Hermenegildo y Bernardo quedaron sin palabras ante la acusación de la anciana de la familia Vogel, porque en realidad tenía toda la razón. Los Diaz de Vivar realmente no había producido personas destacadas, mientras que Theobald estaba en su apogeo, y con la general Maiquez, tenían un futuro prometedor.—Madre, no diga más. Dejemos esto hasta este punto — dijo Theobald sin querer que la situación se volviera aún más tensa. Solo quería resolver el asunto rápidamente para poder preparar con tranquilidad la boda y recibir a Desislava en su casa.Retener la mitad de la dote no era su intención, por lo que se sentía culpable ante la familia de Isabella.Los demás apenas habían hablado, ya que la familia Vogel también se sentía culpable y no podían hablar con la misma firmeza que la anciana.Especialmente los Vogel, que escuchaban todo con incomodidad, sintiéndose como personas muy despreciables. Se arrepentían en ese momento de haber ido, pues ahora se sentían mal vistos por todos.—Isabe
Theobald miró a Isabella con asombro. Sus habilidades marciales no solo eran un poco mejores que las suyas, ni siquiera diez de él serían rival para ella.¿Sabía artes marciales? ¿Por qué entonces nunca lo mencionó?Ella, sosteniendo la lista de la dote, le sonrió con malicia. Esa sonrisa era como el brillante sol de verano, deslumbrante y resplandeciente.Pero luego, levantó la lista de la dote y, al soltarla, se desintegró en fragmentos como copos de nieve en pleno invierno.—¡Ah, destruiste la lista de la dote! — La anciana de la familia Vogel, al ver esto, se enfureció demasiado y dijo —¡Bien, bien! ¡Vete entonces, y no puedes llevarte nada de la casa del general, ni siquiera tu ropa!Isabella sonrió con sarcasmo.—¿Crees que, si quisiera llevarme algo de la casa del general, alguien podría detenerme?La anciana, enojada y avergonzada, exclamó.—¿Cómo te atreves? Si te llevas algo, iré de inmediato a la corte a acusarte. Como estás siendo repudiada, no puedes llevarte ni un solo ce
Isabella se arrodilló y, relajando un poco sus hombros, pensó que el decreto real había tardado mucho en llegar, pero afortunadamente, al fin había llegado. —¡Isabella agradece la gracia real!Theobald estaba pálido y sin saber cómo responder. ¿Isabella había ido al palacio para pedir permiso al rey para divorciarse? ¿No había sido solo para impedir su matrimonio con Desislava? ¿Desde que supo del matrimonio otorgado, ya había planeado el divorcio?Solía pensar que todos sus métodos eran solo para retenerlo a su lado, por lo que la consideraba celosa, mezquina, egoísta, intolerante e incluso aún de métodos más despreciables. Pero resultó que no era así...Theobald no sabía cómo sentirse. Miró fijamente a Isabella recibir el decreto con una sonrisa cálida en su rostro, una sonrisa que era indescriptiblemente hermosa y atractiva. De repente recordó la primera vez que la vio, quedando cautivado por su belleza. En ese momento, incluso olvidó cómo respirar.Pero luego conoció a Desislava.
En Casa Alta, la lámpara frente al pasillo reflejaba las finas figuras de papel en el enrejado de la ventana y los proyectaba por todas las paredes de la mansión como bestias gigantes. Isabella Díaz de Vivar se sentó de manos cruzadas en la amplia silla de respaldo redondo de roble, la sencilla ropa que llevaba envolvía su esbelto y atractivo cuerpo.Levantó la mirada y observó al caballero frente a ella, su esposo con quien se había casado hace poco, pero a quien había tenido que esperar durante un largo y tortuoso año. La armadura a medio usar de Theobald Vogel aun yacía majestuosa en sus hombros, con firmeza, pero con una pizca de disculpa en su hermoso rostro dijo.—La voluntad de matrimonio ya ha sido otorgada y sellada, y Desislava Maiquez de cualquier manera será mi esposa.Isabella se volvió a cruzar de brazos, sus ojos estaban oscuros y solo le preguntó con gran sospecha.—La reina una vez dijo que, la general Desislava era un modelo a seguir para otras mujeres, ¿pero acaso se
Theobald se sintió algo avergonzado.—¿Por qué te empeñas tanto en buscarte problemas? Este es un matrimonio aceptado por su majestad, y aunque Desislava entre a la familia, ustedes estarán en partes separadas de la mansión. Ella no competirá contigo por el control de la casa y lo que tú tanto valoras, a ella no le interesa. —Replicó Isabella. —¿De verdad crees que me aferro al control de la casa?La casa del general no era fácil de manejar, solo la medicina de su madre requería decenas de reales de plata cada mes, sin contar con los gastos en comida, ropa, y en mantener las relaciones sociales a flote, todo lo cual demandaba dinero.La mansión era antes solo una fachada vacía, por eso durante el último año, Isabella había estado usando su patrimonio para cubrir los gastos y este era el resultado de tanto esfuerzo. Theobald perdió por completo toda paciencia.—Olvídalo, no discutiré más contigo. Solo necesitaba informarte. Estés de acuerdo o no con esto, el resultado no cambiará.Su
Juana trajo consigo la lista de la dote y dijo.—Este año, has dado más de seis mil reales de plata en efectivo, pero no has tocado para nada, las tiendas, las casas ni las fincas. Los certificados de depósito que dejó tu madre en el banco, así como los títulos de propiedad de las tierras, están todos muy bien guardados en un baúl cerrado con llave.—Entiendo...Isabella miró con detenimiento la lista. Su madre le había dejado un patrimonio bastante grande, por miedo a que sufriera en la casa de su esposo. Sintió un dolor agudo en su corazón. Juana, muy triste a su lado le preguntó.—Señorita, ¿a dónde podemos ir?, ¿regresaremos a la casa de su padre?, ¿o acaso iremos al Cerro de los Cerezos?Al recordar la sangre derramada y los cadáveres en la mansión del Marqués, un dolor agudo atravesó al instante el corazón de la única sobreviviente.—Cualquier lugar es mejor que quedarse aquí, ¿no crees?—Pero si te vas, les estarás dando lo que ellos quieren.Isabella le respondió con frialdad.
Doña Rosario sonrió de mala gana.—¿Si me agrada o no?, solo nos hemos visto una vez, ¿cómo puedo hablar de eso? Sin embargo, ya que su majestad ha concedido el matrimonio, esto ya es un hecho establecido. En el futuro, ella y Theobald lograrán importantes méritos en el ejército juntos, mientras tú manejas con diligencia la casa del general, disfrutando de los méritos que ellos obtienen, ¿No es bueno?—¡Es realmente bueno! —Isabella sonrió con agrado—Aunque es un poco injusto que la general Desislava sea la amante. —La anciana sonrió con sarcasmo y dijo.—¡Mira jovencita pendeja!, su majestad ha concedido el matrimonio, ¿cómo puede ser una amante?, además, ella es una oficial militar del gobierno, ¿cómo puede acaso un funcionario gubernamental ser una simple amante? Es una esposa igual, sin distinción alguna de rango.—¿Sin distinciones de rango? ¿Existe acaso tal regla? —La expresión de la anciana se tornó algo indiferente.—Isabelita, siempre has sido bastante sensata. Ahora que te h
Los miembros de la familia Vogel se miraron entre sí, sin esperar que, Isabella, siempre tan dócil, esta vez mostrara una actitud tan firme. Además, ni siquiera escuchó a su madre. La anciana dijo con desprecio.—Ella obedecerá poco a poco, no tiene otra opción. Ahora no tiene familia materna a quien recurrir, no tiene de otra más que quedarse con nosotros, además, no la hemos tratado mal, y sigue siendo la esposa principal.A la mañana siguiente, Isabella y Juana, regresaron a la residencia del Marqués Díaz de Vivar, su padre. El jardín estaba totalmente desolado, con montones de hojas caídas. En solo medio año sin mantenimiento, el patio de la residencia de su padre se había llenado por completo de hierbas silvestres que crecían hasta casi la altura de una persona.Al volver a entrar en la casa, su corazón se sentía desgarrado por el recuerdo tan doloroso del pasado. Hace seis meses que se había enterado de la cruel masacre de su familia, en ese instante cuando entró colapsó arrodill