Anubis, Dios de los muertos* estaba molesto. Muyyy molesto.
Solo le habían prohibido dos cosas antes de descender a la Tierra. Primero, no enamorarse de ningún humano y la segunda, incumplir la importante tarea de fecundar una mujer humana virgen. Solo dos simples prohibiciones.
Pero como le dices eso a alguien que ha roto la primera prohibición tan fácilmente que le resultó hasta indignante. La joven durmiendo tranquilamente a su lado era constancia de ello.
Ahí estaba el primer error. Y lo peor del caso es que la no le era indiferente. No era una mujer despampanante ni hermosa a morir pero tenía un encanto único que lo tenía anonadado. Por donde iba la cosa la segunda estaba por mal camino. Era un dios comprometido con sus tareas pero siempre cometía el error de ser algo sentimental y eso le había demostrado que nunca se terminaba bien.
Un dios enamorado. ¿Dónde se ha visto eso?
Pues al parecer esa sería la primera vez ¿No?
Días antes.
Anubis entró en el Templo Central. Ya era tiempo de cumplir con su tarea. Cada 500 años necesitaba la esencia que se creaba dentro del vientre de una mujer pura para con esa energía abastecer el Orbe Celestial. La principal fuente del Imperio. Sin él no había forma en que ellos pudieran vivir como los grandes dioses.
Las humanas no tendrían recuerdos ni antes ni después del suceso. Como si hubiera sido un hermoso sueño. No tendrían cambios físicos, ni siquiera sabrían que había algo místico dentro de ellas. Simplemente cuando la energía quisiera salir perderían el conocimiento y la energía iría al Orbe.
Una misión que cada Dios tendría que cumplir cada 500 años garantizando así su supervivencia por encima de los humanos pero irónicamente dependiendo de ellos.
-Llegaste- una voz grave retumbó entre las paredes de aquel lugar.
Anubis se arrodilló delante de la persona sentada en el enorme trono de oro lleno de cojines. Ra, el dios supremo y el que decidía sobre la vida de todos.
No habló, no era necesario. Pocas veces entraba a ese lugar y esta vez era por una sola razón. Llegó el momento de descender.
No era algo que le gustaba mucho. Veces anteriores se había encontrado con todo tipo de personas aunque no tenía una mala opinión, solo que esta vez por alguna razón tenía un mal presentimiento.
Aun así ¿Quién era él para negarse? Pues nadie.
Ra vio salir al Dios chacal y sonrió levemente. Esta vez sería realmente interesante.
Datos aclaratorios
*Anubis. Dios de los muertos: es el nombre del guardián de las tumbas asociado con la muerte y la vida después de la muerte en la religión del Antiguo Egipto, maestro de las necrópolis y patrón delos embalsamadores, representado como un gran cánido negro acostado sobre su estómago, un chacal o un perro salvaje, o como un hombre con cabeza de perro.
*Orbe Celestial: lo que le da energía al Imperio para mantener el equilibro entre el poder de los dioses y la Tierra. Permite el transporte entre los dos mundos.
*Ra: Dios del cielo, y del origen de la vida. Símbolo de la luz solar, dador de vida, y responsable del ciclo de la muerte y la resurrección. Se representa con la cabeza de halcón y disco solar sobre su cabeza.
Habían transcurrido tres días desde su descenso del Imperio y a Anubis no se le había cruzado ninguna mujer virgen que reuniera la suficiente fuerza espiritual para ser digna de su semilla. ¿Qué demonios había pasado en los últimos 500 años? Pues al parecer mucho.La vez anterior que había estado en el mundo humano tenía para elegir hasta por gusto. Y ahora ni con pinza las sacaba. Tenía que apurarse, el tiempo le apremiaba y el Orbe Celestial necesitaba la energía naciente para sostenerse.Pateó el suelo arruinando la punta de uno de sus zapatos. Deseaba volver a su templo y pasar una semana entera entregado a los placeres del disfrute y la tranquilidad, olvidando todas sus responsabilidades. Si al menos Ra le diera un descanso, no estaría tan frustrado.Estudió otra vez a la multitud. Era casi medianoche y la calle estaba concurrida. Sentado a un lado del c
Nefer abrió los ojos y dios mío. Qué eres esa sensación. Se sentía increíble. Saciada hasta la última célula de su cuerpo al punto que el dolor que sentía en cada músculo de su cuerpo era opacado.Se sentó lentamente en la cama y jadeó posando su mano sobre su costilla. Estaba mareada y se llevó la mano a su corto cabello oscuro que apenas le pasaba los hombros y lo corrió hacia atrás, estaba pegajoso y húmedo. En ese momento su piel apenas se restregaba en las sábanas y la hacía temblar. No era normal en ella despertar así.Su cabeza estaba hecha un lío a primera hora de la mañana. Drogas. No las tomaba, de por si las odiaba, pero no podía haber hecho mucho cuando había visto a su cliente ponerla en su vaso supuestamente a escondidas. La situación había estado complicada toda la semana y por lo tanto no tuvo más alternativa. Necesitaba el dinero por sus
Horas antes.Anibis lanzó al chico recién encontrado a la cama de tamaño imperial en cuanto entró al cuarto de hotel de media clase. Pesaba poco y su cuerpo era sumamente delgado y ¿suave? Iba a interrogarlo por todos los métodos que fueran posibles ya que era una anomalía. Encontrar a un hombre así como que necesitaba respuestas rápido. Ra estaría muy interesado en ese tema.No lo quería reconocer pero a pesar de todo, los grandes ojos del chico lo tenían cautivado y desprendía un olor a canela que lo tenía dolorosamente caliente y duro. No tenía prejuicios de con quien se acostaba, era un dios, el género de la persona con quien tenía sexo era irrelevante totalmente. Incluso estaba pensando que después de varios días de abstinencia, quizás sería más beneficioso satisfacer sus deseos primero y después enfocarse en saber por qué un chico poseía esa aura con la mente más fresca.Sí haría eso. Podía tener en su mente la imagen de quien quisiera, después de to
La chica abrió los ojos como platos emocionada y cuando Anubis se incorporó, se giró poniéndose como pudo sobre sus rodillas y bajó el pecho a la cama. La posición de sumisión de la humana ofreciéndose puso más caliente al dios y se acarició desde la base hasta la punta soltando un gemido y ubicándose detrás de ella. La abstinencia había hecho estragos.De cierta forma, que aquella mujer hubiera tenido sexo tenía su lado positivo. A la mierda con los juegos previos, directo a la diversión. Se empapó la gruesa punta con el semen que se escurría del rosado agujero y lo usó de lubricante para empezar a introducirse.Ella gritó e intentó alejarse al sentir la invasión mucho más grande de la que estaba habituada. Sus músculos internos se dilataban dándole paso al grueso pene que no parecía tener fin. U
¿En qué demonios se había metido?Pues en algo bien serio porque clientes como el que tenía delante no aparecería todos los días. Se pasó la mano por la cabeza intentando buscar algo de alivio. Se estaba estresando y eso no era bueno nada bueno dada su condición.-Entra a la ducha mientras aún hay agua caliente. Estás llena de mí por todas partes- la voz de aquel hombre resonó mientras le extendía la mano.Las mejillas de ella se sonrojaron. Tr
Agarrando la sábana, Nefer hacia su mejor esfuerzo de ocultar su desnudez, una vez hubo llegado a la cama imperial. Su cabeza ahora mismo era un lío enorme. No recordaba haber tenido una noche tan agitada en su vida. Había encontrado a un cliente que la droga lo había hecho pasarse de la raya, la habían drogado, supuestamente había estado con lo que fuera que estuviera delante de ella. Y ahora se enteraba que tenía al mismísimo Dios de los Muertos con solo una toalla en su cintura, dentro del mismo cuarto. Un simple humano ya habría colapsado, aunque no era como si ella hubiera parado de temblar. Nefer recostó, agotada, la cabeza en el amplio pecho. Demasiado para que su joven cuerpo soportara. El hombre o dios que lo sostenía la tenía como en una montaña rusa. La asustaba pero a la vez era capaz de despertar lo más oculto de su cuerpo. Incomodidad, placer, libertad, emoción, había tantas cosas dentro de su mente que no le daban tiempo a procesarlo.Sintió algo extra y pesado en su muñeca y se extrañó. No acostumbraba a usar prendas.Alzó su brazo ante su rostro y sus ojos se abrieron como plato al ver la pulsera ancha dorada con incrustaciones de piedras, alBuena chica
Anubis vio como la humana casi se le sale el corazón por la boca del susto. Seguro no se imaginaba que podía encontrarla y menos dentro de su propia casa si a aquello se le podía llamar casa.-Al parecer a mi pequeña sabueso hay que enseñarle modales- su voz grave y sensual retumbaba en las delgadas y desgastadas paredes del apartamento.Nefer ni siquiera pronunciaba una palabra. Estaba totalmente muda mientras se sostenía al borde de la meseta para no caer de la impresión.-¿Qu