—¡Ah! ¡Acéptalo, Quinn! —grita Wanda.
—¿Estás loca? ¿Y si está adulterado? No, no lo beberé.
Mi loca amiga toma el trago y le da un buen sorbo. Todas las demás nos quedamos en estado de shock.
—¡¿Estás demente?! —reprende Loanne arrancándole la copa de las manos.
—No pasa nada, ¿viste? Acéptalo —insiste.
—¿Para qué? ¿Acaso se te olvida que estoy casada? —cuestiono.
—¡Ay, amiga! Solo es una bebida, ni que fuese una propuesta de matrimonio. Tu marido no está, ¿verdad? No tiene nada de malo.
—¡Wanda! —reprende Jennifer—, ella está casada, por supuesto que no está bien que acepte bebidas de desconocidos.
Wanda pone los ojos en blanco y sigue bailando y bebiendo como si nada. Observo la bebida y una vez más miro en dirección a la esquina, pero para mi sorpresa, él ya no está ahí. Suspiro, aunque no sé bien si de alivio o qué. Nunca me había sentido así al ver a un hombre, y es que aunque no quiera admitirlo, llamó mi atención desde el primer momento en que lo vi.
Espero que pase un buen rato y al ver que Wanda solo está más borracha, le doy un sorbo al cóctel. Es dulce aunque hay un toque ligeramente ácido después de pasarlo. Está bueno, debo reconocerlo.
La noche continúa y mis amigas y yo olvidamos el momento de la bebida con el sujeto. Jennifer se va al baño acompañada por Loanne mientras que Wanda y yo nos quedamos solas en el VIP.
De pronto la música cambia de ritmo a algo más suave. Levanto mi copa para brindar de lejos con Wanda cuando veo al mismo hombre de hace un rato caminar con total seguridad hasta acá.
—Wan… ¡Wanda! —llamo su atención. Mi amiga voltea a verlo y sonríe con picardía, pero él no la mira a ella, sus ojos están fijos en los míos. Antes de que llegue siento la mano de mi amiga tomar la mía, me desliza el anillo de matrimonio fuera del dedo, sin embargo, no tengo tiempo de protestar porque esa mirada seductora me deja estática en la silla, como si él tuviese una enorme masa gravitatoria que me impide alejarme o moverme, de hecho, me atrae hacia él de forma involuntaria.
—Hola, ¿te gustaría bailar conmigo? —pregunta extendiendo su mano.
¡Dios mío! Otra vez… mi corazón se acelera y mis mejillas se ponen rojas como tomates. ¿De verdad este guapo hombre me está invitando a bailar? Una parte de mí desea aceptar de inmediato, pero entonces mi lado racional me recuerda la realidad… «¡Estás casada!».
—Ah… gracias, pero…
—¡Por supuesto que va a bailar contigo! —dice Wanda metiéndose en la conversación.
Me pongo de pie con una risa nerviosa.
—Wanda...
—No seas aburrida, ¡ve! ¡es solo un baile!
Él me sonríe… juro que mis piernas se han vuelto de gelatina. Nunca me había puesto tan nerviosa en mi vida, ni siquiera con Brayden.
—Es solo un baile, lo prometo —dice él con una voz rasposa que me pone a temblar todavía más.
Siento la presión del momento, me da vergüenza decirle que no. ¿Qué podría tener de malo un baile? No pasará nada más.
Acepto y deslizo mi mano sobre la suya. Él me toma con gentileza pero al mismo tiempo firme y me lleva hasta la pista de baile donde un pop suave invita a las personas a bailar más lento. Siento que soy de nuevo una adolescente hormonal, no voy a mentir. Me parece demasiado atractivo, tanto que no debería ser legal verse tan bien. Tiene una barba tupida que le cubre el mentón, el cabello parece castaño aunque no lo distingo bien por las luces oscuras del ambiente. Es más alto que yo, aunque mi cabeza le llega justo poco más arriba del cuello.
Cuando sus manos se posan en mi espalda, todo mi cuerpo se estremece. Levanto la mirada para encontrarme con unos ojos verdes, profundos y cargados de secretos. Bailamos en silencio, pues no hace falta decirnos nada.
La canción termina y es como si el momento mágico entre los dos se rompiera. En ese instante recuerdo que esto no está bien. No debería bailar con un desconocido mientras mi esposo… «Tu esposo podría estarse c0giendo a una prostitut4, ¿por qué tú no puedes bailar con alguien?», responde mi consciencia.
—Gracias por el baile —le digo con una sonrisa tímida.
—Gracias a ti por aceptar, preciosa. Tengo que decirlo, eres la mujer más hermosa que he visto.
Su cumplido hace que me vuelva a sonrojar.
«¡Quinn! ¡Por Dios! ¡No estás tan borracha!».
—Gracias.
Hago un amago extraño con las manos que solo me llena más de vergüenza. Salgo prácticamente corriendo hasta el VIP con mis amigas, quienes ya me habían visto bailar con él.
—¡¿Qué fue eso?! —grita Loanne.
—Solo fue un baile, no es gran cosa. Pero si le cuentan a alguien las mataré.
Después del baile, la noche continúa con más bebidas y risas, y pronto nos encontramos en un estado de embriaguez bastante evidente. Nos sentamos en el VIP, rodeadas de luces parpadeantes y música vibrante que retumba en nuestros oídos. Mis amigas y yo nos reímos de todo y de nada, disfrutando del momento.
De repente, siento una presencia a mi lado y al girar la cabeza, me encuentro con él, el hombre del misterioso encanto. Se ha acercado sin que me dé cuenta, con una sonrisa cautivadora en los labios.
—¿Les importa si me uno a ustedes? —pregunta, con una voz profunda y agradable.
Mis amigas me miran con complicidad y entusiasmo, animándome a aceptar. Asiento, un poco nerviosa por la cercanía repentina, pero también intrigada por conocerlo.
—Claro, siéntate —digo, apartando un poco mi silla para darle espacio.
Él se acomoda entre nosotras con una naturalidad asombrosa, como si fuera parte de nuestro grupo desde siempre. La conversación fluye fácilmente, compartimos risas y anécdotas de la noche. Me siento atraída por su encanto y su forma de ser, pero algo en mí sigue recordándome que esto no está bien. Sé que debería decirle en algún momento que soy una mujer casada, pero la conversación no parece ir por esa dirección en ningún momento.
Después de un rato, decide invitarme a bailar nuevamente. Acepto, sabiendo que es arriesgado pero dejándome llevar por la emoción del momento. Bailamos al ritmo de la música, su cuerpo cerca del mío, y siento una conexión especial que no puedo ignorar.
Cuando la canción termina, nos separamos y vuelvo a la realidad. Me doy cuenta de que he cruzado una línea que no debería haber cruzado, que esto no es solo un baile inocente. Mi corazón late con fuerza, así que me despido de él con una sonrisa tímida…
***
El golpe sordo en la puerta hace que mi cabeza palpite con fuerza. ¡Dios! Me está matando el dolor de cabeza. ¿Qué demonios pasó anoche? Abro los ojos con cuidado pues la luz me molesta. No puedo recordar nada después de que aquel hombre se fuera.
Me siento en la cama todavía envuelta en las sábanas tratando de procesar dónde estoy. Destellos de la noche anterior llegan a mi memoria. Mis amigas bebiendo, Wanda vomitando como loca. Loanne llorando porque está soltera… y luego… un taxi amarillo… Wanda y Loanne se fueron en él, ¿qué pasó con Jennifer?
Miro a mi alrededor y entonces noto que hay ropa tirada por el suelo. Reconozco mi vestido, mis zapatos… mi ropa interior… Levanto la sábana que me cubre solo para descubrir que estoy desnuda.
El resto de la ropa que está en el suelo… es de hombre.
—No, no, no… —murmuro con el corazón agitado.
Miro hacia mi lado y entonces lo veo ahí… el hombre desconocido con el que bailé… Esto no me puede estar pasando.
Brinco de la cama como si estar a su lado me trajera desgracia y probablemente así sea. No cuento con que al hacerlo la sábana dejará de cubrirlo. Pego un grito al verlo por completo desnudo. No obstante, no puedo dejar de mirarlo.
Él se despierta y me sonríe con picardía y complicidad.
—Buenos días, preciosa. ¿Te gusta lo que ves?
Mis ojos están clavados en su entrepierna y su pecho marcado, aparto la mirada y le arrojo la sábana para cubrirlo.
—¡¿Qué estás haciendo aquí?!
—Mmm, despertando y con una muy buena vista.
¡Estoy desnuda frente a él! Recojo mi ropa y me apresuro a vestirme, llena de vergüenza y culpa, ¿qué fue lo que hice?
—Esto no está bien, tienes que irte.
—¿Irme? ¿Dónde crees que estamos?
Voy a entrar en pánico, ¡Dios mío! ¡Soy una completa hipócrita! Hace menos de veinticuatro horas pensaba que mi marido me engañaba, pero la única infiel y traidora soy yo.
—Lo siento yo… necesito irme de aquí.
Él toma mi brazo para detenerme. Mi pecho sube y baja apresurado, voy a morirme.
—Está bien, no te preocupes. No pasa nada. Somos dos adultos y ambos consentimos lo que pasó aquí, ¿o no lo recuerdas? Por favor, dime que te acuerdas.
Hago un esfuerzo magistral por recordar lo que ocurrió. Siento un intenso dolor de cabeza y entonces la imagen de Jenn llega a mí. Yo misma la subí a un taxi y me despedí de ella con la mano. Me regresé al bar y… ¡Por Dios! Recuerdo estar sentada en sus piernas, nos besamos…
—Me propusiste ir a un hotel —murmuro.
—Y dijiste que sí.
Los recuerdos llegan, él recorriendo mi cuerpo con deseo, su boca besando cada rincón de mi piel… mis jadeos 3xcitados… volver a pensar en eso hace que mi entrepierna reaccione. Lo miro sonrojada.
—Lo siento, de verdad…
—¿Por qué? Fue la noche más increíble de mi vida —dice con una sonrisa que me deja sin aliento—. Soy Asher Donovan, por cierto.
Termino de vestirme y camino hacia la entrada.
—Quinn… Gray —digo, usando mi apellido de soltera. ¿Qué estoy haciendo?
—Hasta tienes nombre de reina —comenta—. ¿Podemos volver a vernos, Quinn Gray?
CAPÍTULO 3: CAER EN LA TENTACIÓNSoy una mentirosa, falsa, hipócrita y traicionera.¿Por qué le dije que sí? ¿Por qué le di mi número a ese hombre?—No me volverá a llamar, solo fue algo de una sola noche, ¿verdad? —me cuestiono a mí misma frente al espejo.Me lavo el rostro una vez más intentando borrar las sensaciones que Asher Donovan dejó en mi piel, pero es imposible. A medida que pasan las horas y el alcohol deja mi sistema los recuerdos regresan como bofetadas directas a mis mejillas.Los besos, las caricias, él tomándome con firmeza por las caderas e introduciéndose en mi interior… ha sido lo más placentero que he experimentado en años, divino, tentador y… el peor pecado que podría haber cometido.—Soy una basura —me digo a mí misma—. ¿Con qué cara podría reclamarle algo a Brayden? No puedo hacerlo, no puedo decirle nada porque evidentemente él no me ha engañado, en cambio yo…Suspiro, salgo del baño y me siento en la cama de mi habitación vacía.De pronto mi celular repica pr
CAPÍTULO 4: LA FOTOGRAFÍATres semanas después…Si esto es una fantasía, no quiero que se termine. Nunca me había sentido tan viva desde que me casé con Brayden. Y es que estas tres semanas que llevo viéndome con Asher me he sentido en el paraíso. Un paraíso tentador, 3xcitante y peligroso que pone mi adrenalina al tope y desdibuja la línea de lo que siempre he establecido como una moral recta y buena.Nunca en mis veinticinco años de vida pensé que iba a terminar haciendo algo así. Para mí, la fidelidad siempre ha sido el pilar fundamental en una relación, pero bien dice el dicho, “nunca digas de esta agua no he de beber”. Sé que soy la peor persona, sé que estoy jugando con fuego y sé que mis acciones podrían traer graves consecuencias y lastimar a alguien que ha estado ahí para mí, pero… no puedo parar, no quiero parar.El bichito de la culpa ha estado enterrado en un lado de mi cabeza, muy, muy al fondo donde no puedo escucharlo. Y es que, ¿cómo decirle que no a un hombre como Ash
CAPÍTULO 5: SE ACABÓ EL CUENTO DE HADAS —¿Quinn? ¿Estás bien? —La voz de Asher llega lejana, como un eco de algo que mi cerebro deliberadamente bloquea. Los latidos de mi corazón retumban tan fuerte en mis oídos que por un momento es todo lo que puedo escuchar. Esto no puede ser verdad, esto tiene que ser una pesadilla. Trato de mantener la compostura, aunque todo lo que puedo pensar es que él me tendió una trampa. Asher todo el tiempo ha sabido quién soy yo, o peor, mi marido lo mandó a tenderme una trampa y ahora mismo debe estar burlándose de mí, sabiendo que soy una traidora mentirosa. Claro, todo empezó con el envío de esa prostitut4 a mi casa. Él sabía que saldría de casa y entonces… —¿Quinn? —Asher me sacude suavemente del hombro, haciendo que vuelva a la realidad. Tengo que tranquilizarme, tengo que pensar esto con cabeza fría, de otro modo podría hundirme más de lo que ya estoy. —¿Ah? Lo siento yo… es que recordé que tengo una cita urgente, tengo que irme. Dejo la foto
CAPÍTULO 6: ¿ERES PEOR QUE YO?No sé ni cómo fui capaz de regresar a mi casa sin explotar frente a Asher. Procesar toda la información que me dio de golpe me ha dejado en estado de shock. Entro arrastrando los pies a la casa, me dejo caer sobre el sofá y miro hacia el horizonte. El tiempo pasa con indiferencia para mí, pero supongo que transcurren muchas horas, porque luego de un buen rato veo el amanecer asomarse por la ventana.En el momento en que sale el sol es como si algo se despertara dentro de mí. Rompo en llanto, cubro mi rostro con las manos y me hago un ovillo sin poder comprender cómo es que todo esto pasó. ¿Es un castigo de Dios? ¿Esto es lo que me merezco? Ni siquiera sé si tengo derecho a sentirme destrozada. Tal vez yo lo engañé durante tres semanas, pero Brayden lleva tres maldit0s años viéndome la cara de estúpida. ¿Es mi pecado peor que el suyo?Un sentimiento de rabia, frustración y vergüenza se apodera de mí. Me levanto del sofá y limpio mis lágrimas, ahora mismo
CAPÍTULO 7: LA VENGANZA—¡Quinn! Te estuve llamando todo el día, preciosa, ¿qué pasó? Te fuiste en la madrugada de la casa.Me recibe con un semblante preocupado cuando abre la puerta. Me encantaría decirle ahora mismo que le he mentido, pero sé que si lo hago, por obvias razones no me ayudará con el plan.—Lo siento, Asher, tuve que salir con urgencia.Entro a su casa agachando la cabeza y con expresión consternada, tengo que fingir una mentira para que sea creíble.—¿Qué sucedió? Pareces alterada.—Un amigo muy cercano tuvo un accidente —invento—, tuve que ir a ayudarlo porque no tiene a nadie más. Estuve todo el día con él en el hospital.—¡Oh! Lo lamento mucho, espero que se encuentre mejor.—Sí, lo estará —digo dejando caer el bolso que traigo colgando en mi hombro—, ahora solo necesito un abrazo tuyo.—No necesitas pedírmelo, preciosa —dice con una sonrisa. Enseguida me atrae hacia su cuerpo rodeándome con sus brazos en un abrazo fuerte y cálido. Cierro mis ojos dejándome llevar
CAPÍTULO 8: ME IRÉ CON GUSTO AL INFIERNO—Estoy completamente loca. ¿Sabes qué? Yo mejor lo llamo y le digo que no.Wanda detiene mi mano en el celular antes de que apriete el botón de llamada al número de Asher.—No, no lo hagas. No puedes renunciar ahora. ¡Vamos Quinn! Ese infeliz no merece que le tengas piedad.Hace dos días que acepté ser novia de Asher, hace dos días le dije que lo acompañaría a visitar a su hermano… mi esposo. ¿En qué demonios estaba pensando? —¿Con qué cara voy yo a reclamarle algo? Si también lo engañé.—¡No! Es el destino, ¿es que no lo ves? Esto tenía que pasar para que te dieras cuenta de la clase de calaña mentirosa que es Brayden. Todavía me cuesta creer que de verdad tenga otra familia en Oregon.—Lo sé, pero… —suspiro con pesadez, me dejo caer en la cama mientras observo la maleta pequeña que preparé para el viaje. Asher está a punto de pasar por mí, y yo solo estoy muriendo de los nervios—… ¿y si estoy cometiendo otro error? Asher no se merece esto.—
CAPÍTULO 9: CARA A CARADespierto luego de una noche intensa con Asher. Mi mente divaga por breves instantes hasta que recuerdo lo que estoy haciendo y dónde me encuentro. Tanteo la cama buscándolo, pero descubro que no se encuentra a mi lado. En cambio, hay un precioso vestido rojo colgado en la pared, demasiado sensual como para una visita casual; a decir verdad. Me levanto de la cama envuelta en las sábanas y rozo la tela con mis dedos. Una pequeña nota sobresale del gancho de ropa que lo sostiene. La tomo con un preámbulo demasiado dramático hasta que leo el interior.“He comprado esto para ti, sé que te verás preciosa en él. Vendré por ti poco antes de las doce para ir a visitar a mi hermano, tuve que salir a hacer algo antes”. Suspiro y me siento en el borde de la cama, sosteniendo la nota en mis manos. La dulzura de las palabras de Asher me conmueve profundamente. A pesar de todas las complicaciones y confusiones de los últimos días, su gesto me hace sentir especial y querida
CAPÍTULO 10: ENFRENTANDO AL TRAIDORLa presión de su mano sobre mi cuello me impide respirar. Nunca había visto tanta furia y odio en los ojos de Brayden como ahora. Lucho por separarlo de mí, de alguna forma se da cuenta de que me está haciendo daño porque me suelta con un empujón que por poco me hace tropezar con la ducha. —¿Qué hago aquí? ¿Esa es tu pregunta? —¿A qué estás jugando Quinn? Te apareces con mi hermano, ¿cómo…?—¿Cómo qué? ¿Cómo lo conocí? ¿O cómo supe que has tenido una doble vida todo este tiempo? Eres tan cínico que ni siquiera intentarás explicarte con alguna excusa barata —respondo apretando los dientes. El valor se apodera de mi fuero interno, si todo va a explotar ahora, que así sea.—¿Excusarme? ¿Y para qué? Es evidente que ya lo sabes todo. Lo único que quiero saber es cómo conseguiste que mi hermano te trajera hasta aquí.—Eso no importa. Ahora sé que eres la peor basura con la que pude haberme encontrado. ¿Cómo pudiste hacerme esto Brayden? ¿Por qué me enga