Capítulo32
Al atardecer, Desislava buscó a un sirviente para que le pidiera a Theobald salir a dar un paseo.

Los dos caminaban en silencio a la orilla del lago, y Theobald. Desislava aún no sabía lo que había sucedido; pensaba que, al haberlo citado, él le contaría acerca del divorcio. Sin embargo, él le respondió con un silencio sepulcral, y además ella pudo percibir que su rostro habia sido arañado.

Después de caminar un rato, ella se detuvo y no pudo evitar preguntarle:

—¿El divorcio ya fue consumado? ¿Conseguiste quedarte con la mitad de su dote?

La luz del crepúsculo iluminaba el rostro teñido por el sol de Desislava, pero de repente al verla, a Theobald le vino en vez a la mente fue el radiante rostro de Isabella, y sintió dolor agudo en su corazón.

—¿No te quedaste con nada?

Al ver que él no respondía, y con una expresión de dolor, ella se sintió molesta.

—¿Acaso no te indique claramente que te quedaras con la mitad de la dote? ¡Los fondos de los Vogel están ya casi agotados! ¿Cómo vamos
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