Ella terminó de hablar y levantó el cuenco, bebiéndose el contenido de un solo trago. Este gesto tan decidido hizo que el Rey Benito esbozara una sonrisa.—Por cierto, ¿por qué estaba el príncipe enemigo en Ciudad Real? —preguntó, aún sin entender del todo. Había oído que este príncipe gozaba de gran popularidad en su reino, siendo sabio y honorable. ¿Cómo había terminado en Ciudad Real, si ni siquiera era un militar?—Fue una estrategia en la lucha interna de la familia real del Reino del Oeste. Su segundo hermano lo traicionó y lo obligó a ir al campo de batalla. Ordos sabía que no podía pelear, por lo que solo lo escondió en Ciudad Real, pensando que estaría a salvo, ya que la batalla no se libraba en esa ciudad. Pero entonces se encontró con Desislava.—¿Su hermano? —Isabella de mal humor. —Si el príncipe del Reino del Oeste ha muerto, los otros príncipes empezarán a disputarse el trono. Y si ese hermano llega a convertirse en el nuevo príncipe, no será nada amigable con nuestro Re
La noticia de la recuperación de los Llanos Fronterizos del Sur llegó a la capital. El emperador, al leer el informe de la victoria, rompió a llorar. Durante la sesión matutina, todos los oficiales y ministros se arrodillaron y clamaron al unísono: —¡Gracias sean dadas al Cielo!La gran noticia voló por todas partes como si tuviera alas. Primero lo supieron las familias de la nobleza, luego toda la capital, y finalmente, se difundió por todos los confines, las provincias y las regiones. Todo el reino estaba de fiesta.Los narradores de historias, siempre bien conectados, obtenían noticias a través de los sirvientes y criadas de las familias nobles, quienes vendían los detalles a cambio de objetos de valor o reales de plata. Así, todo el mundo llegó a saber que el principal artífice de la victoria fue el Rey Benito. Pero lo que más sorprendió a todos fue que quien había logrado romper las defensas de Pueblo Tejón y Villa Simón no era otro que una mujer. Ella, al mando de los Halcones d
Doña Rosario envió invitaciones a las esposas de dos oficiales del ministerio de defensa y guerra del reino, y también hizo llegar una invitación a la esposa del máximo responsable de dicho ministerio, aunque suponía que esta última no asistiría. Sin embargo, pensaba que las otras dos damas seguro que vendrían. Su plan era, cuando llegaran, preguntarles sobre la situación general de la guerra y cómo planeaba el ministerio de defensa del reino otorgar las recompensas por los méritos obtenidos.Lo que doña Rosario no sabía era que, cuando llegó el momento, ninguna de las dos señoras apareció. De hecho, tampoco vinieron las damas de mayor rango, solo algunas esposas de funcionarios de menor categoría, acompañadas de sus familiares. Algunas de ellas ni siquiera estaban en la lista de invitadas. Esto la llenó de ira y frustración.Había invertido una buena cantidad de reales de plata en dicho agasajo, con la esperanza de dar a conocer el nombre de su hijo y su nuera y crear favorabilidad pa
Al principio, todos suponían que la mujer al mando de las tropas era Desislava Maiquez. Sin embargo, después del festejo que organizó doña Rosario, algunas personas comenzaron a notar algo extraño.Los narradores de historias, siempre atentos a cualquier rumor, primero crearon suspenso, y luego, con un tono misterioso, dijeron:—En la fiesta de la vieja señora de Vogel, las esposas de dos altos oficiales del Departamento de Defensa no se presentaron. De hecho, ninguna esposa de un funcionario del Departamento de Defensa asistió. ¿Qué significa esto? Significa que, seguramente, la mujer al mando no era Desislava Maiquez.Los allí presentes se quedaron pasmados y, enseguida, comenzaron los acalorados debates.Si no era Desislava, ¿entonces quién? En este reino no hay otra mujer general, ¿verdad?Pasaron algunos días, y empezaron a circular rumores. Al parecer, la antigua esposa de Theobald Vogel había ido al frente.La gente de la capital aún recordaba bien la historia del divorcio. Esa
Los patios solares en los que la gente se sentaba a tomar café y discutir de política y desamores en la capital aprovecharon al máximo la oportunidad y adornaron las historias de las hazañas de Isabella en el campo de batalla, haciendo que sus logros parecieran aún más heroicos. Los ciudadanos comenzaron a admirar profundamente a Isabella, olvidando por completo todas las palabras crueles que habían dicho sobre ella tras su divorcio.Por otro lado, la princesa heredera finalmente entendió por qué había sido puesta bajo arresto domiciliario. Cuando su hija se casó, Isabella había enviado regalos para contribuir a la dote, pero la Princesa Heredera los rechazó. En ese momento, incluso se quejó con la gente a su alrededor, diciendo que Isabella no tenía sentido común. “¿Cómo puede una mujer divorciada enviar regalos para una boda? ¡Es de mala suerte!”Cuando el príncipe Enrique escuchó lo sucedido, enfurecido, le zampo un coscorrón.—¡Esa es tu sobrina! Si tu hermana, en el más allá, supi
Isabella, que estaba lejos en los Llanos Fronterizos del Sur, no sabía nada de lo que ocurría en la capital. Aunque la guerra había terminado hacía tiempo, el ejército aún no podía retirarse completamente. Primero, porque el invierno con sus severas heladas hacía difícil la marcha, y segundo, porque muchos lugares en los Llanos, después de años de guerra, necesitaban ser reconstruidos, y los soldados estaban ayudando en esas labores.Desde el final de la guerra, los rumores sobre Desislava Maiquez siendo capturada y humillada se habían esparcido por todo el ejército. Aunque ella lo negaba rotundamente, el hecho de que tantos soldados la hubieran visto aquel día hacía que fuera imposible esconder lo que sucedió. Desislava trató de que Tomás y los demás dieran testimonio, pero ¿qué podían testificar ellos? Habían sufrido torturas, mutilaciones e incluso castración. Estaban tan doloridos que ni siquiera sabían si Desislava había sido ultrajada o no.Además, Tomás estaba tan enfadado con D
Con la llegada de la primavera, y las heladas cesar. Ahora que había tropas destinadas a la defensa de Villa Simón, los soldados restantes ya podían regresar. Estrella y los demás debaatían si regresar a la capital o volver al Cerro de los Cerezos.Palo comentó:—Al Cerro de los Cerezos siempre podemos regresar, pero solo bajo un regreso triunfal, eso solo sucede una vez en la vida. Tenemos que volver y recibir los aplausos del pueblo.Ellos no tenían grandes ambiciones, su mayor deseo en la vida era perfeccionar sus habilidades marciales. No aspiraban a ser invencibles en el mundo, solo querían que cada oponente que encontraran huyera de sus golpes. De repente, habían sido catapultados al estatus de héroes por haber recuperado los Llanos Fronterizos del Sur, y aún no terminaban de acostumbrarse a esta nueva realidad.Mientras tanto, las heridas de Desislava Maiquez habían sanado lo suficiente, y ahora debía enfrentarse a la disciplina militar por sus acciones. Durante su estancia en l
Isabella entró con paso firme y, después de saludar, no pudo evitar sentirse algo desconcertada. ¿Qué le pasaba al vicegeneral Cicero? La miraba de una forma bastante extraña.Los ojos fulminantes del Rey Benito recorrieron el rostro de Cicero antes de que este soltara una risita nerviosa:—Bueno, mejor me retiro.Cicero salió, pero no se fue muy lejos, quedándose a escuchar detrás de la puerta.—¡Siéntate! —dijo Benito a Isabella, mientras lanzaba una mirada hacia la puerta, donde se escuchaba la respiración pesada de Cicero, que evidentemente no sabía cómo esconderse mejor para espiar.Isabella también sabía que Cicero estaba afuera, así que, después de sentarse, —lo señaló con un gesto de la mano y con la mirada preguntó:—¿Qué está haciendo?Benito, sonriendo, negó.—No te preocupes por él. ¿Qué te trae por estos lares?Isabella se sentó derecha y respondió:—Rey Benito, ya que estamos por regresar a casa, ¿puedo ir a visitar el lugar donde murieron mi padre y mis hermanos? Quiero