Capítulo129
Él la miraba como si fuera una extraña, como si la Desislava que tenía delante no fuera en absoluto la misma mujer de la que se había enamorado. Ahora la veía como un demonio, cruel y sanguinario.

Había renunciado a todos sus logros militares para casarse con ella, traicionando a Isabella en el proceso. Se sentía como el mayor traidor del mundo.

Recordó todas las veces que ella había hablado de lealtad y justicia, de cómo una mujer no debía estar confinada al hogar, sino asumir la responsabilidad de proteger la patria. En esos momentos, sus ojos estaban llenos de una pasión radiante.

Theobald Vogel cayó de rodillas al suelo, su rostro una mezcla de llanto y risa, hasta que, de repente, estalló en carcajadas. Era una risa frenética, casi demencial.

Esa risa asustó a Desislava. A pesar de su dolor, se incorporó ligeramente, mirándolo con asombro.

—Teo… ¿qué sucede? No me asustes.

Theobald se reía con tanta fuerza que las lágrimas le brotaban de los ojos. Se cubrió la cara con ambas manos
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