Inicio / Romántica / La Seducción del Hermano de mi Esposo / CAPÍTULO 3: CAER EN LA TENTACIÓN
CAPÍTULO 3: CAER EN LA TENTACIÓN

CAPÍTULO 3: CAER EN LA TENTACIÓN

Soy una mentirosa, falsa, hipócrita y traicionera.

¿Por qué le dije que sí? ¿Por qué le di mi número a ese hombre?

—No me volverá a llamar, solo fue algo de una sola noche, ¿verdad? —me cuestiono a mí misma frente al espejo.

Me lavo el rostro una vez más intentando borrar las sensaciones que Asher Donovan dejó en mi piel, pero es imposible. A medida que pasan las horas y el alcohol deja mi sistema los recuerdos regresan como bofetadas directas a mis mejillas.

Los besos, las caricias, él tomándome con firmeza por las caderas e introduciéndose en mi interior… ha sido lo más placentero que he experimentado en años, divino, tentador y… el peor pecado que podría haber cometido.

—Soy una basura —me digo a mí misma—. ¿Con qué cara podría reclamarle algo a Brayden? No puedo hacerlo, no puedo decirle nada porque evidentemente él no me ha engañado, en cambio yo…

Suspiro, salgo del baño y me siento en la cama de mi habitación vacía.

De pronto mi celular repica provocándome un susto, sobre todo cuando leo el nombre de mi esposo en el identificador. Me debato entre contestar o no, al final le respondo justo antes de que se corte la llamada.

—¿Hola, amor? —mi voz tiembla al otro lado de la línea.

—¿Qué demonios pasa contigo, Quinn? Te advertí que no me llamaras en horarios de trabajo —su tono es cortante, lleno de irritación.

—Lo siento amor, es que necesitaba hablar contigo —balbuceo, sintiendo cómo la culpa comienza a apoderarse de mí.

—¿Y era tan grave como para hacerme diez llamadas? ¿Te moriste? ¿Se incendió la casa? —su voz sube de tono, y siento el peso de sus palabras golpeándome.

—No… —mi voz se quiebra, sintiéndome pequeña e insignificante.

—Entonces no lo vuelvas a hacer, ¿entendiste? No quiero que me molestes mientras estoy en mis negocios, pudiste arruinarme una gran inversión solamente por tu obsesión enfermiza de estar controlándome a cada segundo, ¿es que acaso no confías en mí? —sus palabras son como cuchillos afilados, cortando cualquier atisbo de tranquilidad que haya quedado en mí.

Siento que me ahogo en un mar de culpa y desesperación. El que no debería confiar en mí es él, pero sé que no puedo decirlo.

—Claro que confío en ti, mi amor —mi voz es apenas un susurro, llena de resignación.

—Bien, ¿qué querías decirme que era tan importante? —su tono ha vuelto a la calma, como si nada hubiera pasado.

—Ah… yo solo… ¿quería saber cuándo volverás? —mi voz suena débil, casi inaudible.

—Pronto, se me atrasaron las cosas aquí, como ya te dije anteayer. ¿Quieres dejar de molestar por cualquier cosa? Adiós Quinn, no me llames si no te llamo yo —y con eso, cuelga, dejándome sola con mis pensamientos y mi corazón roto.

Brayden cuelga la llamada de golpe dejándome sin palabras. Me echo a llorar en ese mismo momento. No le dije lo que pasó, y creo que es mejor así. Lo de anoche solo fue un desliz, algo que no volverá a ocurrir. Él no se va a enterar y todo estará bien.

Intento continuar con mi vida como si nada. Como dice aquel dicho, si no me acuerdo, no pasó y yo voy a asegurarme de borrarlo de mi memoria aunque sea difícil.

Como durante el día casi no tengo nada que hacer ya que a Brayden no le gusta que trabaje fuera de casa, hago diversos cursos para mantenerme ocupada. Estudio pintura digital, marketing y diseño gráfico, son cosas que me entretienen y me gusta hacer. El día se me va sin que me dé cuenta. Ocupando mi mente en eso, dejo de pensar en lo que ocurrió anoche con el desconocido.

Mis amigas me mandan mensajes para saber si estoy bien, ellas tampoco se acuerdan de nada y lo agradezco, en especial Jennifer, porque si sabe que me devolví al bar, armará todo un escándalo por ello.

Al caer la noche, me hago un lavado facial para irme a dormir, estoy agotada por todo lo que pasó, no obstante, poco antes de acostarme recibo una llamada de un número desconocido.

—¿Hola?

—Hola, preciosa. —Reconozco esa voz apenas me habla.

Abro los ojos hasta el límite, arrojo el teléfono a la cama con pánico. No puede ser, no puede ser. ¿Por qué me está llamando?

—¿Hola? ¿Quién eres? —pregunto haciéndome la desentendida.

—¿No te acuerdas de mí? ¿Tan inolvidable fui para ti?

—Ah… no, lo siento, no sé quién eres.

—Tal vez si vienes al bar donde nos conocimos ayer te lo pueda hacer recordar.

—Lo siento, creo que te estás confundiendo de persona —respondo, intentando mantener la calma.

—No, no me equivoco. Sé que eres tú, Quinn; a menos que me haya dado otro número, pero reconocería esa voz en cualquier parte. Ven al bar, te prometo que será divertido —insiste, su voz suena seductora y persuasiva.

Una parte de mí quiere colgar de inmediato y olvidar esta locura, pero otra parte, más osada y tentada por lo prohibido, considera la idea. Hace mucho que no me siento así, deseada y viva.

—Lo siento, no puedo. Estaba a punto de dormir —digo con firmeza, tratando de convencerme a mí misma más que a él.

—Vamos, un trago no hará daño. Solo un trago para recordar los buenos momentos de anoche —insiste, y puedo imaginar la sonrisa pícara en su rostro.

Siento una lucha interna, una parte de mí quiere ser fiel a mi esposo, pero otra parte, más egoísta, quiere dejarse llevar por la tentación. Muerdo mi labio sopesando la idea, ni siquiera debería estar considerando esto.

Si voy a ir, es solo para ser honesta y decirle la verdad, que soy una mujer casada y que esto es un completo error.

—Está bien, pero solo un trago —acabo cediendo, sabiendo que estoy tomando una decisión que podría cambiarlo todo.

—Muy bien, te espero, Quinn —dice con una voz que me deja atontada.

Cuelgo la llamada con el corazón a punto de reventar en mi pecho. ¿Por qué acepté verlo? La primera vez fue un error, pero ahora… ¿no acabo de hablar con mi esposo? No, debería decirle que no… aunque… un trago no hace daño, ¿verdad?

«Brayden te está engañando. ¿No ves cómo te contesta? Se vuelve un energúmeno como si responderte fuera un pecado. ¿Qué tiene de malo si le pagas con la misma moneda?», piensa mi conciencia.

—Yo no seré igual que él, no. Solo iré a decirle que soy casada y que me deje en paz.

«Eso pudiste haberlo hecho por teléfono. Admítelo, quieres verlo».

En mi interior sé cuáles son mis verdaderas intenciones, pero mentirme a mí misma es más fácil que afrontar la realidad de la mujer en la que me estoy convirtiendo.

Me cambio de ropa, esta vez con algo mucho más recatado y salgo sin que Nuria se percate. Tomo un taxi para evitar hacer ruido con el auto. Este me deja en el bar después de media hora de viaje.

Siento que la euforia y adrenalina que recorre mis venas es tan 3xcitante que incluso antes de verlo ya estoy mojada. Mis nervios están a flor de piel y sé que estoy cometiendo un gravísimo error, pero no puedo evitarlo. Lo que pasó anoche me gustó demasiado.

Lo veo en el mismo lugar, pero esta vez se encuentra solo. Camino hacia él con una seguridad que no tengo, porque las piernas me tiemblan y mi alma quiere abandonarme para dejarme sola con lo que estoy haciendo. Siento un nudo en el estómago y aunque hay una parte de mí que siente culpa, es demasiado pequeña ahora mismo como para escucharla.

—¡Quinn! —saluda con una gran sonrisa, a la vez, se pone de pie y roza su mano por mi cadera atrayéndome a su cuerpo. No me da un beso en los labios, pero su boca roza ligeramente la comisura de la mía, desarmándome por completo.

—Asher… —jadeo.

—Por favor, siéntate —invita.

—Gracias por invitarme, acepté venir porque no quería ser descortés, pero, la verdad es que…

—Descuida, entiendo que estés avergonzada, nos pasamos de copas anoche y las cosas se pusieron intensas.

—Sí, lo sé, precisamente de eso quería hablarte, es que, no debió suceder.

—Hagamos algo, tomemos solo un trago. Conversemos, bailemos y si al acabar la noche sigues pensando que no debió pasar, tomaremos caminos diferentes y no nos volveremos a ver —propone con una seguridad que me desconcierta y atrae al mismo tiempo.

Su propuesta me hace detenerme a pensar. ¿Estoy realmente considerando esto? Sé que está mal, pero la idea de liberarme por una noche de mis responsabilidades y preocupaciones es tentadora. Además, él es encantador y me hace sentir viva de una manera que hace mucho no experimentaba.

Acepto, y durante el resto de la noche cumplimos nuestra promesa. Bebemos solo un trago, pero cada momento juntos se vuelve más intenso y cautivador. Río como no lo hacía desde hace años, bailamos como si fuéramos los únicos en la pista y nuestras conversaciones son tan profundas como ligeras, creando un vínculo entre nosotros que me resulta difícil de ignorar.

Es extraño, estoy sobria pero me siento embriagada por su compañía. Me hace olvidar mis problemas, incluso por un instante me hace olvidar a Brayden, mi esposo. Me casé con él pensando que era amor, pero ahora me doy cuenta de que tal vez me equivoqué.

Nunca pensé en serle infiel, pero estar aquí, con él, no se siente mal. Al contrario, se siente como si estuviera despertando de un largo letargo, como si finalmente estuviera siendo honesta conmigo misma y lo que realmente quiero.

Sin darme cuenta, el tiempo ha volado y el bar está a punto de cerrar. Miro el reloj y me doy cuenta de que ya son las cuatro de la mañana. ¡He pasado toda la madrugada con él!

Nos despedimos del bar entre risas cómplices, como si fuéramos dos enamorados que comparten un secreto. Aunque no puedo decir que esto es amor, no obstante la atracción entre nosotros es innegable en este punto.

En la calle, él hace señas a un taxi que se detiene a nuestro lado. Abre la puerta y, con una expresión seria pero tranquila, me hace una pregunta que cambia el rumbo de la noche y posiblemente de mi vida.

—¿Y bien? ¿Qué será? ¿Caminos separados o juntos?

Su mirada es intensa, y puedo sentir el peso de su pregunta en el aire. La decisión que tome aquí cambiará por completo mi vida. ¿Podría ser tan malo desearlo? Tomo su mano y le sonrío, decidida.

—Juntos.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo