venido expresamente a halagar a mi tío, ¿verdad? —Sisea con fuego en sus ojos oscuros, ajustando más su agarre, haciendo que sienta cómo se clavan los dedos de su mano en mi piel—. ¡Jamás imaginé esto de ti! ¡Creo que te he juzgado muy mal, Mía!
La confusión vino a mí por un instante, si Lance estaba aquí, bajando del elevador, ¿de quién era la risa que escuché en su despacho? Me muerdo el labio inferior, me parece que he cometido un error ahora mismo, soy yo quien pensó que Lance estaba jugando al tonto con Alisa. Por unos segundos me atreví a mirar al tío de mi prometido y este ladeó una sonrisa de media luna fugaz, apenas visible, pero ahí estaba.
—Te dije que te detuvieras —sus ojos se clavan en los míos y me evalúa.
Abro la boca para pedirle a Lance que hablemos a solas, debido a que la presencia de Basil Sokolov, hace que me tiemble cada extremidad, cuando la puerta del despacho de Lance se abre y no es Alisa a quien sale con dos hombres que reconozco como miembros importantes del consejo presidencial de la empresa, sino… Almira, mi suegra.
Cuando se da cuenta de que la estamos observando, su sonrisa se esfuma como magia y ahora parece furiosa al ver al nuevo presidente, ella se despide de los hombres sin siquiera mirarlos y luego camina con las mejillas teñidas de un rojo escandaloso hacia nosotros, solo porque no tiene más opción.
—Cariño —se dirige a Lance, a mí no me hace caso, supongo que sigue enojada por el asunto de anoche, en cambio, mira a Basil con desprecio—. Hola, Basil.
El hombre ni se inmuta.
—Almira, parece que los años ya se te notan más, sabes, deberíamos cenar juntos, después de todo, mi sobrino está por casarse, no me llegó la invitación, pero supongo que debió perderse —ironiza Basil con tranquilidad.
—Deja tu falsa cortesía, tío Basil —Lance tiene una expresión de pocos amigos—. No entiendo por qué vienes ahora, el abuelo incluso lleva fuera del país desde hace cinco años, es evidente que solo te estás aprovechando y has venido a robarme lo que por derecho me pertenece, y no estás invitado a mi boda.
Lance me toma del brazo con fuerza y me jala.
—¡Mía, andando!
—Pero…
—Tranquilo, sobrino, sé que tienes prisa por cambiarte de despacho, haré que uno de mis subordinados te ayude —Basil da un paso adelante—. En cuanto a la señorita Bennett, no puede irse, tengo un asunto que tratar con ella.
—¡Es mi prometida!
—Y mi subordinada, de ahora en adelante ella solo se reportará a mí.
Tenso el cuerpo. Basil se acerca a su sobrino y le susurra al oído, justo para que yo también escuche.
—Ella ahora es mía, querido sobrino.
Todo parece ser una nueva pesadilla, tiene que serlo, en cuanto Basil Sokolov dice aquellas palabras, suelta una carcajada que no solo me deja sin aliento por el hecho de que no es nada graciosa, sino, porque vienen a mí las imágenes de él disparando a aquellos hombres a sangre fría, él es peligroso, él es letal, y ahora es mi nuevo jefe.
—Hablo del trabajo, Lance —le da una palmada fuerte en el hombro a mi prometido—. No pienses mal.
Lance, furioso, me suelta y me mira con odio palpable.
—Cariño, deja que Basil haga las cosas a su manera —Almira rechina los dientes con rabia—. Mía, ve con tu nuevo maldito jefe a informarle lo que tengas que informar.
Miro a los tres de hito en hito, claramente esto iba más allá de simples asuntos de trabajo, esto era una guerra familiar, sí, era cierto que el abuelo de Lance, que viene siendo el padre de Basil, ha estado fuera del país por largos cinco años y solo ha tomado presencia el juntas importantes por medio de videollamada, ni siquiera lo conozco yo.
Lo que quiere decir que Basil sí ha tenido contacto con su padre, estoy tan confundida, ahora que tengo nuevo jefe, no me puedo permitir ofender a ninguno de los dos, él me salvó aunque sea un asesino, pero Lance es mi prometido…
—Andando —demandó Basil Sokolov.
Asiento lento, tratando de buscar cierto alivio en la mirada de Lance, no lo encuentro, él solo me mira con ese mismo desprecio que se parece tanto al de su madre. Sigo al nuevo CEO hasta el elevador, la verdad es que no quiero estar en un espacio tan reducido con este hombre, pero finjo estar cómoda, ambos sabemos quien es el otro.
Mientras subimos al último piso, el silencio me parece demasiado ensordecedor, no me mira, no me habla, las puertas del elevador se abren y al instante entramos a su oficina, cierra la puerta y enseguida baja las persianas de las ventanas que dan hacia los corredores, mientras mis ojos se agrandan con la vista de la enorme ventana que abarca toda una pared y muestra la ciudad.
—Es hermosa, ¿cierto?
Doy un respingo, no me puedo permitir bajar la guardia con este hombre, me doy la vuelta y me acerco hasta llegar delante de su escritorio, en donde ya ha tomado asiento él.
—¿Qué es lo que quiere de mí, señor Sokolov?
—Grant —me corrige—. Aquí por desgracia, tengo que usar apellido de mi padre.
Hay un nuevo silencio que se posiciona entre los dos.
—Bueno, ¿y qué puedo hacer por usted, señor Grant? Dudo que me haya traído aquí para mirarle fijamente —me obligo a empujar las palabras.
Su aura cambia radical, sus ojos grises me enfocan solo a mí, es como si cada espacio dentro de la habitación hubiera desaparecido.
—Seré directo contigo, señorita Bennett —su voz severa se filtra por mi piel—. Quiero que canceles tu compromiso con mi sobrino.
Una niebla rodea mi cabeza con pensamientos tóxicos.
—¿Te han comido la lengua los ratones, Mía Bennett? —su tono ya no es de broma, es de acero, insensible y despiadado, como un general que habla a su subordinado, y eso hace que salga de mi ensimismamiento de manera abrupta.
No, no se trata de una mala jugada, esto es real, él en verdad dijo aquellas palabras que me cuesta un mundo procesar.
—¿Qué? —hago una mueca y lo enfrento—. ¿Qué es lo que ha dicho?
—Me parece que has escuchado bien.
—No —un nudo se aprieta en la parte posterior de mi garganta—. Incluso siendo mi superior y tío de Lance, no tiene ningún derecho a entrometerse en mi vida privada.
—¿Estás segura de querer hablarme de ese modo? ¿De no hacer lo que te pido? —su pregunta es brutal en mi mente.
—Tómelo como quiera, pero mi vida privada está fuera de la laboral.
—Tengo una paciencia muy limitada, señorita Bennett, cancela el compromiso, no me gusta repetirme —sentencia.
MÍA Ambos nos quedamos en silencio. —No lo voy a hacer. —Lo harás, tengo planeado nombrarte jefe del departamento de diseño, aumentaré tu comisión por rendimiento, tengo entendido que no te han pagado bien en estos últimos años, es lo mismo que trabajar gratis. El alma se me cae a los pies al darme cuenta de que este hombre ya me ha estado investigando, ¿será él quien me mandó aquella caja? El solo recuerdo hace que me den escalofríos. —Ya no habrá retención de tu pago, he hablado con recursos humanos y he entrevistado a algunos de tus compañeros, el último proyecto salió bien gracias a ti, tu comisión será de 100,000 dólares y se te pagará junto con tu sueldo al mes —arguye con soltura, como si estuviera diciendo un proyecto que se sabe de memoria. Mi sangre todavía hierve cuando finaliza sus palabras, él prácticamente me está comprando, una sensación punzante cava en mi piel con el significado de sus palabras, Lance es lo único que tengo, es la única familia que conozco desde
MÍA—Quiero saber por qué revocaste mi posición, Lance, ni siquiera lo discutiste conmigo, así como la compra de los anillos y el vestido, ¿qué es lo que te sucede? —cambio el tema, lo que hace que levante la mirada.—Porque te vas a casar conmigo —dice furioso—. Serás la señora Grant, no tienes necesidad alguna de seguir trabajando cuando estarás ocupado cuidando de nuestro hogar, cocinarme y de darme al menos dos hijos.—¿Pretendes que sea una mujer de casa cuando me gusta trabajar? Quiero seguir adelante con mi carrera, superarme.—¡Tener hijos y un hogar es tu maldito sueño, lo hablamos hace años! —Exclama poniéndose de pie—. ¿Acaso ya no lo recuerdas?Su pecho sube y baja.—Estuviste de acuerdo antes.—Sí, pero eso no significa que deba renunciar a mi trabajo por mi familia, podemos hacer que funcione para ambos —cierro los ojos tratando de tranquilizar mi respiración acelerada—. No entiendo qué es lo que te ha pasado, Lance, antes no eras así.—¿Crees que soy el único que ha cam
—¡¿Tan rápido y has olvidado quien era tu jefe de departamento de diseño?! —Exclama la voz que ahora me parece tan familiar—. ¡Soy Roberto James!Me quedo sin habla al instante.—Roberto…—¡¿Acaso estás intentando matarme, malagradecida?!—¿Qué?—No te hagas la niña inocente conmigo, Mía, esta mañana ha sido la reunión de licitación, presenté el diseño esquemático que dejaste en el ordenador, en el que estuviste trabajando, ¡fue rechazado! —grita y puedo escuchar con tanta claridad su respiración acelerada.—Se toma un tiempo antes de seguir hablando.Me sentí confundida por el enojo inexplicable de mi ex supervisor.—¿Por qué?--¿Por qué? ¿Aún tienes el descaro de preguntar el porqué? la razón del rechazo es porque tus planos son plagiados, copiaste tres esquemas de nuestros competidores y ahora, has dejado mal ante todo el mundo, a la empresa! —brama y me dejo caer en el sofá, tratando de procesar en cada una de las palabras que me dice—. Dime un cosa, Mía, ¿cómo vas a compensar a la
NARRADOR OMNISCIENTESan Petersburgo, Rusia.Bajo los colores del atardecer de una de las ciudades más emblemáticas de Rusia, se encontraba Dimitri Sokolov, Vor y miembro importante de la Bratva, mano derecha de la actual líder. Mirando el paisaje que se le presentaba delante de él. Era un hombre castaño con destellos rubios, de ojos tan grises que eran casi blancos y de una tez pálida.—Señor.Fue interrumpido por uno de sus hombres, uno de los tantos Voyevikis que estaban a cargo de cuidar a la familia.—Tal y como lo había predicho, el UnderBoss ha regresado a Estados Unidos, a casa de su padre.Dimitri tensó el cuerpo, si su hermana menor estaba enfadada con tanta osadía que siempre había demostrado su hijo, o sea, su sobrino, él no se quedaba atrás, hacía apenas una semana que se había atrevido a menospreciar y cancelar su compromiso con Nicola Campbell, la única hija de Danilo Campbell, el capo de la mafia italiana, delante de tanta gente.No pudo esperar a hacerlo como un cabal
—Tienes 24 años, ya no eres un crío Lance, pero me parece que no has entendido cuál es tu lugar en esta empresa.—Mi abuelo…—Mi padre me ha dado la presidencia, tuvo la oportunidad de dártela en todos estos años y si no lo hizo es por algo —lo interrumpo poniéndome de pie, rodeando el escritorio hasta llegar delante de él—. No tienes la facultad ni el poder de despedir a nadie de esta empresa.—¿Qué?—Lo que oíste —refuto.Lance se pone de pie dispuesto a enfrentarme.—¿Por qué me dices todo esto?—Hablo de que no puedes despedir a la señorita Bennett, el único que lo puede hacer soy yo.Sus fosas nasales se abren y cierran debido a su respiración acelerada, cierra también los puños como si quisiera golpearme, si lo intenta, será el peor error que cometa, no solo porque fallará, sino, porque no es lo que quiere en realidad.—¡Es mi m*****a prometida y hago lo que quiera con ella! —brama.—Es mi empleada, y solo yo decido.—Eso lo dices porque te gustó, la quieres para ti, ¿no es así,
—¿Acaso ya has borrado mi número de celular? ¡Lo que me faltaba! Termino de salir de mi ensimismamiento y me pongo de pie. —Lance… —¡En dónde estás! Cierro los ojos. —Lance, no tengo tiempo para lidiar con tus problemas y falsas acusaciones, te pedí un tiempo —me abrazo a mí misma cuando siento un escalofrío recorrer mi espina dorsal. —¡Me niego! Si lo que quieres es meterte en la cama de mi tío… —Adiós, Lance —cuelgo y bloqueo su número. La boca se me seca, por lo que decido bajar por un vaso de agua, aún no conozco la casa de papá, pero al menos recuerdo lo poco que me enseñaron, para cuando llego a la cocina, doy un respingo al escuchar el sonido de un trueno. —Dios.Afuera llueve a cántaros y es como si hasta el cielo supiera que mi padre ya no está más en este mundo. —Solo serán unos días —me digo a mí misma. Entro, bebo un vaso de agua justo cuando estoy por regresar a la cama e intentar conciliar el sueño de nuevo, siento un escalofrío que recorre mi espina dorsal. V
MÍAMe quedo callada al notar que él me observa de un modo extraño. —No sé quién es el hombre que te atacó, no lo conozco, si a eso te refieres —da un paso adelante—. Lo maté porque quería hacerte daño, era la única salida, llamar a la policía solo empeora las cosas, créeme. Da otro paso más. —En cuánto qué hago aquí, no es por el asunto del plagio, te creo, sé que no hiciste nada y no estás despedida. —Pero Lance… —Mi sobrino no tiene ni el derecho ni el poder de despedir a nadie de la empresa, eso es algo que solo yo puedo hacer, y no estás despedida —su voz y sus palabras son sentencia—. Vine hasta Roma porque quería verte. Extrañamente, mi corazón comienza a palpitar. —Escuché lo de tu padre y… Retrocedo. —No te creo, no creo que solo hayas venido a darme el pésame hasta Roma, tampoco creo que no conozcas al tipo que me atacó —tomo mis cosas—. Iré con la policía, en cuanto a ti, por favor, te pido que te vayas. Paso de largo, todo lo que me dice no tiene ningún sentido,
—No necesito ayuda…Una vez más, Basil Sokolov me acorrala contra la pared, esta vez sostiene mis manos por encima de mi cabeza, el aire se me comprime en los pulmones y me atacan los mareos.—No tienes trabajo, tampoco dinero —espeta con firmeza—. Por lo que escuché, no puedes obtener la herencia de tu padre si no te casas, y dudo que quieras pedirle el favor a Lance, contando que tu padre fue claro con que no fuera él tu esposo.Tenso el cuerpo, ahora mismo ni siquiera me preocupa la cercanía, solo quiero… que se marche, pero lo que dice es cierto, no tengo muchas más opciones, sin embargo, esto sigue siendo surrealista.—Te daré un par de días para que lo pienses, Mía —se aparta caminando hacia la salida, abriendo la puerta—. Solo tres días, no tengo mucha paciencia, por lo que te aconsejo que te des prisa.Basil sale de la habitación sin decir nada más, en cuanto la puerta se vuelve a cerrar, tomo una bocanada de aire, tratando de ordenar mis pensamientos y de procesar cada uno de