NARRADOR OMNISCIENTESan Petersburgo, Rusia.Bajo los colores del atardecer de una de las ciudades más emblemáticas de Rusia, se encontraba Dimitri Sokolov, Vor y miembro importante de la Bratva, mano derecha de la actual líder. Mirando el paisaje que se le presentaba delante de él. Era un hombre castaño con destellos rubios, de ojos tan grises que eran casi blancos y de una tez pálida.—Señor.Fue interrumpido por uno de sus hombres, uno de los tantos Voyevikis que estaban a cargo de cuidar a la familia.—Tal y como lo había predicho, el UnderBoss ha regresado a Estados Unidos, a casa de su padre.Dimitri tensó el cuerpo, si su hermana menor estaba enfadada con tanta osadía que siempre había demostrado su hijo, o sea, su sobrino, él no se quedaba atrás, hacía apenas una semana que se había atrevido a menospreciar y cancelar su compromiso con Nicola Campbell, la única hija de Danilo Campbell, el capo de la mafia italiana, delante de tanta gente.No pudo esperar a hacerlo como un cabal
—Tienes 24 años, ya no eres un crío Lance, pero me parece que no has entendido cuál es tu lugar en esta empresa.—Mi abuelo…—Mi padre me ha dado la presidencia, tuvo la oportunidad de dártela en todos estos años y si no lo hizo es por algo —lo interrumpo poniéndome de pie, rodeando el escritorio hasta llegar delante de él—. No tienes la facultad ni el poder de despedir a nadie de esta empresa.—¿Qué?—Lo que oíste —refuto.Lance se pone de pie dispuesto a enfrentarme.—¿Por qué me dices todo esto?—Hablo de que no puedes despedir a la señorita Bennett, el único que lo puede hacer soy yo.Sus fosas nasales se abren y cierran debido a su respiración acelerada, cierra también los puños como si quisiera golpearme, si lo intenta, será el peor error que cometa, no solo porque fallará, sino, porque no es lo que quiere en realidad.—¡Es mi m*****a prometida y hago lo que quiera con ella! —brama.—Es mi empleada, y solo yo decido.—Eso lo dices porque te gustó, la quieres para ti, ¿no es así,
—¿Acaso ya has borrado mi número de celular? ¡Lo que me faltaba! Termino de salir de mi ensimismamiento y me pongo de pie. —Lance… —¡En dónde estás! Cierro los ojos. —Lance, no tengo tiempo para lidiar con tus problemas y falsas acusaciones, te pedí un tiempo —me abrazo a mí misma cuando siento un escalofrío recorrer mi espina dorsal. —¡Me niego! Si lo que quieres es meterte en la cama de mi tío… —Adiós, Lance —cuelgo y bloqueo su número. La boca se me seca, por lo que decido bajar por un vaso de agua, aún no conozco la casa de papá, pero al menos recuerdo lo poco que me enseñaron, para cuando llego a la cocina, doy un respingo al escuchar el sonido de un trueno. —Dios.Afuera llueve a cántaros y es como si hasta el cielo supiera que mi padre ya no está más en este mundo. —Solo serán unos días —me digo a mí misma. Entro, bebo un vaso de agua justo cuando estoy por regresar a la cama e intentar conciliar el sueño de nuevo, siento un escalofrío que recorre mi espina dorsal. V
MÍAMe quedo callada al notar que él me observa de un modo extraño. —No sé quién es el hombre que te atacó, no lo conozco, si a eso te refieres —da un paso adelante—. Lo maté porque quería hacerte daño, era la única salida, llamar a la policía solo empeora las cosas, créeme. Da otro paso más. —En cuánto qué hago aquí, no es por el asunto del plagio, te creo, sé que no hiciste nada y no estás despedida. —Pero Lance… —Mi sobrino no tiene ni el derecho ni el poder de despedir a nadie de la empresa, eso es algo que solo yo puedo hacer, y no estás despedida —su voz y sus palabras son sentencia—. Vine hasta Roma porque quería verte. Extrañamente, mi corazón comienza a palpitar. —Escuché lo de tu padre y… Retrocedo. —No te creo, no creo que solo hayas venido a darme el pésame hasta Roma, tampoco creo que no conozcas al tipo que me atacó —tomo mis cosas—. Iré con la policía, en cuanto a ti, por favor, te pido que te vayas. Paso de largo, todo lo que me dice no tiene ningún sentido,
—No necesito ayuda…Una vez más, Basil Sokolov me acorrala contra la pared, esta vez sostiene mis manos por encima de mi cabeza, el aire se me comprime en los pulmones y me atacan los mareos.—No tienes trabajo, tampoco dinero —espeta con firmeza—. Por lo que escuché, no puedes obtener la herencia de tu padre si no te casas, y dudo que quieras pedirle el favor a Lance, contando que tu padre fue claro con que no fuera él tu esposo.Tenso el cuerpo, ahora mismo ni siquiera me preocupa la cercanía, solo quiero… que se marche, pero lo que dice es cierto, no tengo muchas más opciones, sin embargo, esto sigue siendo surrealista.—Te daré un par de días para que lo pienses, Mía —se aparta caminando hacia la salida, abriendo la puerta—. Solo tres días, no tengo mucha paciencia, por lo que te aconsejo que te des prisa.Basil sale de la habitación sin decir nada más, en cuanto la puerta se vuelve a cerrar, tomo una bocanada de aire, tratando de ordenar mis pensamientos y de procesar cada uno de
MÍACierro los ojos un segundo, tomando una bocanada de aire, como si eso me ayudara a recuperar la paciencia. —Te agradezco que hayas venido, no es necesario, y tampoco tienes que hacerlo, es mejor que te vayas, por favor. —¡Tenía razón Alisa al decirme que era una mala idea venir hasta Roma! —brama de nuevo, mencionando a su secretaria. —De nuevo ella —siento una punzada en el pecho. —Sí, ella me dijo que no perdiera mi tiempo viniendo hasta aquí, y al parecer, ella tenía razón en todo, pero en cambio, decidí venir para darte una nueva oportunidad. —¿Qué? —ahora soy yo la que siente rabia. Desde que llegué a Roma, no he tenido un solo respiro, un tiempo para poder llorar siquiera la muerte de mi padre, y ahora Lance me sale con esto, tengo en mente el hecho de que no tengo empleo, mi rompimiento con Lance, no tengo dinero, mi padre murió, Basil Sokolov me ha propuesto casarme con él por el beneficio de la herencia, solo de ese modo podría recuperar mi vida, pero es un precio
—¿Por él es que me dijiste toda esa m****a del tiempo? Decidiste terminar lo nuestro por mi maldito tío, me tienes sorprendida, Mía, Alisa siempre tuvo la razón, no eres más que una interesada, ahora que ya no soy el CEO, me dejas por mi tío Basil.Mis ojos se llenan de lágrimas, cierro los ojos, estoy tan cansada de que me acuse de lo mismo. —No, Lance —por fin hablo—. Terminé contigo porque no soporto que me trates como una muñeca de trapo sin un propósito, porque todo el tiempo prefieres pasar tiempo y hacerle caso a Alisa, tu secretaria, no confías en mí, no me quieres a tu lado, y encima de todo eso, me tachas de puta y de estar acostándome con tu tío. Me quedo sin aire por un par de segundos. —Haz cruzado mis límites, Lance, cómo te puedes dar cuenta, mi padre ha muerto, quiero que me dejes en paz —finalizo con cansancio extremo. Silencio. Es todo lo que logro escuchar en este momento, en cuanto las palabras brotan de mis labios, Lance solo niega con la cabeza y comienza a
MÍA—¿Está segura de lo que quiere hacer? La pregunta me hace sentir en medio de un abismo, la mano me tiembla mientras sostengo mi teléfono con la mano, llevo apenas cinco minutos hablando con el abogado de papá, avisando que he pensado mejor las cosas y que al final, decidí casarme con Basil Sokolov, no tardó en preguntarme cosas sobre él y dije lo que sabía, dándole incluso su número de teléfono. Le costó solo media hora a Basil hablar con Luis Jackson, quedaron de verse para una pequeña entrevista, en donde no tengo la mínima idea de lo que hablarán, tampoco hemos dejado en claro los puntos de nuestro trato, y qué cláusulas tendrá el contrato que se supone vamos a firmar. —Sí.Hay un breve silencio al otro lado de la línea. —Sé que las condiciones que dejó su padre para que pueda recibir la herencia que por ley le corresponde, son poco usuales, pero tampoco querría que se casara sin amor, tal vez si se diera un par de meses para conocer al señor Sokolov… El problema es que él