¿En qué demonios se había metido?
Pues en algo bien serio porque clientes como el que tenía delante no aparecería todos los días. Se pasó la mano por la cabeza intentando buscar algo de alivio. Se estaba estresando y eso no era bueno nada bueno dada su condición.
-Entra a la ducha mientras aún hay agua caliente. Estás llena de mí por todas partes- la voz de aquel hombre resonó mientras le extendía la mano.
Las mejillas de ella se sonrojaron. Tr
Agarrando la sábana, Nefer hacia su mejor esfuerzo de ocultar su desnudez, una vez hubo llegado a la cama imperial. Su cabeza ahora mismo era un lío enorme. No recordaba haber tenido una noche tan agitada en su vida. Había encontrado a un cliente que la droga lo había hecho pasarse de la raya, la habían drogado, supuestamente había estado con lo que fuera que estuviera delante de ella. Y ahora se enteraba que tenía al mismísimo Dios de los Muertos con solo una toalla en su cintura, dentro del mismo cuarto. Un simple humano ya habría colapsado, aunque no era como si ella hubiera parado de temblar. Nefer recostó, agotada, la cabeza en el amplio pecho. Demasiado para que su joven cuerpo soportara. El hombre o dios que lo sostenía la tenía como en una montaña rusa. La asustaba pero a la vez era capaz de despertar lo más oculto de su cuerpo. Incomodidad, placer, libertad, emoción, había tantas cosas dentro de su mente que no le daban tiempo a procesarlo.Sintió algo extra y pesado en su muñeca y se extrañó. No acostumbraba a usar prendas.Alzó su brazo ante su rostro y sus ojos se abrieron como plato al ver la pulsera ancha dorada con incrustaciones de piedras, alBuena chica
Anubis vio como la humana casi se le sale el corazón por la boca del susto. Seguro no se imaginaba que podía encontrarla y menos dentro de su propia casa si a aquello se le podía llamar casa.-Al parecer a mi pequeña sabueso hay que enseñarle modales- su voz grave y sensual retumbaba en las delgadas y desgastadas paredes del apartamento.Nefer ni siquiera pronunciaba una palabra. Estaba totalmente muda mientras se sostenía al borde de la meseta para no caer de la impresión.-¿Qu
Los largos y delgados dedos de Nefer aparecieron abiertos en el ángulo de visión de Anubis. El dios sabía lo que quería. Después de explicarle la situación y las consecuencias que traía consigo, muy reciamente el humano había aceptado y ahora esperaba su primer pago, de sus servicios, por adelantado.Anubis sacó del bolsillo los mismos billetes que había encontrado arriba de la cama cuando salió del baño y se encontró solo. Se había molestado como nunca antes, después de todo, era un dios ¿quién desobedece a un dios y se iba así como lo había hecho ella? Si en el Imperio se enteraban sería el hazmerreír de muchos. Sobre todo de cierto dios con el cual no tranzaba.Le había pasado por la mente infinidad de formas de castigarla, incluso, algunas demasiado placenteras. Pero ahora le costaba todo su control mantenerse ser
Ya había anochecido del todo y Nefer se restregó los brazos buscando ganar algo de calor. Cuando habían salido de su casa aún estaba anocheciendo por lo que la temperatura estaba alto, y no solo por el sol. Ese maldito dios mantenía el ambiente caliente con solo su presencia.Al menos ahora ya podía dar por terminaba su tarea. Nunca se imaginó que recibiría dinero tan fácil y un monto considerable tan rápido. Eso era bueno más no podía ahora derrocharlo. Tenía muchas cosas en mente que necesitaba, comenzando por una cama, y quizás, si al terminar era suficiente un techo nuevo donde estar. Su casa la había protegido por bastante tiempo más no era del todo
Nefer había aprendido a no avergonzarse por muchas cosas, pero una cosa era eso y otra era tener que mostrar su pecho todo lleno de marcas de besos y chupetones debido a cierta persona que el día anterior se había entretenido con ellos en plena calle.Los había mordido, chupado, lamido, al punto que hoy aún estaban algo hinchados. No quiso hablar pero descubrió al doctor mirándolos con una atención un poco más intensa de lo que debía ser. Pero dado su chequeó general debía permitir que fuera examinada completamente. Esa zona era una que los clientes solían usar con bastante frecuencia y si tuviera alguna herida interna necesitaba saberlo.Pero lo peor de todo no era ese doctor, ni las marcas, ni Anubis, ni todo lo que le había hecho en aquel lugar público. Lo que aún no podía sacar de su mente era que ambos habían sido descubiertos por un guarda
Nefer veía como su acompañante se removía sobre su silla. Era graciosa la imagen de ver a alguien como él ser incomodado por algo aunque se preocupó un poco. Anubis era un dios¿Qué podría alarmarlo?-Acaba de escoger alguna chica, no esperes que esté aquí todo el día- le dijo ella intentando romper la pesada atmósfera a su alrededor y meterse otro pedazo de carne en la boca.-No quiero escuchar eso de alguien que se demorará al menos una hora en consumir todo eso--¿Y quién dice que todo esto va para adentro? No amigo, la comida gratis se reserva. Ya tengo el almuerzo y la cena de mañana- Nefer lo señaló con el dedo dándole una lección de vida- Tengo otros planes con el dinero que me diste, así que hay que ahorrarlo por el momento--¿Cómo por ejemplo?- le interrogó, más por p
Nefer pestañeó tantas veces que le dolió procesando la imagen delante de ella una vez que se giró para encontrarse con un hombre normal, pero sabiendo que era otro dios escondido bajo un disfraz humano. No lo podía creer. Como si con uno no bastara ¿ahora dos?Se giró lentamente sosteniéndose del lavamanos. Podría de nuevo caer y ya había pasado esa vergüenza una vez, dos no estaba en los planes. Gracias a ese primer encuentro con Anubis creyó que estaba preparada sicológicamente, tremenda mentira.El hombre frente a ella, si, dentro del baño de mujeres, se la comía con la vista a pedacitos. Y no hacía nada para ocultar este hecho. Anubis lo hacía igual a cada rato, por no decir todo el tiempo, pero no la hacía sentir de manera tan sucia. Ya era suficiente con sus demás clientes.Su estatura rivalizaba con la de Anubis. Al menos comían carne 20 veces al día porque esos cuerpos tonificados de envidia no podían salir solo de ejercicio ni gimnasio. Su cabello era