El día de mi cumpleaños fue maravilloso, pues compartimos juntos como hace mucho tiempo no lo hacíamos. Paseamos entre las calles de la ciudad, contemplando las casas de estilo victoriano. Caminamos por aquellas vías empinadas hasta llegar a un restaurante donde almorzamos juntos. El resto de la tarde estuvimos conversando y sentados en la banca de aquel parque que solíamos visitar junto a mi mamá, bajo el radiante y hermoso sol.
Madrugué para sacar mi identificación, luego me dirigí al edificio donde Margaret me estaba esperando con el contrato en la mano. Según Margaret, los exámenes salieron bien y no podía estar más feliz. Lo único que faltaban era mis iniciales y la firma. Leí el contrato una y otra vez, donde había varias clausulas bastante específicas:
“Una vez el comprador obtenga su premio, tiene todo el derecho de hacer con su obra lo que le plazca”.
“El premio debe someterse a las exigencias de su nuevo dueño por los siguientes tres meses”.
“Una vez el contrato finalice, el comprador y el premio no deben tener ningún tipo de contacto”.
Para ser totalmente honesta, no entendía muchas de ellas.
—¿Sucede algo? — inquirió la Sra. Margaret.
—Bueno, es que hay varias cláusulas que no entiendo, pero lo que me intriga es saber cuál será mi trabajo, ya que aquí no dice.
—Una vez firmes, iremos con las demás chicas y allí aclararé todas tus dudas.
Titubee mucho antes de hacerlo, pues aún estaba llena de dudas. Lo único que me tranquiliza es saber que hay más chicas que se encuentran en el mismo barco.
Seguidamente, entraron nueve chicas más al enorme salón donde se alinearon frente al podio y busqué un lugar entre ellas.
—Chicas, bienvenidas a todas. Dentro de dos semanas se hará la aclamada subasta anual de mujeres acompañantes. Ustedes deben encajar a la perfección con su comprador, quiero decir, que complazcan al hombre en todo el sentido de la palabra y van a ganar lo suficiente para salir adelante. Las cláusulas son claras en el contrato y las reglas deben seguirlas al pie de la letra, no quiero tener inconvenientes con los anfitriones.
Un grupo de doctores entraron por la puerta, con bandejas y jeringas en sus manos.
—Ellos están aquí para que ustedes puedan estar tranquilas. No queremos que a la hora del sexo vayan a quedar en embarazo.
Quería salir corriendo y desaparecer, pero mi cuerpo estaba paralizado. ¿Qué fue lo que firmé?
No era la única aterrada, también había una chica que parecía de mí misma edad. A cada una de las chicas les colocaron la inyección y cada vez se iban acercando más a mí. Bajo el nerviosismo y pánico, tropecé sin querer con ella.
—Lo siento — susurré con un hilo de voz.
—No pasa nada. ¿Es tú primera vez?
—Sí, ¿y tú?
—Sí.
La aguja atravesó mi piel, quemando instantáneamente todo mi cuerpo. Las lágrimas se acumularon en mis ojos con el solo hecho de pensar en el grave problema en que me metí.
Ese día comencé a descender por las paredes ardientes del averno. Mi cabeza estaba hecha un caos. Tuve que aprender a caminar en tacones, a usar vestidos demasiado cortos, dejando al descubierto mis atributos más íntimos. Maquillada como si fuese modelo lista para posar en una revista, me contemplé en el espejo. Con la mirada perdida me levanté del asiento, lista para seguir ensayando para amoldarme a un círculo social del cual no pertenezco en lo más mínimo.
—Lili, estoy muy nerviosa. Mañana es la subasta. ¿Cómo crees que serán los hombres? — inquirió Brenda, la misma chica de mi edad que desde ese día nos hemos vuelto cercanas. —Solo espero que sea un hombre gentil. Una de las chicas escuchó mi comentario y soltó una carcajada. —No entiendo cómo Margaret trae a niñas tan estúpidas a un lugar como este. Pero dejo la sorpresa para que veas con tus propios ojos lo gentiles que pueden llegar a ser — se retiró contoneando sus caderas de un lado para el otro. —No le hagas caso, solo quiere asustarnos— le dije a Brenda. Muy en el fondo sé que nada bueno nos puede esperar. Desperté por Brenda, la única chica que considero como una amiga entre todas las demás víboras que nos rodean. Estas dos últimas semanas ha sido mi compañera de habitación. Caminaba ansiosa de un lado hacia el otro, hasta que cayó en mi cama boca abajo dando un grito frustrado contra la misma. —Me encantaría decirte que
DANIEL El día más esperado llegó, poniendo fin a mi larga espera. Mi apetito sexual es grande y cuando explote lo haré como un animal sin escrúpulos. Luego de firmar unos documentos importantes, salí hacia la mansión de Margaret, donde se lleva a cabo las subastas. Como uno de los mayores benefactores, fui uno de los primeros en llegar. Caminé por los pasillos en busca de mi presa; ya tenía enfocada a una bella rubia de pechos grandes. Todo cambió cuando vi a una pequeña y muy hermosa jovencita sostenida del brazo de la anfitriona. De repente mi corbata me sofocó y, aunque estuviera de espalda, su desnudez y su trasero me hicieron pasar saliva. Richards se acercó a ella y el muy hijo de perra tocó su piel descubierta. Eso provocó en mí celos y rabia. Esa pequeña será mía a como dé lugar. En cuanto llegué a ellos, la chiquilla estaba asustada, lo podía ver en su rostro. Esa expresión de terror en sus bellísimos ojos café claros
LILI No puede ser cierto, esto no puede estar pasándome a mí. No tengo otra opción, tengo un contrato firmado con aquella mujer y en las cláusulas está muy bien escrito que debo dejarme hacer todo lo que este hombre quiera hacer conmigo, aunque siento que voy a morir de un infarto. Jamás me habían besado, ni siquiera sabía que se pudiera sentir tan bien esa calidez y ese sabor amargo que percibí en su lengua. Brenda me explicó sobre el sexo, yo no sabía absolutamente nada sobre ese tema, pues no había hablado de eso con nadie, pero me dijo que la primera vez es muy dolorosa. El hombre con quien se fue, se veía buena gente, eso mismo me dije yo del Sr. Jackson, pero que equivocaba estuve. Me desgarró el vestido y sus gigantes manos tocaron mi cuerpo con violencia y con desespero, como si estuviera fuera de sí. Su lengua se adentraba en mi boca con fuerza, chocando los dientes entre sí, y eso que de a poco pude seguir su ritmo. En mi cab
—Sr. Jackson, estoy dispuesta a soportarlo todo — respondí tímidamente, mientras que en su hermoso rostro se formó una sonrisa que me congeló todo el cuerpo. —Perfecto — me alzó en sus brazos y salimos de la habitación. Al fondo había una enorme puerta negra, la cual abrió con el pie; una habitación oscura con todo a su alrededor decorado de negro, excepto por las paredes que eran grises, pero se podía sentir el frío entre los huesos. Me depositó en la cama, dejándome en medio de las suaves almohadas, luego se quedó parado frente mí, quitando botón tras botón de su camisa. Su pecho quedó al descubierto y por más que moría de vergüenza, no aparté la vista, es como si estuviera embrujada. Su torso quedó desnudo, reflejando unos enormes pectorales con varios tatuajes cubriendo su piel; sus brazos eran enormes y llenos de tatuajes también hasta sus muñecas. Se quitó los zapatos y quitó el cinturón, lo enrolló en su mano y lo pasó por encima de mi busto, bajando p
DANIEL Me contuve demasiado para no lastimar a Lili y que su primera vez fuera placentera, pero por más que quise, mis ganas me fallaron, estaba demasiado excitado con esa pequeña, y más con la idea de que era virgen. La tomé con furia por varios días, donde no salió de la cama, por lo cansada y adolorida que se encontraba. Debo hacer un viaje por una semana a París, la voy a dejar aquí para que recupere la fuerza, para cuando vuelva poder hacer todo lo que me plazca con ella. —Buenos días, hermosa. Debo viajar, pero en unos días volveré — dije, acariciando su mejilla. Levantó la mirada y me perdí en esos bellos ojos claros que me tienen hechizado. —Buenos días, Sr. Jackson. Está bien, por mí no hay problema. Ella no tiene la menor idea de lo mucho que me excita que me llame de esa manera. —Sabes que puedes decirme Daniel, dejemos el señor para cuando estemos teniendo sexo. —Oh, claro. Lo siento,
Al otro día, estando en mi oficina me informaron que Lili, ya había llegado. De inmediato la llevaron conmigo, Estaba concentrado con los socios hablando sobre los eventos que han ocurrido en los días anteriores del robo, hasta que unos delicados y subes golpes se oyeron en la puerta.— Adelante — Di la orden para que entrarán, la puerta se abrió, y Lili cruzó por ella; hermosa en un vestido rosa hasta medio muslo, su cabello largo lo llevaba en hondas suelto, bajando por sus pechos hasta caer sus caderas. Una sonrisa tímida se dibujó en sus labios y a paso lento entró.— Buenos días, señor Jackson, ¿Interrumpo?, porque si es así puedo esperar afuera — Dijo nerviosa, y con las mejillas encendidas. Me levanté de mi asiento y caminé hasta ella. Mirándome a los ojos, la tomé en mis brazos.<
LiliLa puerta se cerró y de inmediato me dejé caer en la enorme cama. Hace una semana sin verlo y se le da por dejarme completamente sola, e irse con esa mujer del restaurante. Entre más pienso y le doy vueltas, creo que estoy sintiendo algo por él, cada que me habla, o como me mira, en la forma que toca mi cuerpo y este tiembla bajo sus enormes manos, mi corazón se acelera con solo verlo; me pongo demasiado nerviosa cuando está presente y me mira con esa intensidad. Sus ojos negros me tienen al borde de un infarto, no obstante, no puedo sentir nada por él. Esto es un contrato, y yo solo soy un juguete sexual, en el cual descarga todo ese deseo. Por más estúpido y masoquista que suene, a mí me encanta esa manera en la que toma de mí. Con solo recordar lo que hizo en su oficina en cuanto llegué, mi vientre se calienta y se aprieta. Deseando tenerlo dentro mío de nuevo. Que
—Eres demasiado sensual, pero tú no tienes derecho hablarme así — colocó otra corbata cubriendo mi boca. Levantó mi cadera al tiempo que una de sus manos impactó en mi nalga con fuerza. Sentí arder, pero de deseo. Cada que lo hace me vuelve loca, y sé que está muy mal, pero me gusta esa delicadeza y fuerza con la que arremete contra mí. Bajó mis bragas y rozó dos dedos en mi vagina haciéndome temblar.— Me encanta tu cuerpo Lili. Toda tu me fascinas — Susurró y separó mis nalgas, hundiendo su rostro en ellas. Introdujo su lengua caliente en ese lugar tan sensible. Trazó suaves círculos en mi interior, explorando y acaparando hasta lo más profundo de mí. Hice puños mis manos, los temblores iban en aumento con las penetraciones paulatinas que está proporcionándome con su lengua. Esto se siente mu