Theobald miró a Isabella con asombro. Sus habilidades marciales no solo eran un poco mejores que las suyas, ni siquiera diez de él serían rival para ella.¿Sabía artes marciales? ¿Por qué entonces nunca lo mencionó?Ella, sosteniendo la lista de la dote, le sonrió con malicia. Esa sonrisa era como el brillante sol de verano, deslumbrante y resplandeciente.Pero luego, levantó la lista de la dote y, al soltarla, se desintegró en fragmentos como copos de nieve en pleno invierno.—¡Ah, destruiste la lista de la dote! — La anciana de la familia Vogel, al ver esto, se enfureció demasiado y dijo —¡Bien, bien! ¡Vete entonces, y no puedes llevarte nada de la casa del general, ni siquiera tu ropa!Isabella sonrió con sarcasmo.—¿Crees que, si quisiera llevarme algo de la casa del general, alguien podría detenerme?La anciana, enojada y avergonzada, exclamó.—¿Cómo te atreves? Si te llevas algo, iré de inmediato a la corte a acusarte. Como estás siendo repudiada, no puedes llevarte ni un solo ce
Isabella se arrodilló y, relajando un poco sus hombros, pensó que el decreto real había tardado mucho en llegar, pero afortunadamente, al fin había llegado. —¡Isabella agradece la gracia real!Theobald estaba pálido y sin saber cómo responder. ¿Isabella había ido al palacio para pedir permiso al rey para divorciarse? ¿No había sido solo para impedir su matrimonio con Desislava? ¿Desde que supo del matrimonio otorgado, ya había planeado el divorcio?Solía pensar que todos sus métodos eran solo para retenerlo a su lado, por lo que la consideraba celosa, mezquina, egoísta, intolerante e incluso aún de métodos más despreciables. Pero resultó que no era así...Theobald no sabía cómo sentirse. Miró fijamente a Isabella recibir el decreto con una sonrisa cálida en su rostro, una sonrisa que era indescriptiblemente hermosa y atractiva. De repente recordó la primera vez que la vio, quedando cautivado por su belleza. En ese momento, incluso olvidó cómo respirar.Pero luego conoció a Desislava.
— ¡Bien entonces! —Hermenegildo, con lágrimas en los ojos, apenas podía ver a la joven frente a él, pero solo sentía su espíritu lleno de determinación y estaba profundamente complacido—. Este lugar trae algo de mala suerte, no nos quedemos mucho tiempo aquí. Este viejo se va primero, tú también también debes irte pronto.— ¡Sí lo se! —Isabella se levantó, despidiéndose respetuosamente de Hermenegildo y Bernardo, que ya se marchaban.La anciana también allí presente aprovechó la oportunidad para marcharse también. Al principio, pensaba acercarse a decir algunas palabras, pero cuando vio que Isabella estaba siendo humillada decidió no intervenir. Ahora no tenía cara para hablarle y decidió fingir que no había estado allí.Todos los Vogel allí presentes se quedaron sin saber que hacer. Parecía que no podían aceptar ese resultado. Isabella, en un giro inesperado, se había convertido en la hija heredera de una familia noble, y su futuro esposo incluso podría en el futuro heredar el gran tí
Al atardecer, Desislava buscó a un sirviente para que le pidiera a Theobald salir a dar un paseo.Los dos caminaban en silencio a la orilla del lago, y Theobald. Desislava aún no sabía lo que había sucedido; pensaba que, al haberlo citado, él le contaría acerca del divorcio. Sin embargo, él le respondió con un silencio sepulcral, y además ella pudo percibir que su rostro habia sido arañado.Después de caminar un rato, ella se detuvo y no pudo evitar preguntarle:—¿El divorcio ya fue consumado? ¿Conseguiste quedarte con la mitad de su dote?La luz del crepúsculo iluminaba el rostro teñido por el sol de Desislava, pero de repente al verla, a Theobald le vino en vez a la mente fue el radiante rostro de Isabella, y sintió dolor agudo en su corazón.—¿No te quedaste con nada? Al ver que él no respondía, y con una expresión de dolor, ella se sintió molesta. —¿Acaso no te indique claramente que te quedaras con la mitad de la dote? ¡Los fondos de los Vogel están ya casi agotados! ¿Cómo vamos
Theobald no acoto más palabras, ya en esa batalla, había sido completamente derrotado, y el tan solo mencionarlo resultaba una deshonra para su estima.—¿De verdad? —insistió Desislava.—Ya basta, de ahora en adelante no se hable más de esto. —Theobald suspiró.Desislava lanzo la mano al aire y con aire de coquetería le dijo:—Sabía que vuestra merced me estaba engañando. No importa, ya sea por divorcio o por separación, lo importante es que ese asunto ya está resuelto. Si ella desprecia compartir esposo conmigo, debe de ser enterada que ese sentimiento también es reciproco. El enredo de artimañas de casa que ella aprendió, yo no puedo jugar con eso, ese sí quizás sea su único talento.Giró la cabeza, mirando hacia él.—No puedo aprender eso, pero si se trata de imitar su tono dulzón al hablar para hacerlo a usted sentir en el mando, eso sí puedo hacerlo.Juntó las manos delante de ella, sonrió ligeramente sin mostrar los dientes, y en un tono suave y delicado, exclamó:—¡Mi señoría!D
Bernardo llamó a algunos mozos de la familia para que ayudaran a descargar y acomodar todas las cosas.Después de una ardua jornada de trabajo, Bernardo e Isabella recorrieron juntos cada rincón de la villa. Esta que en otrora había sido tan bulliciosa, ahora era toda silencio sepulcral.Bernardo le dijo:—Ahora aquí solo quedas tú como la única dueña, y los sirvientes son solo aquellos que trajiste de la casa de tu esposo. Primero necesitas encontrar un mayordomo para que administre el lugar, luego contratar a algunas sirvientas y mozos. No pueden faltar personas para la cocina, el jardín, las caballerizas y la cochera. Si te resulta inconveniente en encontrar tantos sirvientes, puedo buscar gente por ti.Isabella, agradecida le respondió:—Tío, usted tiene ya de por si mucho trabajo, no me atrevo a molestarlo. Las doñas Matilde y Filomena se encargarán de ello.Bernardo la miró y suspiró:—Nosotros dos somos familia, ¿cómo puedes hablar de molestar? En el pasado, cuando tu señor padr
—Conocemos que la villa pertenece a una familia de militares, vuestra señora Isabella ha también leído muchos libros y seguramente desea tener a su servicio personas que sepan leer y escribir.—Está bien, ustedes se quedarán para servir a la señorita. En cuanto a sus nombres, ella misma se los pondrá más adelante.Las cuatro se alegraron enormemente.—¡Por Dios misericordioso, muchas gracias, ama!Doña Matilde mantuvo un semblante serio.—No me den las gracias todavía. Servir junto a la señorita requiere aprender las normas de la casa. Si no las aprenden bien, solo podrán ser sirvientas de segunda mano.Al escuchar esto, las cuatro hicieron una reverencia.—Nosotras aprenderemos bien las normas, no se preocupe usted.Después de seleccionar a las cuatro, las dos amas eligieron más criadas y mozos, y le encargaron a la agencia que buscara también cochero, carpintero y personas para cuidar los caballos y el jardín.En cuanto a la administración de la casa y la contabilidad, era evidente q
Pero ese asunto ya no se podía investigar, los espías y comandos que actuaron, unos ya han muerto y los que no, se han escapado de regreso a los Valles de Montealto y no se les puede encontrar.Isabella no pudo evitar pensar en su padre y hermano, y su corazón se llenó de tristeza y dolor. Ellos lograron recuperar el Sur en su momento, pero no pudieron mantenerlo y volvió a ser arrebatado. Al final, su padre y hermano murieron trágicamente en el campo de batalla. Si Theobald lograba la victoria y recuperaba el sur, al menos será un consuelo para los deseos de su padre y hermano.La primera noche de regreso a casa, Isabella no durmió bien. En sus sueños veía a su madre, cuñada y sobrinos siendo sus gargantas cercenadas al filo de una espada. Se despertó en medio de la noche y no pudo volver a conciliar el sueño. Se quedó con los ojos abiertos mirando el techo de la tienda, mientras su mente no dejaba de darle vueltas.Las heridas de sus seres queridos permitían reconstruir la brutalida