—Señora Quinn, están tocando el timbre.
Nuria, mi ama de llaves me avisa desde la cocina que va a abrir la puerta. Le hago una seña para que vaya, y ni siquiera hago el amago de levantarme del sofá. Absorta en mis propios pensamientos y con la copa de vino blanco en mi mano, solo puedo pensar en lo que estará haciendo mi esposo ahora mismo.
La conversación que tuvimos anoche me dejó pensativa, y no fue precisamente por lo que me dijo, sino por lo que escuché detrás de él. ¿Por qué habría risas de niños en una conferencia con los inversionistas en Texas? Eso no tiene sentido, pero él me insistió en que había escuchado mal.
Suspiro y le doy otro sorbo a mi copa. A decir verdad, no me imaginaba que la vida de casada con Brayden Chase iba a ser así.
Pronto mi ama de llaves regresa y por su expresión, presiento que no es una visita cualquiera.
—¿Quién es, Nuria?
—Es… una señorita, y dice que quiere hablar con usted.
—¿Una señorita? ¿Te dijo su nombre?
—No. Y es mejor que no la deje pasar, parece… mejor véala usted misma.
Nuria no es de las que rechaza a las personas por cómo se ven, así que, si ella lo dice es porque esa mujer no debe parecer alguien confiable. Dejo la copa sobre la mesita de la sala de estar y me acerco a la puerta de pronto sintiéndome muy nerviosa. Mi corazón se agita, tengo un mal presentimiento y las ganas de salir corriendo y no abrirle nunca la puerta se convierten en gritos desesperados en mi cabeza.
Sin embargo, pese a las advertencias de mis instintos, abro la puerta con una sonrisa fingida.
Nuria no pudo darme una descripción precisa y ahora entiendo el por qué. La mujer de cabello rubio parece no saber lo que es un shampoo, mucho menos un acondicionador, pues se ve tan grasoso que luce acartonado. Lleva un intenso maquillaje en el rostro que no le favorece, en especial con esos labios rojos, pero lo que llama más la atención es su ropa. Tan diminuta que me sorprende que pueda cubrirle algo. Una mini falda que más bien debería definirse como un taparrabo y una blusa que es más bien un crop top. Puedo ver sus pez0nes marcados a través de la tela y todo su abdomen al descubierto.
Por su mirada ligeramente perdida y la forma en la que se tambalea de un lado a otro, es evidente que está borracha o dr0gada. En cierto modo siento pena por ella, da la impresión de que el mundo no la ha tratado muy bien.
—¿Puedo ayudarte? —pregunto intentando no ser grosera.
—Así que tú eres la esposa, ¡Ja! Pobre pend3ja —dice de forma despectiva. Me mira de arriba abajo como si fuese yo la que se viera ridícula.
—¿Disculpa? ¿Quién eres?
—Mi nombre no importa, solo estoy aquí porque quiero ver al imbécil de tu marido.
Mi cuerpo se tensa y un escalofrío me recorre el cuerpo cuando lo menciona. La idea rápidamente se forma en mi mente, pero no quiero imaginar que Brayden tiene algo que ver con una mujer como esta.
—Mi marido no está, y aunque estuviera no lo llamaría. Por favor, retírese señorita.
Hago el amago de cerrar la puerta, pero ella me detiene poniendo su mano sobre mi muñeca.
—Si él no está, entonces tú puedes responder, no me interesa volver a verlo. Solo quiero que me dé dinero para hacerme el ab0rto.
Me aprieta con tanta fuerza que me está haciendo daño real. Me suelto de su agarre con esfuerzo, paralizada ante las locuras que está diciendo.
—¿De qué estás hablando? Señorita, por favor, váyase de mi casa, yo no tengo por qué darle dinero y mucho menos la conocemos. Mi esposo…
Ella me interrumpe soltando una gran carcajada.
—Es muy gracioso como te llenas la boca diciendo “mi esposo”. Es tan típico de las frígidas amas de casa como tú. Mujeres ricachonas, pero son pura apariencia. Cuando Brayden necesita placer de verdad, busca a mujeres como yo.
Esta tipa está insinuando que él… No, eso no puede ser.
—Mi esposo —repito—, está en un viaje de negocios. Y si fuese a meterse con otra mujer al menos tendría mejor gusto. Que sepas su nombre no significa nada, ahora ¡largo!
—Pobre desgraciada. Está bien, sigue viviendo en una mentira. Lo buscaré cuando regrese, pero dile que la próxima vez que quiera cog3r sin c0ndón al menos que no me acabe dentro. Yo no quiero mocosos bastardos.
Le cierro la puerta en la cara. Siento que me va a dar un ataque en este mismo instante. Esto tiene que ser una pesadilla. Camino como un zombie hasta la sala, donde Nuria me espera con expresión desconcertada.
—¿Señora Quinn? ¿Se encuentra bien?
Niego con la cabeza, de pronto siento unas fuertes arcadas abrirse paso por mi garganta. Salgo corriendo y a penas si alcanzo a llegar al baño, vomito todo el contenido de mi estómago mientras las lágrimas se arremolinan en mis ojos.
Escucho a Nuria tocar la puerta con insistencia, pero yo no soy capaz de contestarle. Esto no puede ser verdad, esa mujer tiene que estar mintiendo.
Me siento en el suelo del baño y me echo a llorar. Después de tres años de matrimonio, tres años de haberle dado mi vida a Brayden, no puede haber sido infiel con una… una…
—No, esa mujer es una mentirosa —digo en voz alta.
Me pongo de pie y apoyo mis manos contra el lavabo para echarme un poco de agua en la cara.
—Solo quiere dinero. Sabe que Brayden es rico, además, es un empresario conocido, no es raro que sepa dónde vive —converso con mi reflejo en el espejo, como si pudiese auto convencerme de que esa es la única verdad posible.
—Brayden nunca me haría algo así, ¿verdad?
Limpio mis lágrimas con ahínco, cuando salgo del baño no parece que he llorado.
—Señora Quinn, ¿qué le pasó? ¿qué le dijo esa mujer?
—Nada Nuria, no te preocupes. Si vuelve a molestar, llama a la policía, solo es una estafadora.
—Como diga, señora.
Voy hasta mi habitación y marco el número de Brayden, pero por más que lo llamo cinco veces, no me contesta. Su silencio me pone incómoda, en especial porque dijo que se demoraría más de lo planeado. Necesito preguntarle sobre esto, aunque no crea en las palabras de esa mujer, tengo que decírselo.
Me echo en la cama con un suspiro pesado.
—¿Por qué no me contestas Brayden?
El lado más oscuro de mi conciencia me lo dice a gritos. Tal vez esa mujer no me esté mintiendo, tal vez no he estado más que engañándome a mí misma.
Mi celular suena y en ese mismo instante lo contesto pensando que será él.
—¡Brayden!
—Eh, no, mucho mejor.
—Wanda, ¿cómo estás?
—Uy, pero ¿qué pasa, amiga? Suenas muy deprimida.
—Tal vez lo estoy —respondo con desgana.
—Pues qué bueno que llegué yo para cambiar eso. Con las chicas iremos a un disco-bar esta noche. Te iba a preguntar si quieres venir, pero ahora es requisito que vengas.
—No tengo muchas ganas.
—¡Quinn! No seas aburrida, no creo que tengas mucho que hacer sola en esa enorme mansión, ¿o está tu marido?
—No, no está.
—Hecho, entonces te espero a las nueve en el Belvedere's Ultra-Dive.
Miro la hora en mi reloj, son las cinco de la tarde. Wanda tiene razón, ¿por qué debería quedarme aquí pasándola mal cuando a mi marido ni le importa? La espina de lo que me ha dicho esa mujer no sale de mi cabeza, así que, para despejarme, me pongo un vestido bonito y me maquillo como hace tiempo no lo hacía para salir.
Sin darme cuenta se hace la hora de ir al bar a encontrarme con mis amigas: Wanda, la loca del grupo; Jennifer, la más tranquila y Loanne, una mezcla entre las dos que es el equilibrio perfecto para el grupo. No podría decir en qué categoría me encuentro yo. Todas son solteras, excepto por Jennifer, que está comprometida y a punto de casarse con un hombre que parece amarla mucho.
Llego al bar Belvedere’s, un lugar que no es precisamente el sitio que frecuentaría Brayden. Mis tres amigas están esperándome afuera.
—¡Quinn! —gritan al verme. Nos saludamos en un abrazo caluroso y entramos sin tener que esperar a la fila.
El ambiente dentro está bañado en luces de colores y gente bailando con los tragos en la mano. Wanda nos lleva hasta el reservado VIP que consiguió, tomamos asiento y enseguida nos traen las bebidas en botellas.
—¡Quinn! ¿Por qué la cara larga? —me pregunta Jenn.
No quiero contarle lo que ocurrió, ¿qué pensarían si les digo que una mujer fue a decirme que mi marido la dejó embarazada?
—Nada, es solo que estoy algo preocupada. Brayden no me contesta desde hace horas.
Pasa al menos una hora en la que estamos bebiendo, conversando y riéndonos de nuestros propios chismes y de los ajenos, cuando llega uno de los hombres staff del local con una botella especial.
—Aquí tiene, señorita —dice el camarero, colocando delicadamente el exquisito cóctel frente a mí.
—Yo no pedí esto —respondo, desconcertada.
—Se lo ha enviado el caballero de aquella mesa —explica, señalando discretamente hacia la esquina diagonal del lugar. Mis amigas y yo volteamos a ver, curiosas.
En ese instante, mi mirada se encuentra con la suya, y todo a mi alrededor parece desvanecerse. Es un hombre que aparenta diez años más que yo, pero su mirada desprende un magnetismo enigmático y seductor. Me observa con picardía y me guiña un ojo. Mi corazón comienza a palpitar con fuerza. ¡Dios mío! ¿Qué está sucediendo?
CAPÍTULO 2: ES SOLO UN BAILE CON UN DESCONOCIDO—¡Ah! ¡Acéptalo, Quinn! —grita Wanda.—¿Estás loca? ¿Y si está adulterado? No, no lo beberé.Mi loca amiga toma el trago y le da un buen sorbo. Todas las demás nos quedamos en estado de shock.—¡¿Estás demente?! —reprende Loanne arrancándole la copa de las manos.—No pasa nada, ¿viste? Acéptalo —insiste.—¿Para qué? ¿Acaso se te olvida que estoy casada? —cuestiono.—¡Ay, amiga! Solo es una bebida, ni que fuese una propuesta de matrimonio. Tu marido no está, ¿verdad? No tiene nada de malo.—¡Wanda! —reprende Jennifer—, ella está casada, por supuesto que no está bien que acepte bebidas de desconocidos.Wanda pone los ojos en blanco y sigue bailando y bebiendo como si nada. Observo la bebida y una vez más miro en dirección a la esquina, pero para mi sorpresa, él ya no está ahí. Suspiro, aunque no sé bien si de alivio o qué. Nunca me había sentido así al ver a un hombre, y es que aunque no quiera admitirlo, llamó mi atención desde el primer
CAPÍTULO 3: CAER EN LA TENTACIÓNSoy una mentirosa, falsa, hipócrita y traicionera.¿Por qué le dije que sí? ¿Por qué le di mi número a ese hombre?—No me volverá a llamar, solo fue algo de una sola noche, ¿verdad? —me cuestiono a mí misma frente al espejo.Me lavo el rostro una vez más intentando borrar las sensaciones que Asher Donovan dejó en mi piel, pero es imposible. A medida que pasan las horas y el alcohol deja mi sistema los recuerdos regresan como bofetadas directas a mis mejillas.Los besos, las caricias, él tomándome con firmeza por las caderas e introduciéndose en mi interior… ha sido lo más placentero que he experimentado en años, divino, tentador y… el peor pecado que podría haber cometido.—Soy una basura —me digo a mí misma—. ¿Con qué cara podría reclamarle algo a Brayden? No puedo hacerlo, no puedo decirle nada porque evidentemente él no me ha engañado, en cambio yo…Suspiro, salgo del baño y me siento en la cama de mi habitación vacía.De pronto mi celular repica pr
CAPÍTULO 4: LA FOTOGRAFÍATres semanas después…Si esto es una fantasía, no quiero que se termine. Nunca me había sentido tan viva desde que me casé con Brayden. Y es que estas tres semanas que llevo viéndome con Asher me he sentido en el paraíso. Un paraíso tentador, 3xcitante y peligroso que pone mi adrenalina al tope y desdibuja la línea de lo que siempre he establecido como una moral recta y buena.Nunca en mis veinticinco años de vida pensé que iba a terminar haciendo algo así. Para mí, la fidelidad siempre ha sido el pilar fundamental en una relación, pero bien dice el dicho, “nunca digas de esta agua no he de beber”. Sé que soy la peor persona, sé que estoy jugando con fuego y sé que mis acciones podrían traer graves consecuencias y lastimar a alguien que ha estado ahí para mí, pero… no puedo parar, no quiero parar.El bichito de la culpa ha estado enterrado en un lado de mi cabeza, muy, muy al fondo donde no puedo escucharlo. Y es que, ¿cómo decirle que no a un hombre como Ash
CAPÍTULO 5: SE ACABÓ EL CUENTO DE HADAS —¿Quinn? ¿Estás bien? —La voz de Asher llega lejana, como un eco de algo que mi cerebro deliberadamente bloquea. Los latidos de mi corazón retumban tan fuerte en mis oídos que por un momento es todo lo que puedo escuchar. Esto no puede ser verdad, esto tiene que ser una pesadilla. Trato de mantener la compostura, aunque todo lo que puedo pensar es que él me tendió una trampa. Asher todo el tiempo ha sabido quién soy yo, o peor, mi marido lo mandó a tenderme una trampa y ahora mismo debe estar burlándose de mí, sabiendo que soy una traidora mentirosa. Claro, todo empezó con el envío de esa prostitut4 a mi casa. Él sabía que saldría de casa y entonces… —¿Quinn? —Asher me sacude suavemente del hombro, haciendo que vuelva a la realidad. Tengo que tranquilizarme, tengo que pensar esto con cabeza fría, de otro modo podría hundirme más de lo que ya estoy. —¿Ah? Lo siento yo… es que recordé que tengo una cita urgente, tengo que irme. Dejo la foto
CAPÍTULO 6: ¿ERES PEOR QUE YO?No sé ni cómo fui capaz de regresar a mi casa sin explotar frente a Asher. Procesar toda la información que me dio de golpe me ha dejado en estado de shock. Entro arrastrando los pies a la casa, me dejo caer sobre el sofá y miro hacia el horizonte. El tiempo pasa con indiferencia para mí, pero supongo que transcurren muchas horas, porque luego de un buen rato veo el amanecer asomarse por la ventana.En el momento en que sale el sol es como si algo se despertara dentro de mí. Rompo en llanto, cubro mi rostro con las manos y me hago un ovillo sin poder comprender cómo es que todo esto pasó. ¿Es un castigo de Dios? ¿Esto es lo que me merezco? Ni siquiera sé si tengo derecho a sentirme destrozada. Tal vez yo lo engañé durante tres semanas, pero Brayden lleva tres maldit0s años viéndome la cara de estúpida. ¿Es mi pecado peor que el suyo?Un sentimiento de rabia, frustración y vergüenza se apodera de mí. Me levanto del sofá y limpio mis lágrimas, ahora mismo
CAPÍTULO 7: LA VENGANZA—¡Quinn! Te estuve llamando todo el día, preciosa, ¿qué pasó? Te fuiste en la madrugada de la casa.Me recibe con un semblante preocupado cuando abre la puerta. Me encantaría decirle ahora mismo que le he mentido, pero sé que si lo hago, por obvias razones no me ayudará con el plan.—Lo siento, Asher, tuve que salir con urgencia.Entro a su casa agachando la cabeza y con expresión consternada, tengo que fingir una mentira para que sea creíble.—¿Qué sucedió? Pareces alterada.—Un amigo muy cercano tuvo un accidente —invento—, tuve que ir a ayudarlo porque no tiene a nadie más. Estuve todo el día con él en el hospital.—¡Oh! Lo lamento mucho, espero que se encuentre mejor.—Sí, lo estará —digo dejando caer el bolso que traigo colgando en mi hombro—, ahora solo necesito un abrazo tuyo.—No necesitas pedírmelo, preciosa —dice con una sonrisa. Enseguida me atrae hacia su cuerpo rodeándome con sus brazos en un abrazo fuerte y cálido. Cierro mis ojos dejándome llevar
CAPÍTULO 8: ME IRÉ CON GUSTO AL INFIERNO—Estoy completamente loca. ¿Sabes qué? Yo mejor lo llamo y le digo que no.Wanda detiene mi mano en el celular antes de que apriete el botón de llamada al número de Asher.—No, no lo hagas. No puedes renunciar ahora. ¡Vamos Quinn! Ese infeliz no merece que le tengas piedad.Hace dos días que acepté ser novia de Asher, hace dos días le dije que lo acompañaría a visitar a su hermano… mi esposo. ¿En qué demonios estaba pensando? —¿Con qué cara voy yo a reclamarle algo? Si también lo engañé.—¡No! Es el destino, ¿es que no lo ves? Esto tenía que pasar para que te dieras cuenta de la clase de calaña mentirosa que es Brayden. Todavía me cuesta creer que de verdad tenga otra familia en Oregon.—Lo sé, pero… —suspiro con pesadez, me dejo caer en la cama mientras observo la maleta pequeña que preparé para el viaje. Asher está a punto de pasar por mí, y yo solo estoy muriendo de los nervios—… ¿y si estoy cometiendo otro error? Asher no se merece esto.—
CAPÍTULO 9: CARA A CARADespierto luego de una noche intensa con Asher. Mi mente divaga por breves instantes hasta que recuerdo lo que estoy haciendo y dónde me encuentro. Tanteo la cama buscándolo, pero descubro que no se encuentra a mi lado. En cambio, hay un precioso vestido rojo colgado en la pared, demasiado sensual como para una visita casual; a decir verdad. Me levanto de la cama envuelta en las sábanas y rozo la tela con mis dedos. Una pequeña nota sobresale del gancho de ropa que lo sostiene. La tomo con un preámbulo demasiado dramático hasta que leo el interior.“He comprado esto para ti, sé que te verás preciosa en él. Vendré por ti poco antes de las doce para ir a visitar a mi hermano, tuve que salir a hacer algo antes”. Suspiro y me siento en el borde de la cama, sosteniendo la nota en mis manos. La dulzura de las palabras de Asher me conmueve profundamente. A pesar de todas las complicaciones y confusiones de los últimos días, su gesto me hace sentir especial y querida