Horas antes.
Anibis lanzó al chico recién encontrado a la cama de tamaño imperial en cuanto entró al cuarto de hotel de media clase. Pesaba poco y su cuerpo era sumamente delgado y ¿suave? Iba a interrogarlo por todos los métodos que fueran posibles ya que era una anomalía. Encontrar a un hombre así como que necesitaba respuestas rápido. Ra estaría muy interesado en ese tema.
No lo quería reconocer pero a pesar de todo, los grandes ojos del chico lo tenían cautivado y desprendía un olor a canela que lo tenía dolorosamente caliente y duro. No tenía prejuicios de con quien se acostaba, era un dios, el género de la persona con quien tenía sexo era irrelevante totalmente. Incluso estaba pensando que después de varios días de abstinencia, quizás sería más beneficioso satisfacer sus deseos primero y después enfocarse en saber por qué un chico poseía esa aura con la mente más fresca.
Sí haría eso. Podía tener en su mente la imagen de quien quisiera, después de toLa chica abrió los ojos como platos emocionada y cuando Anubis se incorporó, se giró poniéndose como pudo sobre sus rodillas y bajó el pecho a la cama. La posición de sumisión de la humana ofreciéndose puso más caliente al dios y se acarició desde la base hasta la punta soltando un gemido y ubicándose detrás de ella. La abstinencia había hecho estragos.De cierta forma, que aquella mujer hubiera tenido sexo tenía su lado positivo. A la mierda con los juegos previos, directo a la diversión. Se empapó la gruesa punta con el semen que se escurría del rosado agujero y lo usó de lubricante para empezar a introducirse.Ella gritó e intentó alejarse al sentir la invasión mucho más grande de la que estaba habituada. Sus músculos internos se dilataban dándole paso al grueso pene que no parecía tener fin. U
¿En qué demonios se había metido?Pues en algo bien serio porque clientes como el que tenía delante no aparecería todos los días. Se pasó la mano por la cabeza intentando buscar algo de alivio. Se estaba estresando y eso no era bueno nada bueno dada su condición.-Entra a la ducha mientras aún hay agua caliente. Estás llena de mí por todas partes- la voz de aquel hombre resonó mientras le extendía la mano.Las mejillas de ella se sonrojaron. Tr
Agarrando la sábana, Nefer hacia su mejor esfuerzo de ocultar su desnudez, una vez hubo llegado a la cama imperial. Su cabeza ahora mismo era un lío enorme. No recordaba haber tenido una noche tan agitada en su vida. Había encontrado a un cliente que la droga lo había hecho pasarse de la raya, la habían drogado, supuestamente había estado con lo que fuera que estuviera delante de ella. Y ahora se enteraba que tenía al mismísimo Dios de los Muertos con solo una toalla en su cintura, dentro del mismo cuarto. Un simple humano ya habría colapsado, aunque no era como si ella hubiera parado de temblar. Nefer recostó, agotada, la cabeza en el amplio pecho. Demasiado para que su joven cuerpo soportara. El hombre o dios que lo sostenía la tenía como en una montaña rusa. La asustaba pero a la vez era capaz de despertar lo más oculto de su cuerpo. Incomodidad, placer, libertad, emoción, había tantas cosas dentro de su mente que no le daban tiempo a procesarlo.Sintió algo extra y pesado en su muñeca y se extrañó. No acostumbraba a usar prendas.Alzó su brazo ante su rostro y sus ojos se abrieron como plato al ver la pulsera ancha dorada con incrustaciones de piedras, alBuena chica
Anubis vio como la humana casi se le sale el corazón por la boca del susto. Seguro no se imaginaba que podía encontrarla y menos dentro de su propia casa si a aquello se le podía llamar casa.-Al parecer a mi pequeña sabueso hay que enseñarle modales- su voz grave y sensual retumbaba en las delgadas y desgastadas paredes del apartamento.Nefer ni siquiera pronunciaba una palabra. Estaba totalmente muda mientras se sostenía al borde de la meseta para no caer de la impresión.-¿Qu
Los largos y delgados dedos de Nefer aparecieron abiertos en el ángulo de visión de Anubis. El dios sabía lo que quería. Después de explicarle la situación y las consecuencias que traía consigo, muy reciamente el humano había aceptado y ahora esperaba su primer pago, de sus servicios, por adelantado.Anubis sacó del bolsillo los mismos billetes que había encontrado arriba de la cama cuando salió del baño y se encontró solo. Se había molestado como nunca antes, después de todo, era un dios ¿quién desobedece a un dios y se iba así como lo había hecho ella? Si en el Imperio se enteraban sería el hazmerreír de muchos. Sobre todo de cierto dios con el cual no tranzaba.Le había pasado por la mente infinidad de formas de castigarla, incluso, algunas demasiado placenteras. Pero ahora le costaba todo su control mantenerse ser
Ya había anochecido del todo y Nefer se restregó los brazos buscando ganar algo de calor. Cuando habían salido de su casa aún estaba anocheciendo por lo que la temperatura estaba alto, y no solo por el sol. Ese maldito dios mantenía el ambiente caliente con solo su presencia.Al menos ahora ya podía dar por terminaba su tarea. Nunca se imaginó que recibiría dinero tan fácil y un monto considerable tan rápido. Eso era bueno más no podía ahora derrocharlo. Tenía muchas cosas en mente que necesitaba, comenzando por una cama, y quizás, si al terminar era suficiente un techo nuevo donde estar. Su casa la había protegido por bastante tiempo más no era del todo
Nefer había aprendido a no avergonzarse por muchas cosas, pero una cosa era eso y otra era tener que mostrar su pecho todo lleno de marcas de besos y chupetones debido a cierta persona que el día anterior se había entretenido con ellos en plena calle.Los había mordido, chupado, lamido, al punto que hoy aún estaban algo hinchados. No quiso hablar pero descubrió al doctor mirándolos con una atención un poco más intensa de lo que debía ser. Pero dado su chequeó general debía permitir que fuera examinada completamente. Esa zona era una que los clientes solían usar con bastante frecuencia y si tuviera alguna herida interna necesitaba saberlo.Pero lo peor de todo no era ese doctor, ni las marcas, ni Anubis, ni todo lo que le había hecho en aquel lugar público. Lo que aún no podía sacar de su mente era que ambos habían sido descubiertos por un guarda