De pie frente al enorme edificio, sonreí, pues las ilusiones de una nueva vida estaban justo a mi alcance. Entré muy segura de la decisión tomada, pero antes fui al baño, donde me cambié el desgastado pantalón por el vestido blanco de flores. Solté mi cabello y este cayó en hondas a mi espalda baja. En la recepción me indicaron el décimo piso, donde Margaret supuestamente me estaba esperando. Subí al ascensor con el corazón latiendo apresuradamente, el pulso errático y mi cuerpo hecho un manojo de nervios. Una sensación agradable se esparció por todo mi cuerpo, al momento de que las puertas se abrieron, dejando a mi vista un enorme salón con un podio en el centro. Caminé a paso lento, acercándome hacia la Sra. Margaret, quien al verme se levantó y me abrazó, dejándome sin palabras.
—Creí que no vendrías, linda. Pero me alegra muchísimo que hayas aceptado — se separó de mí, agarrándome del brazo y trayéndome a un sillón de cuero enorme.
—Bueno, en realidad necesito el trabajo.
—¿Cuántos años tienes? Como debes firmar el contrato, debes tener la mayoría de edad — inquirió, mientras las esperanzas que tan elevadas tenía cayeron de golpe.
—Tengo diecisiete, pero en dos semanas cumplo la mayoría de edad.
Su semblante y alegría decayó por los suelos, frunció el ceño, se levantó y caminó hasta el único escritorio que había en el salón, sacó su celular e hizo una llamada. Mis nervios estaban a flor de piel. Pensé que debía renunciar a esa nueva vida que tanto he anhelado, pero la sonrisa relajada de Margaret logró calmar mi inquietud.
—No hay problema con ello, preciosa. En cuanto cumplas la mayoría de edad firmas el contrato, pero por el momento solo te haré unos pequeños exámenes de rutina —explicó, tomando mi mano.
—¿Qué tipo de exámenes? — el alma me volvió al cuerpo.
—Solo son chequeos rutinarios, análisis de sangre, muestra de orina y una evaluación con un psicólogo — respondió naturalmente, y asentí con la cabeza.
—¿Cuándo tengo que hacerme todo eso? — inquiero preocupada, pues salir de la casa es muy difícil.
—En este momento, cuanto antes mejor.
El proceso demoró dos horas. Según ella, los resultados estarán listos mañana. No podía dejar de sonreír por todo el camino al supermercado, dentro de poco voy a tener mi tan anhelada libertad.
Tan pronto llegué a la casa con todo lo anotado en la lista y puse todo en su lugar, Sandra apareció en la cocina y solo con la mirada me reprochó todo.
—Maldita bastarda. Tardaste mucho. ¿Acaso buscabas marido? — se echó a reír —. Oh, claro está, ¿quién se fijaría en una pobretona huérfana como tú? — agarró una manzana, la lavó y se marchó dándole unos pausados mordiscos.
Solo será un mes más y todo esto se acabara de una vez y por todas.
El día de mi cumpleaños llegó y, como era de esperarse, quien vino primero a tocar mi puerta fue mi madrastra.
—¡Abre la maldita puerta, niña! — sus gritos tan temprano en la mañana son estresantes—. ¡Abres la puerta o te juro que lo vas a lamentar!
Le abrí la puerta con la cabeza en alto, sintiendo toda la seguridad del mundo, pues muy pronto no tendré que soportarla más.
—¿Qué piensas hacer? ¿Golpearme o insultarme? Eso ya lo has hecho por muchos años, pero te lo advierto, Sandra; hoy es diferente. Ya no soy aquella niña que estaba obligada a hacer lo que tu digas. ¡Así que largo de mi habitación! — sin darle oportunidad de responder, le cerré la puerta en la cara.
Con una enorme sonrisa volví a meterme bajo las cobijas, hasta que mi padre apareció en mi habitación.
—¡Feliz cumpleaños, mi princesa hermosa! — entró con un delicioso ponquecito de chocolate y, con lágrimas en sus ojos, nos abrazamos por un largo tiempo—. Mi amor, tu madre debe estar festejando desde allá arriba junto a nosotros. Ella me dio lo más bello y hermoso que tengo en mi vida. No sabes cuánto te amo, mi pequeña.
—Papá... Yo también te amo— le respondí entre llanto.
El día de mi cumpleaños fue maravilloso, pues compartimos juntos como hace mucho tiempo no lo hacíamos. Paseamos entre las calles de la ciudad, contemplando las casas de estilo victoriano. Caminamos por aquellas vías empinadas hasta llegar a un restaurante donde almorzamos juntos. El resto de la tarde estuvimos conversando y sentados en la banca de aquel parque que solíamos visitar junto a mi mamá, bajo el radiante y hermoso sol. Madrugué para sacar mi identificación, luego me dirigí al edificio donde Margaret me estaba esperando con el contrato en la mano. Según Margaret, los exámenes salieron bien y no podía estar más feliz. Lo único que faltaban era mis iniciales y la firma. Leí el contrato una y otra vez, donde había varias clausulas bastante específicas: “Una vez el comprador obtenga su premio, tiene todo el derecho de hacer con su obra lo que le plazca”. “El premio debe someterse a las exigencias de su nuevo dueño por los siguientes tres m
—Lili, estoy muy nerviosa. Mañana es la subasta. ¿Cómo crees que serán los hombres? — inquirió Brenda, la misma chica de mi edad que desde ese día nos hemos vuelto cercanas. —Solo espero que sea un hombre gentil. Una de las chicas escuchó mi comentario y soltó una carcajada. —No entiendo cómo Margaret trae a niñas tan estúpidas a un lugar como este. Pero dejo la sorpresa para que veas con tus propios ojos lo gentiles que pueden llegar a ser — se retiró contoneando sus caderas de un lado para el otro. —No le hagas caso, solo quiere asustarnos— le dije a Brenda. Muy en el fondo sé que nada bueno nos puede esperar. Desperté por Brenda, la única chica que considero como una amiga entre todas las demás víboras que nos rodean. Estas dos últimas semanas ha sido mi compañera de habitación. Caminaba ansiosa de un lado hacia el otro, hasta que cayó en mi cama boca abajo dando un grito frustrado contra la misma. —Me encantaría decirte que
DANIEL El día más esperado llegó, poniendo fin a mi larga espera. Mi apetito sexual es grande y cuando explote lo haré como un animal sin escrúpulos. Luego de firmar unos documentos importantes, salí hacia la mansión de Margaret, donde se lleva a cabo las subastas. Como uno de los mayores benefactores, fui uno de los primeros en llegar. Caminé por los pasillos en busca de mi presa; ya tenía enfocada a una bella rubia de pechos grandes. Todo cambió cuando vi a una pequeña y muy hermosa jovencita sostenida del brazo de la anfitriona. De repente mi corbata me sofocó y, aunque estuviera de espalda, su desnudez y su trasero me hicieron pasar saliva. Richards se acercó a ella y el muy hijo de perra tocó su piel descubierta. Eso provocó en mí celos y rabia. Esa pequeña será mía a como dé lugar. En cuanto llegué a ellos, la chiquilla estaba asustada, lo podía ver en su rostro. Esa expresión de terror en sus bellísimos ojos café claros
LILI No puede ser cierto, esto no puede estar pasándome a mí. No tengo otra opción, tengo un contrato firmado con aquella mujer y en las cláusulas está muy bien escrito que debo dejarme hacer todo lo que este hombre quiera hacer conmigo, aunque siento que voy a morir de un infarto. Jamás me habían besado, ni siquiera sabía que se pudiera sentir tan bien esa calidez y ese sabor amargo que percibí en su lengua. Brenda me explicó sobre el sexo, yo no sabía absolutamente nada sobre ese tema, pues no había hablado de eso con nadie, pero me dijo que la primera vez es muy dolorosa. El hombre con quien se fue, se veía buena gente, eso mismo me dije yo del Sr. Jackson, pero que equivocaba estuve. Me desgarró el vestido y sus gigantes manos tocaron mi cuerpo con violencia y con desespero, como si estuviera fuera de sí. Su lengua se adentraba en mi boca con fuerza, chocando los dientes entre sí, y eso que de a poco pude seguir su ritmo. En mi cab
—Sr. Jackson, estoy dispuesta a soportarlo todo — respondí tímidamente, mientras que en su hermoso rostro se formó una sonrisa que me congeló todo el cuerpo. —Perfecto — me alzó en sus brazos y salimos de la habitación. Al fondo había una enorme puerta negra, la cual abrió con el pie; una habitación oscura con todo a su alrededor decorado de negro, excepto por las paredes que eran grises, pero se podía sentir el frío entre los huesos. Me depositó en la cama, dejándome en medio de las suaves almohadas, luego se quedó parado frente mí, quitando botón tras botón de su camisa. Su pecho quedó al descubierto y por más que moría de vergüenza, no aparté la vista, es como si estuviera embrujada. Su torso quedó desnudo, reflejando unos enormes pectorales con varios tatuajes cubriendo su piel; sus brazos eran enormes y llenos de tatuajes también hasta sus muñecas. Se quitó los zapatos y quitó el cinturón, lo enrolló en su mano y lo pasó por encima de mi busto, bajando p
DANIEL Me contuve demasiado para no lastimar a Lili y que su primera vez fuera placentera, pero por más que quise, mis ganas me fallaron, estaba demasiado excitado con esa pequeña, y más con la idea de que era virgen. La tomé con furia por varios días, donde no salió de la cama, por lo cansada y adolorida que se encontraba. Debo hacer un viaje por una semana a París, la voy a dejar aquí para que recupere la fuerza, para cuando vuelva poder hacer todo lo que me plazca con ella. —Buenos días, hermosa. Debo viajar, pero en unos días volveré — dije, acariciando su mejilla. Levantó la mirada y me perdí en esos bellos ojos claros que me tienen hechizado. —Buenos días, Sr. Jackson. Está bien, por mí no hay problema. Ella no tiene la menor idea de lo mucho que me excita que me llame de esa manera. —Sabes que puedes decirme Daniel, dejemos el señor para cuando estemos teniendo sexo. —Oh, claro. Lo siento,
Al otro día, estando en mi oficina me informaron que Lili, ya había llegado. De inmediato la llevaron conmigo, Estaba concentrado con los socios hablando sobre los eventos que han ocurrido en los días anteriores del robo, hasta que unos delicados y subes golpes se oyeron en la puerta.— Adelante — Di la orden para que entrarán, la puerta se abrió, y Lili cruzó por ella; hermosa en un vestido rosa hasta medio muslo, su cabello largo lo llevaba en hondas suelto, bajando por sus pechos hasta caer sus caderas. Una sonrisa tímida se dibujó en sus labios y a paso lento entró.— Buenos días, señor Jackson, ¿Interrumpo?, porque si es así puedo esperar afuera — Dijo nerviosa, y con las mejillas encendidas. Me levanté de mi asiento y caminé hasta ella. Mirándome a los ojos, la tomé en mis brazos.<
LiliLa puerta se cerró y de inmediato me dejé caer en la enorme cama. Hace una semana sin verlo y se le da por dejarme completamente sola, e irse con esa mujer del restaurante. Entre más pienso y le doy vueltas, creo que estoy sintiendo algo por él, cada que me habla, o como me mira, en la forma que toca mi cuerpo y este tiembla bajo sus enormes manos, mi corazón se acelera con solo verlo; me pongo demasiado nerviosa cuando está presente y me mira con esa intensidad. Sus ojos negros me tienen al borde de un infarto, no obstante, no puedo sentir nada por él. Esto es un contrato, y yo solo soy un juguete sexual, en el cual descarga todo ese deseo. Por más estúpido y masoquista que suene, a mí me encanta esa manera en la que toma de mí. Con solo recordar lo que hizo en su oficina en cuanto llegué, mi vientre se calienta y se aprieta. Deseando tenerlo dentro mío de nuevo. Que