Nota autora: La historia ya está completa, la razón del por qué aparece en "proceso" es porque estoy subiendo la obra totalmente corregida. Puede que algunos capítulos no encajen a la hora de leerlos, por lo que iré subiendo los capítulos lo más pronto posible. Muchas gracias por leerme. Ten una agradable lectura.
Desde la muerte de mi madre, mi vida tomó un giro radical. Mi padre se casó con una mujer que no me quiere ni un poco. Vivir encerrada en un mar de lágrimas se había convertido en habito.
Sandra; mi madrastra, me obliga a realizar los deberes de la casa y, no solo eso, no se cansa de insultarme. Lo mismo sucede con mi hermanastra; la hija que tuvo tiempo después con mi padre.
El fingir que nada ocurre se volvió costumbre. A veces me cuestiono a mí misma si algún día tendré el valor de contarle a mi papá sobre los maltratos a los que soy sometida por ellas, pero es muy probable que no me crea una sola palabra.
En dos semanas cumpliré la mayoría de edad. En mi cabeza he creado un plan de escape, el único inconveniente es que no tengo dinero. Debo encontrar una solución, capaz de brindarme la dicha de conocer la libertad. No cuento con experiencia laboral, apenas terminé el bachillerato.
Hundí el rostro en la almohada tras la misma frustración e impotencia. Quisiera acabar con esta pesadilla. Entre más pienso en ello, siento que la oportunidad que tanto anhelo se desvanece entre mis manos.
La puerta principal sonó haciendo eco en toda la casa y unos tacones pisando fuerte el mármol me obligaron a respirar hondo varias veces. Reconozco esos pasos, sé que se avecina esa tormentosa y maldita mujer que no me deja ni respirar.
—¿Te parece justo que, mientras tu padre y yo nos matamos en conseguir dinero para que tu comas, tú te quedes de holgazán en la cama con tanto que hacer en esta casa? ¡Levántate y hazme de comer! ¡Muero de hambre!
—La cena ya está hecha.
—¡Sírveme! ¡¿Qué estás esperando?! —salió de la habitación dando un fuerte portazo y maldiciendo como de costumbre.
Cerré los ojos, dándome ese ánimo, paciencia y fuerza que tanto necesito para lidiar con ella. Con un suspiro cansado me levanté, yendo directamente a la cocina. Después de servirle y esperar a que terminase; lavé los platos y regresé de nuevo a mi habitación, no sin antes lavar la ropa de mi hermanastra.
Tomé la única foto que guardo con recelo de mi madre; puesto a que esa mujer las rompió todas, y mis ojos se cristalizaron.
—Te extraño mucho, mamá. Ayúdame a salir de este infierno, por favor.
Han pasado diez años desde la última vez que pude experimentar la protección y calidez que sus abrazos me trasmitían; la manera en que me arrullaba contra su pecho y las bellas canciones que me cantaba antes de irme a dormir. Entre esos bellos recuerdos que me arropaban como una ola, quedé profundamente dormida.
El sol se escabulló por la ventana. Los luminosos rayos dieron en mi rostro, haciéndome arrugar el entre cejo. Cubrí mi rostro con el edredón. Estaba sumamente agotada y mi cuerpo no daba para más, ojalá la noche hubiese sido más larga. La puerta se abrió chocando con la pared y alcancé a ver a Sandra, hecha furia me arrebató las cobijas tirándolas a lo lejos. Su mal humor era palpable en el aire. —¡Levántate, maldita zorra! — vociferó, con los brazos en la cintura. Me levanté por inercia, con la mirada extraviada y me apresuré a preparar el desayuno para todos en la casa. Una vez acabé, pude disfrutar de una taza de café bien cargado. El día de hoy promete ser extenuante, pues no solo debo hacer los quehaceres de la casa, también debo ir a la cafetería de mi papá, ya que debo ayudarle con el inventario e insumos. No me pagan un solo centavo y, aunque me desmotiva ese hecho, planeo terminar con las tareas pendientes y así sa
Al cabo de media hora, terminé con el trabajo pendiente en la cafetería, me cambié de ropa y salí con gran ilusión con destino al centro de la ciudad. Entré establecimiento por establecimiento ofreciendo mis servicios, pero en cada lugar exigían algún tipo de experiencia. No poseo nada de lo que piden, por lo que resignada, desanimada y cansada de caminar me senté en una silla a las afueras de un restaurante lujoso. Mis pies dolían mucho y masajee mi tobillo adolorido, cuando de pronto una mujer muy elegante se acercó. Era rubia, alta, vestía un hermoso traje rojo y un escote bastante pronunciado. Pensé que sus planes eran sacarme a las patadas de donde me encontraba, pues no estaba consumiendo nada. —Lo siento mucho. Estaba descansando los pies. Llevo caminando mucho tiempo, pero ya me iba— me levanté de prisa y, con una amable sonrisa, me detuvo. —No te estoy diciendo nada, belleza. Solo vine a saludarte. Dime, ¿cómo te llamas? — hasta su voz salió en un ronroneo m
De pie frente al enorme edificio, sonreí, pues las ilusiones de una nueva vida estaban justo a mi alcance. Entré muy segura de la decisión tomada, pero antes fui al baño, donde me cambié el desgastado pantalón por el vestido blanco de flores. Solté mi cabello y este cayó en hondas a mi espalda baja. En la recepción me indicaron el décimo piso, donde Margaret supuestamente me estaba esperando. Subí al ascensor con el corazón latiendo apresuradamente, el pulso errático y mi cuerpo hecho un manojo de nervios. Una sensación agradable se esparció por todo mi cuerpo, al momento de que las puertas se abrieron, dejando a mi vista un enorme salón con un podio en el centro. Caminé a paso lento, acercándome hacia la Sra. Margaret, quien al verme se levantó y me abrazó, dejándome sin palabras. —Creí que no vendrías, linda. Pero me alegra muchísimo que hayas aceptado — se separó de mí, agarrándome del brazo y trayéndome a un sillón de cuero enorme. —Bueno, en realidad necesito el
El día de mi cumpleaños fue maravilloso, pues compartimos juntos como hace mucho tiempo no lo hacíamos. Paseamos entre las calles de la ciudad, contemplando las casas de estilo victoriano. Caminamos por aquellas vías empinadas hasta llegar a un restaurante donde almorzamos juntos. El resto de la tarde estuvimos conversando y sentados en la banca de aquel parque que solíamos visitar junto a mi mamá, bajo el radiante y hermoso sol. Madrugué para sacar mi identificación, luego me dirigí al edificio donde Margaret me estaba esperando con el contrato en la mano. Según Margaret, los exámenes salieron bien y no podía estar más feliz. Lo único que faltaban era mis iniciales y la firma. Leí el contrato una y otra vez, donde había varias clausulas bastante específicas: “Una vez el comprador obtenga su premio, tiene todo el derecho de hacer con su obra lo que le plazca”. “El premio debe someterse a las exigencias de su nuevo dueño por los siguientes tres m
—Lili, estoy muy nerviosa. Mañana es la subasta. ¿Cómo crees que serán los hombres? — inquirió Brenda, la misma chica de mi edad que desde ese día nos hemos vuelto cercanas. —Solo espero que sea un hombre gentil. Una de las chicas escuchó mi comentario y soltó una carcajada. —No entiendo cómo Margaret trae a niñas tan estúpidas a un lugar como este. Pero dejo la sorpresa para que veas con tus propios ojos lo gentiles que pueden llegar a ser — se retiró contoneando sus caderas de un lado para el otro. —No le hagas caso, solo quiere asustarnos— le dije a Brenda. Muy en el fondo sé que nada bueno nos puede esperar. Desperté por Brenda, la única chica que considero como una amiga entre todas las demás víboras que nos rodean. Estas dos últimas semanas ha sido mi compañera de habitación. Caminaba ansiosa de un lado hacia el otro, hasta que cayó en mi cama boca abajo dando un grito frustrado contra la misma. —Me encantaría decirte que
DANIEL El día más esperado llegó, poniendo fin a mi larga espera. Mi apetito sexual es grande y cuando explote lo haré como un animal sin escrúpulos. Luego de firmar unos documentos importantes, salí hacia la mansión de Margaret, donde se lleva a cabo las subastas. Como uno de los mayores benefactores, fui uno de los primeros en llegar. Caminé por los pasillos en busca de mi presa; ya tenía enfocada a una bella rubia de pechos grandes. Todo cambió cuando vi a una pequeña y muy hermosa jovencita sostenida del brazo de la anfitriona. De repente mi corbata me sofocó y, aunque estuviera de espalda, su desnudez y su trasero me hicieron pasar saliva. Richards se acercó a ella y el muy hijo de perra tocó su piel descubierta. Eso provocó en mí celos y rabia. Esa pequeña será mía a como dé lugar. En cuanto llegué a ellos, la chiquilla estaba asustada, lo podía ver en su rostro. Esa expresión de terror en sus bellísimos ojos café claros
LILI No puede ser cierto, esto no puede estar pasándome a mí. No tengo otra opción, tengo un contrato firmado con aquella mujer y en las cláusulas está muy bien escrito que debo dejarme hacer todo lo que este hombre quiera hacer conmigo, aunque siento que voy a morir de un infarto. Jamás me habían besado, ni siquiera sabía que se pudiera sentir tan bien esa calidez y ese sabor amargo que percibí en su lengua. Brenda me explicó sobre el sexo, yo no sabía absolutamente nada sobre ese tema, pues no había hablado de eso con nadie, pero me dijo que la primera vez es muy dolorosa. El hombre con quien se fue, se veía buena gente, eso mismo me dije yo del Sr. Jackson, pero que equivocaba estuve. Me desgarró el vestido y sus gigantes manos tocaron mi cuerpo con violencia y con desespero, como si estuviera fuera de sí. Su lengua se adentraba en mi boca con fuerza, chocando los dientes entre sí, y eso que de a poco pude seguir su ritmo. En mi cab
—Sr. Jackson, estoy dispuesta a soportarlo todo — respondí tímidamente, mientras que en su hermoso rostro se formó una sonrisa que me congeló todo el cuerpo. —Perfecto — me alzó en sus brazos y salimos de la habitación. Al fondo había una enorme puerta negra, la cual abrió con el pie; una habitación oscura con todo a su alrededor decorado de negro, excepto por las paredes que eran grises, pero se podía sentir el frío entre los huesos. Me depositó en la cama, dejándome en medio de las suaves almohadas, luego se quedó parado frente mí, quitando botón tras botón de su camisa. Su pecho quedó al descubierto y por más que moría de vergüenza, no aparté la vista, es como si estuviera embrujada. Su torso quedó desnudo, reflejando unos enormes pectorales con varios tatuajes cubriendo su piel; sus brazos eran enormes y llenos de tatuajes también hasta sus muñecas. Se quitó los zapatos y quitó el cinturón, lo enrolló en su mano y lo pasó por encima de mi busto, bajando p