Capítulo30
Isabella se arrodilló y, relajando un poco sus hombros, pensó que el decreto real había tardado mucho en llegar, pero afortunadamente, al fin había llegado.

—¡Isabella agradece la gracia real!

Theobald estaba pálido y sin saber cómo responder. ¿Isabella había ido al palacio para pedir permiso al rey para divorciarse? ¿No había sido solo para impedir su matrimonio con Desislava? ¿Desde que supo del matrimonio otorgado, ya había planeado el divorcio?

Solía pensar que todos sus métodos eran solo para retenerlo a su lado, por lo que la consideraba celosa, mezquina, egoísta, intolerante e incluso aún de métodos más despreciables. Pero resultó que no era así...

Theobald no sabía cómo sentirse. Miró fijamente a Isabella recibir el decreto con una sonrisa cálida en su rostro, una sonrisa que era indescriptiblemente hermosa y atractiva.

De repente recordó la primera vez que la vio, quedando cautivado por su belleza. En ese momento, incluso olvidó cómo respirar.

Pero luego conoció a Desislava.
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