Theobald no acoto más palabras, ya en esa batalla, había sido completamente derrotado, y el tan solo mencionarlo resultaba una deshonra para su estima.—¿De verdad? —insistió Desislava.—Ya basta, de ahora en adelante no se hable más de esto. —Theobald suspiró.Desislava lanzo la mano al aire y con aire de coquetería le dijo:—Sabía que vuestra merced me estaba engañando. No importa, ya sea por divorcio o por separación, lo importante es que ese asunto ya está resuelto. Si ella desprecia compartir esposo conmigo, debe de ser enterada que ese sentimiento también es reciproco. El enredo de artimañas de casa que ella aprendió, yo no puedo jugar con eso, ese sí quizás sea su único talento.Giró la cabeza, mirando hacia él.—No puedo aprender eso, pero si se trata de imitar su tono dulzón al hablar para hacerlo a usted sentir en el mando, eso sí puedo hacerlo.Juntó las manos delante de ella, sonrió ligeramente sin mostrar los dientes, y en un tono suave y delicado, exclamó:—¡Mi señoría!D
Bernardo llamó a algunos mozos de la familia para que ayudaran a descargar y acomodar todas las cosas.Después de una ardua jornada de trabajo, Bernardo e Isabella recorrieron juntos cada rincón de la villa. Esta que en otrora había sido tan bulliciosa, ahora era toda silencio sepulcral.Bernardo le dijo:—Ahora aquí solo quedas tú como la única dueña, y los sirvientes son solo aquellos que trajiste de la casa de tu esposo. Primero necesitas encontrar un mayordomo para que administre el lugar, luego contratar a algunas sirvientas y mozos. No pueden faltar personas para la cocina, el jardín, las caballerizas y la cochera. Si te resulta inconveniente en encontrar tantos sirvientes, puedo buscar gente por ti.Isabella, agradecida le respondió:—Tío, usted tiene ya de por si mucho trabajo, no me atrevo a molestarlo. Las doñas Matilde y Filomena se encargarán de ello.Bernardo la miró y suspiró:—Nosotros dos somos familia, ¿cómo puedes hablar de molestar? En el pasado, cuando tu señor padr
—Conocemos que la villa pertenece a una familia de militares, vuestra señora Isabella ha también leído muchos libros y seguramente desea tener a su servicio personas que sepan leer y escribir.—Está bien, ustedes se quedarán para servir a la señorita. En cuanto a sus nombres, ella misma se los pondrá más adelante.Las cuatro se alegraron enormemente.—¡Por Dios misericordioso, muchas gracias, ama!Doña Matilde mantuvo un semblante serio.—No me den las gracias todavía. Servir junto a la señorita requiere aprender las normas de la casa. Si no las aprenden bien, solo podrán ser sirvientas de segunda mano.Al escuchar esto, las cuatro hicieron una reverencia.—Nosotras aprenderemos bien las normas, no se preocupe usted.Después de seleccionar a las cuatro, las dos amas eligieron más criadas y mozos, y le encargaron a la agencia que buscara también cochero, carpintero y personas para cuidar los caballos y el jardín.En cuanto a la administración de la casa y la contabilidad, era evidente q
Pero ese asunto ya no se podía investigar, los espías y comandos que actuaron, unos ya han muerto y los que no, se han escapado de regreso a los Valles de Montealto y no se les puede encontrar.Isabella no pudo evitar pensar en su padre y hermano, y su corazón se llenó de tristeza y dolor. Ellos lograron recuperar el Sur en su momento, pero no pudieron mantenerlo y volvió a ser arrebatado. Al final, su padre y hermano murieron trágicamente en el campo de batalla. Si Theobald lograba la victoria y recuperaba el sur, al menos será un consuelo para los deseos de su padre y hermano.La primera noche de regreso a casa, Isabella no durmió bien. En sus sueños veía a su madre, cuñada y sobrinos siendo sus gargantas cercenadas al filo de una espada. Se despertó en medio de la noche y no pudo volver a conciliar el sueño. Se quedó con los ojos abiertos mirando el techo de la tienda, mientras su mente no dejaba de darle vueltas.Las heridas de sus seres queridos permitían reconstruir la brutalida
Doña Rosario golpeó el suelo, diciendo: —¡Ya les dije maldita sea que se lo llevaran todo, y ahora no queda nada! ¡Ni siquiera podré comprar mis condenadas medicinas!Theobald se sintió muy incómodo, pero solo pudo consolar a su madre: —No te preocupes madre, el campo de batalla del sur pronto necesitará a Desislava y a mí. Volveremos para alcanzar más méritos.Doña Rosario lloraba con voz desgarradora: —¡¿Cómo puede ser tan despiadada?! ¡No es más que una esposa igual en rango! ¿Por qué no puede tolerarlo? ¡Es solo una maldita huérfana, y de verdad se cree una dama noble!Theobald torció la boca. Ella era la hija legítima de la familia de Vivar, naturalmente tiene un estatus más elevado.—¡Bien merecido que exterminaran a toda su familia como a cucarachas, bien merecido se lo tenían! —gritó Doña Rosario, llena de ira.Theobald también pensó que era extraño que los comandos de los Valles de Montealto hubieran exterminado a toda la familia Vivar. ¿Por qué mataron a ancianos, mujeres
Bernardo llevó a la gente para trasladar toda la dote de vuelta a la Villa Duque Defensor del Reino.Isabella salió a dar las gracias e invitó a todos a pasar a tomar aromática.Bernardo, sin embargo, negó: —Por ahora no tomaremos nada, hay otros asuntos importantes que atender. Y, por cierto, Theobald me pidió que te transmitiera un mensaje: espera que no te arrepientas.Isabella bajó la mirada: —Escuché lo que dijo, pero no tengo nada que contestarle. Si tienes asuntos importantes, no me atrevo a retenerte.Bernardo se sintió muy satisfecho con su respuesta. La familia Vivar podría perderlo todo, pero nunca podrida perder su dignidad. Se llevó a su gente y se fue.No es que no quisiera desease permanecer más allí, pero la villa todavía estaba en desorden. Los nuevos sirvientes seguramente no habrían aprendido las reglas tan rápido. Él podría haber pasado sin problema, pero llevaba a otros miembros de la familia. Con tanta gente y tantas bocas para hablar, no quería que un mal servi
Pero nadie le había dicho a ella que vendrían soldados, y cuando llegaron, eran más de cien, ocupando muchos asientos, por lo que muchos invitados que habían recibido la invitación no tenían sitio para el banquete.¡Y estos invitados eran importantes funcionarios civiles y militares, la élite de la corte! Si se relacionaba bien con ellos, esto sería de gran ayuda para Theobald en su carrera oficial. ¿Cómo iban a manejar ahora semejante situación?Todos esos dignatarios estaban de pie, temblando en el frío. ¡Qué desgracia!Doña Rosario miró a la señora Minerva, ordenándole que encontrara una solución rápidamente. La señora Minerva, también sorprendida, no sabía qué hacer. ¡Nadie le había dicho que habría más invitados! Ella había dispuesto los asientos de acuerdo con la lista de invitados.Los invitados también estaban desconcertados. Al ver que de repente habían llegado más de cien personas sin ninguna etiqueta, ocupando inmediatamente los asientos y comenzando a comer y beber, además
Desislava pensó que la acusación de Theobald era completamente irracional. Soltó una risa.—Hoy acabo de entrar a esta casa, y ya me gritas de semejante manera, ¿cómo será entonces en el futuro? Además, estos soldados aquí presentes son tus compañeros de armas, y también han luchado contigo, ellos por consecuente también han sido testigos de nuestro amor. Aunque no te lo haya dicho antes, ¿quién organiza un evento tan grande como este y no reserva diez mesas más para los invitados? En cuanto a que hayan abandonado la Base Lealtad sin permiso, eso no es algo que deba preocuparte. El comandante no es alguien que no entienda razones.Al ver la actitud decidida de Desislava, Theobald se sintió amedrentado y no quiso seguir discutiendo en su día de bodas. Solo preguntó:—Entonces, ¿afirmas que abandonaron la Base con el permiso del comandante?Desislava no había consultado al comandante; simplemente dio una orden para que asistieran, pero no lo consideraba importante, ya que el comandante e